El año del refrigerio en Él
En nuestros calendarios gregorianos, ha empezado otro año nuevo, esta
vez un año bisiesto. Eso significa que el 2024 trae una oportunidad adicional
para disfrutar de las misericordias de Dios, que son frescas y nuevas cada
mañana. Al igual que otros años nuevos, muchos de nosotros nos hemos tomado el
tiempo para examinar un poco nuestras vidas, mirar hacia atrás en el 2023 y
planificar un 2024 con menos errores, más concentración, más ejercicio y menos
kilos —todas esas buenas intenciones que parecen desaparecer mágicamente a
finales de febrero—.
Pero este año fue diferente. Para millones de cristianos en todo el
mundo, el año nuevo no fue tan significativo esta vez, ya que pensamos menos en
los 365 días desde el último año nuevo y más en los 86 días desde que el mundo
cambió para siempre el 7 de octubre. Nos sentimos vacíos al pensar en aquellos
israelíes que celebraban el año nuevo en cautiverio en circunstancias
horribles; en los miles de hombres y mujeres jóvenes en el campo de batalla,
luchando y muriendo en una guerra contra un mal incomprensible; en un país
entero devastado y de luto por sus hijos e hijas, maridos y amigos. Y lloramos
por el Israel que una vez conocimos, por la muerte de la inocencia y el
surgimiento de un odio tan vil que desafía la imaginación.
Al hablar con pastores y líderes, así como con personas no clérigos que
llenan las sillas de las iglesias los domingos por la mañana, me he dado cuenta
de que lo que está sucediendo en Israel está causando un efecto profundo en
muchos cristianos. Los creyentes que aman y apoyan a Israel sienten una
conexión fuerte e inexplicable con esa tierra. Israel está en sus corazones y
el amor que sienten está ahí porque el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob lo
puso ahí. A menudo, no pueden explicar por qué se sienten así, pero saben —al
encontrar el pacto eterno de Dios con Israel página tras página en la Biblia—
que el Israel de hoy es el cumplimiento de innumerables profecías que se
encuentran en Su palabra. Y mientras Israel se enfrenta a un horror desconocido
para el Estado moderno, ellos, como muchos judíos de la diáspora (la población
judía fuera de Israel), quedan devastados. Ellos también se encuentran sin
dormir o con el sueño plagado de pesadillas de atrocidades. Y se sienten
impotentes, deseando desesperadamente ser un instrumento de consuelo para
quienes están de luto, queriendo ayudar y ser una luz de esperanza para sus
amigos judíos que enfrentan una oscuridad desconocida desde el Holocausto.
Una necesidad de refrescamiento
Creo que ese deseo es uno de los llamamientos más elevados para la
Iglesia hoy. La Biblia deja claro que es la voluntad de Dios que Su pueblo
escogido encuentre verdaderos amigos y socios en la Iglesia gentil. Pero, para
que los creyentes puedan llevar consuelo y aliento a una comunidad judía
devastada, nosotros mismos necesitamos ser refrescados. Sin embargo, muchos me
han dicho que luchan con esta idea y les resulta difícil —incluso incorrecto—
buscar refrigerio para ellos mismos cuando otros sufren tanto. Pero creo que
refrescarse y revitalizarse es fundamental para que la Iglesia cumpla su
llamado como defensora de Israel, y la Biblia tiene mucho que decirnos sobre su
importancia.
El concepto prevalece más en las Escrituras de lo que imaginas. Dios
habla de ello en Génesis; Moisés habla de ello en Éxodo; lo encontramos en 1
Samuel; David lo destaca a menudo en los Salmos; Isaías y Jeremías lo abordan
como lo hacen otros profetas; Jesús lo analiza en los Evangelios; y Pablo lo
menciona a menudo en las Epístolas. ¡Es un concepto importante!
A medida que lo exploramos, descubrimos que hay varias palabras
diferentes —tanto en hebreo como en griego— que se traducen como “refrescar” o
“refrescante” y que en realidad tienen significados diferentes. Me gustaría
examinar tres de esas palabras que creo que son una ventana al corazón de
nuestro Padre; palabras que ofrecen significados más profundos que Él quiere
que entendamos al entrar en un nuevo año con el corazón apesadumbrado y el
deseo de mostrar Su amor a aquellos a quienes Él dice, son “la niña de Su
ojo” (Zacarías 2:8).
Cesar de hacer cosas
A través de Moisés, Dios nos dice en Éxodo 31:17: «Es una señal entre
Yo y los israelitas para siempre. Pues en seis días el Señor hizo los cielos y
la tierra, y en el séptimo día cesó de trabajar y reposó». La palabra
hebrea para “reposó” en este caso significa respirar o recibir aliento. Y la
palabra para “descansar” es shabat, que significa cesar de
cualquier movimiento o trabajo para recuperar y reunir fuerzas, permanecer en
silencio, dejar de hacer. Eso es lo que hizo Dios. No “descansó” sino que cesó
de hacer. Se mantuvo en silencio y mientras lo hacía, se sintió renovado. Pudo
respirar.
¿Alguna vez te has enfrentado a una fecha límite, un momento en el que
tenías que terminar un proyecto o una tarea y te preocupaste constantemente
hasta que, por fin, lo lograste? ¡Por fin pudiste respirar! Esa
sensación de alivio, de relajación, de libertad de las presiones de la vida se
resume en este concepto.
Lamentablemente, vivimos en un mundo que pone gran énfasis en el hacer.
Muchos de nosotros hemos caído en la trampa de encontrar nuestro valor en todo
lo que hacemos. La respuesta a la pregunta “¿Cómo estás?” a menudo es
algo como: “Estoy muy bien. Muy ocupado, por supuesto, pero estoy bien”.
Y eso nos mete al juego del enemigo de nuestras almas. Él quiere que estemos
ocupados, que nunca cesemos de hacer cosas, que nunca descansemos, que nunca
nos refresquemos.
Dios, sin embargo, quiere que cesemos y desistamos, que dejemos nuestro
constante “hacer-hacer” y que descansemos en Su presencia, siendo bañados por
Su amor extravagante, escuchando Su voz, respirando. Nuestra
respuesta a “¿Cómo estás?” debería ser: “¡Genial! ¡Estoy
descansando! Me estoy refrescando en la presencia del Señor”.
Nunca más debemos creer que estamos demasiado ocupados para pasar tiempo
en la presencia de Dios, siendo fortalecidos y renovados para poder volver a
entrar en la batalla. Nuestro Padre quiere que respiremos.
También debemos recordar que la misma palabra significa recibir aliento.
Cuando leemos que Dios creó a Adán, a veces imaginamos a un hombre que Dios
acababa de moldear con el barro de la tierra, de pie ante Dios, esperando
pacientemente el siguiente paso en el proceso. Pero hasta que Dios sopló su
vida en él, Adán no era más que un montón de barro. Fue el aliento de Dios lo
que le dio vida, lo que lo vigorizó, lo refrescó y lo envió a cuidar el jardín.
Cuando dejamos de hacer y pasamos tiempo descansando en la presencia de Dios,
Él sopla vida sobre nosotros, revigorizándonos como lo hizo con Adán,
preparándonos para lo que nos traiga el futuro.
Levanta tu voz
En 1 Samuel 16:23, leemos que el Rey Saúl estaba plagado de un “espíritu
malo” que le impedía dormir, relajarse o descansar e incluso le provocaba
ataques de depresión maníaca. Aquí encontramos nuestra segunda palabra hebrea
traducida como refrescar. Significa refrescarse, recuperarse de los
efectos del calor, respirar aire, revivir. Cuando David, el hijo pastor de
Isaí, compuso música para el rey, ese espíritu malo tuvo que huir y Saúl pudo
por fin descansar, recuperar la calma, recuperarse de los efectos de la
opresión. Por supuesto, la única música que David hizo fue música de adoración,
alzando su voz en alabanzas al Dios de Israel. Esos “espíritus malos” que nos
atormentan, que nos causan preocupación, duda o ansiedad sólo huirán cuando
levantemos la voz en alabanza al Señor.
Sin embargo, alabar a Dios no termina con la música de adoración. Los
rabinos enseñan que debemos encontrar al menos 100 razones para bendecir al
Señor todos los días, expresándole a Él nuestra gratitud y agradeciéndole por
Su amor y dirección en nuestras vidas. ¿Somos agradecidos o somos quejosos?
¿Somos intencionales en nuestro discurso, dando gloria al Señor por todo lo
bueno en nuestras vidas, o cedemos a la tentación de quejarnos, expresando
nuestra insatisfacción con nuestra suerte actual?
Recientemente, me encontré con una amiga cristiana a quien no había
visto desde hacía algún tiempo. En respuesta a mi pregunta sobre cómo estaba,
su respuesta me sorprendió. “Estoy en un lugar realmente bueno“, dijo
ella. Luego explicó todas las cosas maravillosas que Dios había hecho por ella
para traerla a ese lugar. Esperaba la típica letanía de todas las cosas que
estaban mal en su vida, pero su respuesta me encantó. A través de su
testimonio, me sentí renovada.
El refrigerio de comunidad
Eso me lleva a nuestra tercera palabra. En las Escrituras cristianas,
una de las palabras griegas traducida como refrescarse en
realidad significa refrescarse con otra persona, descansar juntos o dar y
recibir refrigerio mediante la interacción mutua. Lo encontramos en versos
como:
1 Corintios 16:18: “Porque ellos han recreado mi espíritu y el
de ustedes. Por tanto, reconozcan a tales personas”.
Filemón 1:7: “Pues he llegado a tener mucho gozo y consuelo en
tu amor, porque los corazones de los santos han sido confortados por
ti, hermano”.
Romanos 15:32: “Y para que con gozo llegue a ustedes por la
voluntad de Dios, y encuentre confortante reposo con ustedes”.
Nuestro año de victoria
Entonces, ¿qué nos dice Dios para el 2024? No hay manera de que podamos
saber lo que nos deparará este año. Las predicciones son que la guerra con
Hamás continuará durante los próximos 12 meses. Si aumentan los enfrentamientos
en la frontera norte, la situación empeorará. Pero una cosa sí podemos saber
con seguridad. Nunca ha sido más importante para los creyentes tomar más en
serio el concepto de refrigerio. Desde el punto de vista bíblico,
en realidad no es una elección; es una instrucción. Y si nosotros, como socios
cristianos de Israel, vamos a cumplir nuestro mandato de llevar consuelo y
aliento a una nación asediada, debemos ser renovados y revitalizados por el
Señor.
Debemos dejar de lado todo lo demás y priorizar descansar en Su presencia, escuchar al Espíritu Santo y comprender cuán profundo y amplio, cuán extravagante es Su amor. Debemos ser lavados en él y bañados con ese amor todos los días.
Tenemos que priorizar la adoración, haciéndola parte constante de
nuestra vida, cantando y alabando al Señor. Y tenemos que recordar ser
intencionales en nuestro discurso, expresando nuestro agradecimiento al Señor,
siendo agradecidos y no quejosos.
Finalmente, y quizás lo más importante, debemos pensar más en refrescar
a los demás que en refrescarnos nosotros mismos. A medida que unimos nuestras
voces a las de otros, hablando en apoyo de Israel y oponiéndonos a las
multitudes que apoyan ciegamente a Hamás, seremos refrescados y también lo
serán muchos otros que se sentirán renovados por nuestro testimonio.
Por más terribles que puedan ser las proyecciones para este 2024, creo
que Dios nos está llamando como creyentes en Su palabra y en Su fidelidad para
hacer del 2024 nuestro año de victoria. Que este sea el año en el que aclaremos
nuestras prioridades; en el que dejemos de hacer cosas innecesarias; y hagamos
del tiempo con Él lo más importante de nuestras vidas. Que este sea el año en
el que aprendamos a escuchar verdaderamente a Su Espíritu Santo y a responder
con obediencia gozosa, amando a Su pueblo y apoyándolo en todo lo que podamos.
Que este sea el año del poder de Dios abrumando el mal, de la liberación de los
cautivos y de la restauración de sus vidas. Que este sea el año declarado por
la historia como el año de los milagros; el año de la fidelidad de Dios a Su
pueblo; y de la unión de judíos y cristianos en celebración del Dios al que
servimos. Que este sea el año del refrigerio.
BRIDGES FOR PEACE
Por: Rvda. Cheryl Hauer, Vicepresidenta
Internacional
Traducido por Robin Orack – Voluntaria en
Puentes para la Paz
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