La palabra «Navidad»
Un profesor de psicología les dio a sus estudiantes un examen de
asociación de palabras. Les dijo que escribieran lo primero que les viniera a
la mente tan pronto como él dijera cada palabra. Por ejemplo, si decía
«conversación», podían escribir «teléfono» o «diálogo». Una de las palabras de
ese día causó diversas reacciones y asociaciones sumamente interesantes. La
palabra era «Navidad».
Estas fueron algunas de las palabras que asociaron con la Navidad:
cohetes, fiesta, lechón asado, baile, licor, regalos, árbol y luces. Entre
todas las asociaciones no hubo ninguna referencia a Jesucristo, ni siquiera a
su nacimiento.
La verdad es que muy poco de lo que hacemos hoy día se asocia con lo
espiritual. Muy pocas de nuestras actividades tienen alguna relación con lo
divino. Muy pocos de nuestros pensamientos abordan lo religioso. Hablamos con
vehemencia en contra del materialismo.
Nos sorprendemos cuando alguien afirma
que es ateo. Nos enojamos cuando alguna persona ridiculiza las cosas
religiosas. Y sin embargo guardamos muy poca relación con lo espiritual. Claro
que de cuando en cuando vamos a la iglesia, quizás una vez al mes o hasta una
vez a la semana. Pero muchas veces lo hacemos para salir de una exigencia
social. Desde luego que buscamos a Dios en los momentos de tragedia, pero esto
también viene a ser un acto de último recurso, cuando no nos queda otra
esperanza en la vida. Mientras tenemos buena salud y disfrutamos de
popularidad, mientras nuestros amigos nos acogen y todo nos va bien, no
buscamos seriamente a Dios.
Así que aquellas asociaciones con la palabra
«Navidad» revelan algo que se expresa en todas las facetas de nuestra vida.
Si aquel profesor les hubiera dicho la palabra que pusimos como ejemplo,
«conversación», habría escogido una de las palabras que más debiéramos asociar
con la Navidad. Porque a los ojos de Dios, lejos de representar cohetes,
fiestas, lechón asado, baile, licor, regalos, árbol y luces, la Navidad fue el
principio de un nuevo diálogo que entabló Él con nosotros.
Esa primera Nochebuena,
Dios el Padre, mediante el nacimiento de su Hijo Jesucristo, reparó la línea de
comunicación con nosotros que se había cortado a fin de que pudiéramos
restablecer con Él la comunión que habíamos perdido. De modo que ahora todos
podemos tener comunión íntima y constante con Dios. Él está esperando que
respondamos a la llamada celestial que nos hizo por medio de su Hijo. Pues es
mediante esa conversación que restablecemos la conexión y mostramos que
comprendemos el verdadero sentido de la Navidad.
por Carlos Rey - Un Mensaje a la Conciencia®
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