Lo que vemos determina lo que hacemos. Lo que vemos también tiende a dictar cómo nos sentimos. Desde el comienzo del año, hemos vivido circunstancias sin precedentes y extremadamente turbulentas. Si tú has visto épocas de grandes problemas físicos, económicos o políticos, es probable que te sientas ansioso, retraído, controlando y quizás estés buscando formas de medicar su dolor. Después de informes de noticias implacables que esencialmente insisten con que «¡El cielo se está cayendo!», empezamos a pensar que tal vez tengan razón. Bombardeados con mensajes de tristeza y fatalidad, comenzamos a ver un mundo de problemas complejos e irresolubles, y a ver nuestras propias vidas de la misma manera. Sin embargo, esa no es nuestra única opción. También existe la de ver el mundo —y nuestras vidas en general— a través de los ojos de una fe segura e inquebrantable. Tal como el apóstol Pablo lo dijo: «…porque por fe andamos, no por vista» [2 Corintios 5:7 RVR]. Como resultado, si creemo