Amando a Dios - el costo y el beneficio
¿Amamos a Dios por lo que es o por lo
que hace por nosotros? Ciertamente, esta es una pregunta que me hago con
frecuencia. Es una pregunta importante. Al principio de mi caminar con el
Señor, cuestioné Su bondad porque unos miembros de mi familia, muy queridos, no
habían sido sanados. No podía entender cómo un Dios amoroso podía retener la
curación de Sus hijos. Mi amor fue desafiado porque se basó en lo que Él hace o
no hace. Cuando Dios no me dio todo aquello por lo que oré, batallé.
El pueblo judío también ha luchado
con esto. ¿Cómo pudo Dios haber permitido que ocurriera el Holocausto?
Sorprendentemente, en medio del horror y la tristeza, muchos (pero no todos)
continuaron confiando en Dios. Como dijo Job: “«Aunque él me mate, en Él
esperaré»” (Job 13:15a NBLA).
Un rabino jasídico perdió a su esposa
y 11 hijos en el Holocausto. Luego se le preguntó:«¿Por qué los milagros
ocurrieron solo durante los tiempos bíblicos? ¿Por qué no suceden en nuestro
tiempo?». El rabino respondió: «El hecho de que haya sobrevivientes del
Holocausto que, después de todo lo que soportaron, aún puedan mantener la fe,
es en sí mismo el mayor milagro de todos».
Poco a poco, me di cuenta de que Dios
quiere el amor incondicional de Sus hijos. Él quiere que Lo amemos incluso
cuando no entendemos todo lo que sucede en nuestras vidas. Él quiere que amemos
sacrificadamente. Es un estilo de vida rendido en amor. Este tipo de amor
incondicional se ve en el libro de Job. Ante situaciones terribles, Job
continuó confiando en Dios. Al final, vemos que Dios recompensa la fe, la
confianza y el amor de Job restaurando su fortuna. Abraham mostró amor
incondicional cuando estaba dispuesto a sacrificar a Isaac en el altar. Cuando
mostró que no retendría nada a Dios, ni siquiera a su amado hijo, Dios
proporcionó el carnero para el sacrificio. De las cenizas del Holocausto, la
peor situación imaginable, nació el moderno Estado de Israel. Muchos han
sacrificado mucho para seguir de todo corazón a Dios y Su llamado. Algunos
incluso fueron martirizados por su fe.
Cuando Jesús (Yeshúa) dice que
debemos amar al Señor con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza (Mateo
22:37, Lucas 10:27 y Marcos 12:30), ¡quiere decir “todo”!
Si amamos a Dios para recibir Sus
beneficios, en realidad podríamos amarnos a nosotros mismos más que amar a
Dios. ¿Cómo podemos saber si amamos a Dios incondicionalmente? Si oramos y le
pedimos a Dios que nos revele Su corazón; si le preguntamos cómo podemos
bendecirlo y, en generalmente anhelamos estar en Su presencia y conocerlo más;
entonces lo estamos amando de todo corazón. Si nuestra vida de oración se trata
de nuestras necesidades y deseos o incluso de decirle a Dios cómo creemos que
Él necesita resolver un determinado problema, entonces nuestras oraciones se
centran más en nosotros que en Él, lo que podría ser un amor egoístamente
motivado.
El amor incondicional por Dios puede
hacer que nuestras vidas sean más difíciles, al menos por una temporada. Cuando
Dios nos llamó a Tom y a mí a Israel, no queríamos nada más que complacerlo
respondiendo al llamado. Esto significó renunciar a una vida de comodidad en
los Estados Unidos. Nuestro estilo de vida en Israel era escaso. Condujimos
autos viejos (el primero fue un Volkswagen Beetle de 23 años) y tuvimos que
presupuestar cuidadosamente para la comida. No salimos a comer ni a comprar
ropa nueva. Estábamos encantados de hacer estos sacrificios porque lo hicimos
por amor a Dios. Muchos viven vidas de devoción a Dios y Su llamado. Sus
historias son siempre una inspiración.
La prioridad de Jesús (Yeshúa) se
declara en Marcos 12:28-34 cuando dice que debemos amar a Dios con cada fibra
de nuestro ser. ¿Estás listo para amar a Dios con todo tu corazón? ¿Estás
dispuesto a escuchar los deseos de Su corazón y seguirlo incluso si eso
significa que te sacrifiques personalmente? Aquellos que están dispuestos a
amar a Dios de esta manera, a escuchar obedientemente Sus llamados; que incluso
están dispuestos a renunciar a su amado hijo como Abraham; que amarán a Dios
sin importar las dificultades que puedan enfrentar en la vida; ellos tienen
promesas de beneficios. Este es un amor de rendición total al Dios del
universo, el Dios de Israel y el Creador. En algunos casos, hombres y mujeres
de fe incluso han perdido la vida al seguir el llamado de Dios. Uno de los más
famosos fue Jim Elliot. Su esposa, Elizabeth, escribió su historia en Through
Gates of Splendor (A través de los pórticos de esplendor). Una de las
citas más famosas atribuidas a Elliot es esta: «No es un tonto el que da lo
que no puede conservar, para ganar lo que no puede perder». Elliot dio
todo, incluida su vida, al servicio de Dios. Su beneficio vino en su eterna
recompensa.
Veamos y observemos lo que dice la
Biblia acerca de Sus beneficios tanto en esta vida como más allá.
Dios mostrará amor
inagotable
En varios lugares de la Escritura
encontramos las palabras: “«Pero derramo amor inagotable por mil
generaciones sobre los que me aman y obedecen mis mandatos»” (Éx
20:6 NTV y Dt 5:10, véase también Dt 7:9-12). Aparecen en ambas listas de los
Diez Mandamientos en Éxodo 20 y Deuteronomio 5. Otras Escrituras como Nehemías
1:5 y Daniel 9:4 tienen las mismas palabras sin la frase “a miles”.
Amor inagotable es la traducción al
español de la palabra hebrea jésed. Es una de las palabras más
maravillosas de la Biblia, aparece 248 veces. También se puede traducir como
misericordia, bondad, virtud, amablemente, favor, misericordioso, bien y
piedad.
También recuerdo las palabras de
Jesús (Yeshúa): “«Si me aman, obedezcan mis mandamientos»” (Juan 14:15
NBLA) y “«Yo los he amado a ustedes tanto como el Padre me ha amado a mí.
Permanezcan en mi amor. Cuando obedecen mis mandamientos, permanecen en mi
amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su
amor»” (Juan 15:9-10 NBLA).
Qué beneficio tan asombroso e
increíble. Podemos experimentar el extravagante amor de Dios cuando nos
entregamos a Él y a Sus caminos. Quiero vivir con Su favor, Su amor, Su
amabilidad y bondad. Esta es la recompensa para aquellos que Lo aman y guardan
Sus mandamientos.
Sé cómo el sol en
toda su fuerza
Jueces 5:31 registra la canción de
Débora, y ella hace referencia a esta frase: “«Así perezcan todos Tus
enemigos, oh Señor. Pero sean los que te aman como la salida del sol en
toda su fuerza»”.
La Biblia usa muchas descripciones de
imágenes para expresar el pensamiento. En esta referencia, al que ama a Dios se
le promete ser como el sol en toda su fuerza. ¿Qué significa esto? Bueno, el
sol arde de adentro hacia afuera. Es luz desde el núcleo mismo de su ser. El
calor del sol sostiene la vida en nuestro planeta. Sin el sol, todo lo viviente
moriría. Dios creó esta gran lumbrera no solo para verse bien en el cielo sino
para hacer posible que la vida continúe en este planeta. Las personas que aman
a Dios son así. La luz de la presencia de Dios es evidente en su ser interior y
trae luz, calor y vida a quienes los rodean.
No hay oscuridad en el sol. De manera
similar, el amor de Dios puede desterrar la oscuridad en nuestras vidas. Cuando
pienso en la oscuridad, a menudo lo comparo con el miedo. Juan, el amado
apóstol, dijo: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa
fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho
perfecto en el amor. Nosotros amamos porque Él nos amó
primero. Si alguien dice: «Yo amo a Dios», pero aborrece a su hermano, es
un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no
puede amar a Dios a quien no ha visto. Y este mandamiento tenemos de
Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:18-21 NBLA).
Cuando el sol está en toda su fuerza, no hay oscuridad en absoluto; está
desterrada. Qué pensamiento tan asombroso.
Todo cooperará para
bien
Pablo dijo: “Y sabemos que para
los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es,
para los que son llamados conforme a Su propósito” (Rom.
8:28 NBLA).
No todo en la vida será fácil o agradable, pero tenemos esta increíble promesa
cuando amamos a Dios; Él resolverá las cosas por nuestro bien.
Deléitate en Él
Una de mis Escrituras favoritas es el
Salmo 37:4: “Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones
de tu corazón” (RVR1960). Yo solía pensar que esto significaba que
obtendría todo lo que quería, pero luego el Espíritu Santo me mostró que podía
leerse de otra manera. Cuando nos deleitamos en Dios, cuando lo amamos de todo
corazón, Él puede poner Sus deseos en nuestro corazón. Ya no pensamos solo en
nuestro placer, sino que deseamos las cosas que Él desea. De repente, queremos
hacer las cosas que Él quiere.
En la serie sobre los Salmos ArtScroll
Tanach (el Tanaj de una perspectiva judía ortodoxa), dice esto: “Cuando
Dios vea que te deleitas solo en Él, seguramente cumplirá todas tus peticiones,
porque lo que desees se pondrá a Su servicio”.
Cuando Tom y yo sentimos el llamado
de Dios para ir a Israel, sabíamos que tendríamos que renunciar a muchas cosas.
Esas cosas se desvanecieron en la insignificancia porque Él plantó Sus deseos
en nuestros corazones y se convirtieron en nuestros deseos más queridos
también.
Teníamos 30 años cuando nos mudamos a
Israel, justo en el momento en que deberíamos haber estado comprando nuestra
primera casa. Renunciamos a ese deseo natural para seguirlo a Él. Nuestro
primer «hogar» en Israel fue una vivienda para voluntarios en un kibutz (comunidad
colectiva) israelí. Era una habitación, estaba sucia, tenía bichos, e incluso
escorpiones en ocasiones; muebles muy escasos y viejos, y no había baño en la
habitación. Mi esposo me miró y dijo:«¿Estás lista para esto?». Como
estadounidense de clase media, nunca había vivido de esta manera. Aún así, no
lo dudé. Dios había puesto Su deseo en mi corazón, y estaba lista para
enfrentar muchos inconvenientes para seguirlo a Él.
Más tarde, el Señor nos bendijo con
un hogar. A los 50 años, finalmente pudimos comprar una casa en Israel a través
de una serie de milagros. Se ha convertido en parte de la provisión de Dios para
nuestra futura jubilación. “Jesús (Yeshúa) dijo: «En verdad les digo,
que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o
padre, o hijos o tierras por causa de Mí y por causa del evangelio, que no
reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y
madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y en el siglo venidero, la
vida eterna>>” (Mc 10:29-30 NBLA).
Busca primero Su
reino
En Mateo 6 encontramos un hermoso
pasaje sobre la provisión de Dios. Jesús (Yeshúa) nos dice que no debemos
preocuparnos por las cosas temporales: lo que comeremos o beberemos, nuestros
cuerpos o lo que vestiremos. En lo que nos debemos ocupar es en buscarlo y
vivir a Su manera. “«Pero busquen primero Su reino y Su justicia,
y todas estas cosas les serán añadidas. Por tanto, no se
preocupen por el día de mañana […]»” (Mt 6:33-34a
NBLA).
Para concluir
Al considerar los costos y beneficios
personales de amar a Dios, espero que decidas hacer el “amarlo de todo corazón”
la ambición de tu vida. Seguir los mandamientos más grandes de Jesús (Yeshúa)
es seguir los caminos de la verdad. Ellos conducen a una vida abundante en esta
vida y en la venidera.
por: Rev. Rebecca J. Brimmer, Presidenta Ejecutiva Internacional
Traducido por Raquel González – Coordinadora Centro de Recursos Hispanos
Bibliografía
“Holocaust Survivors: The Search for Faith.” Religion
and Ethics Newsweekly. https://www.pbs.org/wnet/religionandethics/2001/08/03/august-3-2001-holocaust-survivors-the-search-for-faith/13853/
“Jim Elliot.” Wikipedia. https://en.wikipedia.org/wiki/Jim_Elliot
Scherman, Nosson & Zlotowitz, Meir (ed.). ArtScroll
Tanach Series: A Traditional Commentary on the Books of the Bible—Tehillim. Mesorah Publications Ltd.: New York,
1995.
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