El ascenso y la caída de Amalec
Los conflictos han plagado la historia de la humanidad desde
tiempos inmemoriales y, sin embargo, en 2025, la mayoría de la gente en las
naciones occidentales nunca ha vivido bajo la sombra de la guerra. A día de
hoy, solo quedan unos pocos de los que recuerdan la Batalla de
Inglaterra de 1940 y los inquietantes sonidos de las sirenas de los ataques
aéreos. Aunque los terribles genocidios en Ruanda (1994) o Darfur (2003-2005)
pertenecen a la historia reciente, tales atrocidades resultan lejanas para la
mayoría de nosotros. Los devastadores ataques terroristas del 11 de septiembre
de 2001 y el derrumbe de las Torres Gemelas en la ciudad de Nueva York
desconcertaron al mundo —en especial a Occidente— y abrieron los ojos de muchos
ante una presencia muy real del mal desenfrenado. Tiempo después,
cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, las columnas de tanques y las
ciudades bombardeadas se convirtieron en imágenes habituales en todas las
plataformas informativas.
Un antiguo
enemigo
Lamentablemente, para la nación de Israel, la guerra ha dejado
una huella permanente y el terrorismo ha llegado a formar parte de la vida
diaria. Los israelíes desearían que no se identificara su nación con el
conflicto, ya que Israel ofrece un estilo de vida vibrante para las familias,
así como oportunidades para la innovación, historia, arte y música sin límites.
Sin embargo, desde el resurgimiento del Estado en 1948, cada generación de
israelíes ha tenido que dar un paso al frente para defender su nación. Las
victorias milagrosas que se han alcanzado desde entonces, son un testimonio
legendario de la mano protectora de Dios.
El 7 de octubre de 2023, ocurrió lo inimaginable. El mal se
desató cuando miles de terroristas de Hamás —acompañados de un bombardeo
con 4,300 misiles— penetraron en el interior de Israel y cometieron actos
de barbarie contra todos los que encontraban. Aparte del secuestro de más de
250 israelíes, no hubo supervivientes. Jóvenes y ancianos fueron masacrados y
torturados. Como si de lobos se tratara, Hamás buscó a las
víctimas más indefensas y débiles. Los escuadrones de seguridad y los soldados
israelíes que acudieron al sur, lucharon heroicamente mientras que la
nación consiguió deshacerse rápidamente de los invasores.
En lo que se convirtió en una guerra contra siete frentes, las
Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han movilizado a 300,000 soldados, el
ejército más numeroso de su historia, para defender a la nación. En el
epicentro de este conflicto se encuentra el régimen iraní. Como un pulpo con
sus tentáculos aferrados a la región, Irán ha ido estrechando
progresivamente el control en un esfuerzo por destruir a Israel, algo que
había prometido hacer desde la Revolución iraní de 1979. Sin embargo, Israel
aún resiste.
¿Cómo es posible algo así? Para encontrar la respuesta, nos
dirigimos a la Biblia y observamos cómo el Dios de Abraham, Isaac y Jacob obró
a través de la nación de Israel a lo largo de la historia; juró defenderlos en
el presente; y continúa siendo su esperanza para el futuro.
Un clamor a
Dios: la intercesión de Asaf
Desde el 7 de octubre de 2023 no he podido apartar de mi mente
el Salmo 83, compuesto por Asaf, y me gustaría
comenzar por ahí. Asaf vivió durante la época del rey David (1000 a.
C.) y se cree que fue uno de los directores musicales de su corte. Asaf
comienza el Salmo 83 clamando a Dios tres veces para que no se calle,
ni guarde silencio, ni permanezca quieto. Para el
lector español, estas palabras se pueden asociar unas con otras, pero Asaf las
eligió con una cuidada intención.
La primera palabra hebrea, traducida como “silencioso o quieto”,
es domi, que significa “hacer una pausa” o “descansar”; estar
tan cómodo que uno se encuentra desprevenido. Asaf ruega con urgencia a Dios
que escuche y permanezca vigilante, ya que una amenaza se cierne sobre Israel.
La segunda palabra, jaresh, a menudo traducida como “paz” o
“tranquilidad”, significa “sin palabras” o “estar sordo”. No se refiere
únicamente a permanecer callado o al impedimento que supone la
sordera, sino a guardar silencio deliberadamente sin ninguna intención
de actuar. Se trata de una llamada urgente a la
acción. Asaf, como judío fiel, entiende que el Dios de Israel es también
el Dios del mundo, que es completamente soberano y omnisciente. Al mismo
tiempo, sabe que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob es como un esposo para Israel
(Is 54:5) y ama a Su pueblo. No es indiferente, sino que desea una relación y
quiere escuchar a Sus hijos. Por eso, Asaf implora a Dios por la realidad que
enfrenta su nación.
«Porque he aquí que rugen Tus enemigos; y los que
te aborrecen alzan cabeza. Contra Tu pueblo han consultado astuta y
secretamente, y han entrado en consejo contra Tus protegidos. Han
dicho: “Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no
haya más memoria del nombre de Israel”». (Sal 83:2-4
RVR1960, énfasis añadido).
Observe el lenguaje de Asaf, en particular las palabras en
negrita. No explica la situación, sino que se centra directamente en la razón
de por qué los enemigos se habían unido tramando una
conspiración. Están en contra de Israel porque odian al Dios de Israel. En
última instancia, no son enemigos de Israel. ¡Se oponen a Dios! Esta es una
declaración profética atemporal que refleja siglos de historia judía y
continuará hasta que el Mesías venga a establecer Su Reino.
Que los enemigos
de Dios lo sepan
Asaf enumera los antiguos enemigos de Israel: Edom, Moab,
Amalec, Filistea, Asiria y Madián. Invoca a Dios para que se ocupe de estas
naciones violentas que odian a Israel. Mediante el juicio que pronuncia sobre
ellos clama a Dios que derrame una venganza justa. Haciendo uso de duras
palabras, Asaf exige que los enemigos de Israel quedan como “estiércol para
la tierra… polvo en remolino; como paja ante el viento. Como fuego que consume
el bosque, y como llama que incendia las montañas, así persíguelos con Tu
tempestad, y aterrorízalos con Tu torbellino. Cubre sus rostros de vergüenza…”
(Sal 83:10b, 13-16a).
Curiosamente, podemos ver además un destello del corazón de
Asaf, que no solo busca la aniquilación de las naciones enemigas, sino que
también pide que, mediante su destrucción y humillación, “…busquen Tu
nombre, oh Señor” (Sal 83:16b). Pero antes de que reaparezca este
pensamiento, Asaf vuelve a mostrar brevemente la indignación justa contra las
naciones sedientas de sangre que odian a Israel. “Sean avergonzados y
turbados para siempre; sean humillados y perezcan” (Sal 83:17).
Después alcanza el clímax de su composición, que es
el verdadero tema central para el director musical del Rey David: “Para
que sepan que solo Tú, que te llamas el Señor, eres el Altísimo sobre
toda la tierra” (Sal 83:18). Esta poderosa meditación se refleja en otros
pasajes de las Escrituras: cuando Dios le dijo a Moisés que demostraría su
poder contra Egipto para que supieran que Él es el Señor (Éx 7:5) o cuando
Rahab les dijo a los espías israelitas que las noticias de la victoria de
Israel sobre Egipto habían llegado a Jericó, aterrorizando al pueblo (Jos
2:9-13).
El espíritu de
Amalec
Sin embargo, un antiguo enemigo continuaba suponiendo una
gran amenaza para Israel: Amalec. En Éxodo 17:8 se describe a una nación
hostil cuyo líder, Amalec, atacó a Israel en Refidim. Israel salió victorioso,
pero Amalec era tan malvado que Dios le dijo a Israel que nunca olvidara lo que
Amalec les había hecho (Dt 25:17-19). Estos versículos comienzan a pintar un
cuadro terrorífico que refleja el sadismo de Amalec, quien condujo a
Israel a una guerra que resultó en su derrota (la de los amalecitas). Deuteronomio
25:18 explica que Amalec atacó «… a todos los agotados en tu
retaguardia cuando tú estabas fatigado y cansado…» de forma
brutal y calculada. La palabra en hebreo utilizada por Moisés para
referirse a “agotados” es hasal, que significa
“debilitado” o “débil”.
En este contexto, Amalec era lo suficientemente inteligente como
para saber que no podía derrotar a Israel, ya que el Dios de Israel acababa de
destruir a Egipto, la superpotencia de aquella época. Sin embargo, Amalec era
malvado porque «…él no temió a Dios» (v. 18b) y por eso decidió atacar a
bebés, niños, mujeres embarazadas y ancianos. No se trataba de una guerra
tradicional con dos ejércitos enfrentados, sino de una estrategia calculada de
asesinato y deleite en masacrar a los indefensos. Fue la oscuridad del corazón
de Amalec la que impulsó a Dios a ordenar a Israel: «…borrarás de debajo del
cielo la memoria de Amalec; no lo olvides» (v. 19b).
Cuando reflexiono sobre estos versículos y el doloroso peso de
sus palabras, no puedo evitar pensar en las imágenes y experiencias vividas del
7 de octubre de 2023; y en la masacre de israelíes perpetrada y celebrada por
Hamás. Curiosamente, la palabra hebrea hamás significa
“violencia”.
En el pensamiento judío, la figura de Amalec ha llegado a
representar el “Espíritu de Amalec” que perdura en cada generación, encarnado
en un personaje malvado que busca aniquilar al pueblo judío. Gran parte de este
pensamiento tiene su origen en texto de Éxodo 17:16b: «El Señor hará guerra
contra Amalec de generación en generación». Como cristianos, podemos pensar
en el epítome del futuro Anticristo (1 Juan 2:18), pero el apóstol Juan también
menciona que otros “anticristos han surgido”. A lo largo de la historia
se han podido observar personajes que se pueden identificar claramente con
las características del “Espíritu de Amalec”; personas con
el deseo de provocar estragos en la comunidad judía dondequiera que se
encontraran. Hombres como el Faraón, Amán, Antíoco Epífanes IV, Joseph Stalin,
Adolf Hitler o los ayatolás iraníes, encajan en el “Espíritu
de Amalec” con asombrosa precisión.
Dios se ocupará
de Amalec
La realidad es que Dios se ocupará de sus enemigos. Aunque desea
el arrepentimiento, también promete actuar contra los enemigos de Israel. Este
es el modelo bíblico. En Zacarías 2:8, Dios advierte contra tocar a “la niña
de Su ojo” (Israel). Cuando el rey Josafat clamó ante el Señor, Dios lo
consoló y después luchó en su nombre para destruir a los
enemigos de Judá (2 Cró 20:21). Cuando el rey Ezequías se humilló ante la
presencia de Dios, el Ángel del Señor destruyó el ejército asirio de Senequerib
(Is 37:33-38). Ester 3:1 revela que el malvado Amán era descendiente de Amalec.
La justicia de Dios se hizo efectiva cuando fue colgado en la horca que
construyó para Mardoqueo, poniendo así fin a sus planes de masacrar a los
judíos de Persia. El profeta Zacarías promete que en el futuro, el Señor mismo
defenderá a Jerusalén y erradicará a sus enemigos (Zac 14:12).
Una camiseta muy popular que se vende en muchas de las tiendas
de recuerdos de Israel enumera la larga lista de enemigos históricos de Israel:
el Antiguo Egipto, el Imperio Romano, la Alemania nazi y la Unión Soviética.
Cada uno de estos nombres aparece tachado, pero hay
un último nombre al final de la lista que aparece directamente
como “Irán…???”. En la parte inferior de la camiseta se pueden leer las
siguientes palabras: “El pueblo judío. ¡La más pequeña de las
naciones, pero con un Amigo en el Lugar más Alto! Así que… ¡SÉ AMABLE!”
Para los enemigos de Israel, así como para todas las personas violentas que
buscan destruirla, las palabras de Jesús (Yeshúa) resuenan: «Porque
todos los que tomen la espada, a espada perecerán» (Mt 26:52).
Israel contiene (nasa) el nombre de Dios (Éx 20:7). La
etimología de la palabra hebrea nasa se relaciona con la
nación que ha sido tatuada o sellada con el nombre de Dios. Debido a que Israel
representa el nombre de Dios, el mundo experimenta “agitación” cuando piensa en
Israel o entra en contacto con él. La expresión radical de esta agitación es lo
que conocemos como antisemitismo. Sin embargo, esta agitación también se puede
transformar en una atracción hacia algo único y positivo en Israel. Por lo
tanto, las naciones a menudo se sienten atraídas por Israel, buscando
cooperación y alianzas, a lo que Israel siempre corresponde.
Dicha agitación también puede provocar que las naciones ignoren o
sean indiferentes a Israel, e incluso lleguen a incitar al
odio irracional, la creencia conspirativa y la hostilidad abierta. Las
mismas reacciones hacia el pueblo judío se pueden observar también en menor
escala dentro de las comunidades y de forma individual. Existe un
denominador común que debería despertar algo entre los cristianos,
puesto que Jesús habló del precio de ser
Sus discípulos, que traería odio y persecución sobre ellos por
el simple hecho de testificar como sus seguidores. (Juan 15:18).
Esta historia de tensión, sufrimiento, guerra y tragedia
presumiblemente larga, llegará a su fin algún día. Un hecho que debería
despertar esperanza tanto en los cristianos como en los judíos. La conclusión
final es que Dios protegerá a Su nación y se encargará de sus enemigos y de
toda injusticia. Dios reina sobre la tierra y un día la tierra será llena del
conocimiento de Dios, como las aguas cubren el mar (Is 11:9). Llegará el día en
que los gentiles clamarán en gloriosa alabanza a Dios por Su fidelidad hacia
Israel (Sal 117). El Rey reinará y traerá justicia. Según los profetas judíos,
solo el Dios de Israel recibirá adoración. El profeta Zacarías lo expresó de
manera sucinta y clara: “El Señor será Rey sobre toda la tierra.
En aquel día el Señor será uno, y uno Su nombre” (Zac 14:9). ¡Qué
glorioso día le espera a la tierra en la era Mesiánica, cuando Amalec no sea
más que un lejano recuerdo, que nunca más volverá a levantar su horrible
cabeza!
por: Rvdo. Peter J. Fast, Presidente Ejecutivo Internacional
Traducido por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la
Paz
Revisado por Ara Sainz – Voluntaria en Puentes para la
Paz
Bibliografía
Brown, F., S. Driver, and C. Briggs. The
Brown-Driver-Briggs Hebrew and English Lexicon. Peabody, MS: Hendrickson
Publishers, 1996.
Imes, Carmen. Bearing YHWH’s Name at Sinai: A
Reexamination of the Name Command of the Decalogue. University Park, PA:
Eisenbrauns, 2018.
Lambert, Ryan C. The Weird Apostle. Ryan Lambert Forum, 2024.
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