Pánico o Paz: Una Elección Que Depende de Nosotros
Lo
que vemos determina lo que hacemos. Lo que vemos también tiende a dictar cómo
nos sentimos.
Desde
el comienzo del año, hemos vivido circunstancias sin precedentes y
extremadamente turbulentas. Si tú has visto épocas de grandes problemas
físicos, económicos o políticos, es probable que te sientas ansioso, retraído,
controlando y quizás estés buscando formas de medicar su dolor.
Después
de informes de noticias implacables que esencialmente insisten con que «¡El
cielo se está cayendo!», empezamos a pensar que tal vez tengan razón.
Bombardeados con mensajes de tristeza y fatalidad, comenzamos a ver un mundo de
problemas complejos e irresolubles, y a ver nuestras propias vidas de la misma
manera.
Sin
embargo, esa no es nuestra única opción. También existe la de ver el mundo —y
nuestras vidas en general— a través de los ojos de una fe segura e
inquebrantable. Tal como el apóstol Pablo lo dijo: «…porque por fe andamos,
no por vista» [2 Corintios 5:7 RVR].
Como
resultado, si creemos y confiamos en Dios, nuestro Padre celestial es soberano,
y está completamente en control con un plan perfecto, incluso cuando todo lo
que nos rodea parece estar en un caos absoluto, entonces veremos estos desafíos
actuales de manera muy diferente. Podremos percibirlos como oportunidades,
ocasiones camufladas para crecer en la fe y compartir su amor, esperanza,
alegría, paz y recursos con los demás.
Pero
estos tiempos han sido dolorosos, llenos de estrés, ansiedad y —para algunos de
nosotros— pérdidas. ¿Cómo podemos evitar ver la oscuridad y la desesperación
que parece presionarnos a nuestro alrededor? Porque, como yo y muchas personas
que conozco, hemos descubierto, el dolor es un gran maestro, posiblemente el
mejor maestro que podamos tener en la vida.
La
realidad es que las personas tienden a no cambiar a menos que haya un dolor
significativo. Tienen que ser forzados, muchas veces después de haber ofrecido
mucha resistencia para salir de su comodidad, para dejar a tras lo conocido y
lo familiar. Cuando eso sucede, pueden llegar a la revelación de que han estado
apostando por el caballo equivocado, por así decirlo. Una vez que comprenden
eso, se tornan dispuestos a considerar el cambio.
¿A
quién conoces que está estresado por los acontecimientos actuales, que se ha
visto atrapado por el pánico y la histeria? Quizás esto lo describa,
especialmente si todo lo que puede ver son los problemas desconcertantes que
parecen estar más allá de sus posibilidades. Si ese es el caso, esa persona
debe cambiar su enfoque. El apóstol Pablo lo dijo así: «Así que no nos
fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero,
mientras que lo que no se ve es eterno» [2 Corintios 4:18 NVI].
Si
has logrado mirar más allá de los problemas y centrarte en las promesas de
Dios, este es el momento perfecto para compartirlas con los demás. Busca las
oportunidades para hacer preguntas y profundizar en las relaciones con las
personas, amigos, compañeros de trabajo, e incluso con el jefe; porque muchas
personas tienen miedo. Sin fe, no pueden comenzar a ver todo lo bueno que puede
surgir de los tiempos difíciles.
Recuerda
esto: Dios no desperdicia el dolor. Y dadas las circunstancias en las que todos
hemos estado, tenemos oportunidades únicas para contarles a otros acerca de la
verdad que cambia vidas. Hay una parte que juega Dios, para traer luz a la
oscuridad. Pero tenemos nuestra parte, al ser sus representantes, sus
embajadores, para comunicar su mensaje eterno. No podemos hacer la parte de
Dios. Y él, no hará lo nuestra.
Por Ken Korkow - MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL
Comentarios
Publicar un comentario