Liberado de la droga
«Mi primer contacto con la droga fue cuando tenía trece años: primero un cigarrillo y después la jeringuilla. Me sentía miserable y sin fuerzas para escapar a esta esclavitud. A los diecinueve años traté de suicidarme lanzándome a un autobús, pero el conductor logró evitar la tragedia. Entonces me eché a llorar; sollozando, decía: ¡Oh Dios, oh Dios! Después de haber ido de un lado a otro sin rumbo. Un día fue como si Dios me respondiese llevándome en cierta dirección… Me encontré frente a una iglesia. La puerta estaba cerrada, y en el momento en que me iba, oí gritar a alguien: ¡Joven, ven acá! El anciano que me llamaba me inspiró confianza. Tomó mi brazo amablemente y me condujo hasta su casa, la cual estaba muy cerca de allí. –¿Cuál es tu problema?, me preguntó. –Estoy totalmente metido en la droga y soy incapaz de dejarla. Aquel hombre tomó su Biblia y me leyó este pasaje de Apocalipsis: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,