Embajadores e Intercesores
Nos encontramos en momentos de la historia mundial
cuando la confrontación entre las fuerzas del bien y del mal, entre la luz y
las tinieblas, es más pronunciada que nunca. Recientemente, el Instituto para
la Economía y la Paz publicó su anual Índice de Paz Global. Concluyó lo
siguiente: “El mundo es un lugar cada vez más peligroso.” Según sus hallazgos,
de los 195 países en el mundo, sólo diez (el 5%) están actualmente libres de
conflicto. Según sus factores para medir la carencia de paz global, el
conflicto mundial aumentó tanto en 2015 como en 2016. Eso no nos debe
sorprender. Los capítulos 11 y 12 de Daniel describen las dificultades y las
ansiedades que acompañarán el final de los tiempos. En el evangelio de Mateo
24:4-13, leemos las mismas advertencias cuando Yeshúa (Jesús)
dijo que habrá guerras y rumores de guerra, peores desastres naturales y mayor
anarquía. Claramente, la Biblia nos dice que todas esas cosas ocurrirán con
mayor frecuencia a medida que el final de los siglos se aproxima.
La batalla gira principalmente en torno a valores
morales. Individuos, familias y naciones deben escoger por cuál lado de esta
batalla cósmica se encontrarán. Cada día somos enfrentados con decisiones.
Nuestras respuestas a esas decisiones reflejarán en dónde yace nuestra
fidelidad, sea de un lado o del otro. En todo caso, esta batalla espiritual es
tan antigua como la humanidad misma. Un lado defiende los valores morales dados
al mundo por el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Han sido llamados a ser luz a
las naciones y una bendición para todos los pueblos, demostrando la bendición y
paz que resultan de seguir las instrucciones amorosas de Dios. El otro lado
niega la existencia de Dios y camina contrario a Sus estándares morales. Sus
adherentes no se preocupan por el pobre, abusan de los débiles y proclaman que
su poder les otorga el derecho de hacer lo que ellos quieran. Esa actitud a
menudo se describe como el espíritu de Amalec.
A medida que el mundo se vuelve cada vez más
caótico, ¿cómo debemos responder las personas de fe? La Biblia, la Palabra
Santa de Dios, tiene mucho que enseñarnos respecto a este antiguo conflicto
cósmico. Muchos de nuestros personajes bíblicos favoritos se encontraron en esa
misma batalla. El rey David no era ignorante del conflicto de las edades, y sus
escritos en el libro de los Salmos contienen muchas enseñanzas para los judíos
y cristianos sobre dicha batalla.
David Nekrutman, Director Ejecutivo del Centro para
la Comprensión y Cooperación Judío-Cristiana, enseña que si uno realmente
quiere saber lo que el pueblo judío cree, debe estudiar su Sidur, o
el libro de oraciones judías. Observará que sus oraciones son mayormente
tomadas de los Salmos. Eruditos cristianos nos dicen que los Escritos de los
Apóstoles (Nuevo Testamento) también contienen sobre 100 citas de los Salmos.
La relevancia de esos bellos versos para cada nueva generación es lo que los
hace trascender el tiempo.
Un ejemplo es el Salmo 2. Veamos lo que podemos
aprender sobre este salmo y cómo lo podemos aplicar a nuestras vidas hoy día,
especialmente a la luz de la creciente batalla entre el bien y el mal en este
mundo.
Salmo 2
¿Quién escribió el Salmo 2? Tanto el Salmo 1 como
el 2 comienzan su narrativa sin un título ni adjudicación de autoría. Sólo
podemos hacer conjeturas sobre su autoría y la fecha en que se escribieron. Por
lo general, las primeras dos secciones del libro de los Salmos (capítulos 1-72)
incluyeron un título y el nombre del autor. De hecho, 38 de los 41 salmos en la
primera sección se atribuyen directamente a David. ¿Podemos asumir que el
compilador de los salmos entendía que este era un salmo de David? El rabino
Pesaj Wollicki, Director Asociado del Centro para la Comprensión y Cooperación
Judío-Cristiana, enseña que cuando algo que normalmente se encuentra en el
texto bíblico es omitido, debemos preguntar la razón para ello.
Desafortunadamente, en este caso, es imposible saber la razón. Sin embargo, los
judíos siempre lo han considerado como compuesto por David, y existe evidencia
de que los primeros autores y líderes cristianos tenían la misma opinión: “…unánimes
alzaron la voz a Dios y dijeron: ‘Oh, Señor, Tú eres el que HICISTE EL CIELO Y
LA TIERRA, EL MAR Y TODO LO QUE EN ELLOS HAY’, el que por el Espíritu Santo,
por boca de nuestro padre David, Tu siervo, dijiste: ‘¿POR QUE SE ENFURECIERON
LOS GENTILES, Y LOS PUEBLOS TRAMARON COSAS VANAS?’” (Hechos 4:24-25).
Por otro lado, la mayoría de los comentaristas
judíos y cristianos concuerdan que el Salmo 2 es mesiánico. Podemos ver
referencias a este Salmo en cuatro lugares de los Escritos de los Apóstoles
(Hechos 4:25, 13:33; Hebreos 1:5 y 5:5). Aunque los versos pudiesen referirse a
David, dichos autores dicen que también se refieren al Mesías. Por ejemplo,
cuando las naciones vecinas fueron dadas a David, eran sólo un pequeño número
de naciones que le servían. Por eso podemos alegar que el Salmo 2,
probablemente compuesto por el rey David, tiene su pleno cumplimiento en el
Mesías.
Salmo 2 en la Actualidad
El Salmo 2 comienza diciendo: “¿Por qué se
sublevan las naciones, y los pueblos traman cosas vanas? Se levantan los reyes
de la tierra, y los gobernantes traman unidos contra el SEÑOR y contra Su
Ungido…” (vs. 1-2). Algo parecido lo pudiéramos leer en los periódicos
del día, y describe lo que continuamente hacen las Naciones Unidas, la Unión
Europea y muchas otras naciones contra Israel. Hay un renovado esfuerzo por la
mayoría de las naciones mundiales por deslegitimar los derechos para la
existencia de Israel. Hay una mentalidad renuente en aceptar al Dios de Israel
y Su soberanía sobre la Tierra que Él escogió como Suya propia.
Además de las consideraciones físicas y políticas
contra Israel, opino que finalmente las naciones se sublevarán y tramarán
juntos contra el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Ya se oponen a Su gobierno
sobre este mundo y los pueblos. Lo niegan como Creador y niegan Su autoridad
para darles mandamientos, aunque sean por su propio bien. El verso 3 describe
su meta en común: “¡Rompamos Sus cadenas y echemos de nosotros Sus
cuerdas!”
El contexto histórico del salmo es probablemente
una referencia a los planes de los filisteos por anular su pacto con David y
las recién unificadas tribus de Israel. Pero también tiene un significado más
amplio. El comentario de los tehilim (salmos) por Artscroll
Tanach Seriesincluye una interpretación del rabino Samson Raphael Hirsch,
uno de los principales eruditos de la Torá (Génesis a
Deuteronomio) del siglo 19, quien dijo: “El yugo del ungido de Dios también
recae sólidamente sobre los cuellos de las naciones gentiles. El moser (מוסר),
la cuerda del Mesías, es el musar, la auto-disciplina moral que
este enseña, inhibiendo así los deseos desenfrenados de la humanidad y
enyugando al hombre con responsabilidades. Dichas limitaciones son repugnantes
para las naciones que ansían librar su conciencia de cualquier inhibición.”
Ciertamente, si Dios es Rey Creador, entonces tiene el derecho de darnos Sus
instrucciones. Estas producen vida y plenitud en los individuos y las
sociedades que le aman, pero los que niegan a Dios se rebelan contra ellas.
En el Salmo 2 vemos a otras personas que hablan.
¿Quiénes son? El salmista había comenzado el discurso en el primer verso como
narrador. Entonces en el verso 6, Dios pronuncia un decreto: “Pero Yo
mismo he consagrado a Mi Rey sobre Sion, Mi santo monte.” El narrador
nuevamente habla: “Ciertamente anunciaré el decreto del SEÑOR que me dijo…”
(v. 7a). Luego, El que hizo el decreto continúa diciendo: “…‘Mi Hijo
eres Tú, Yo Te he engendrado hoy. Pídeme, y Te daré las naciones como herencia
Tuya, y como posesión Tuya los confines de la tierra. Tú los quebrantarás con
vara de hierro; los desmenuzarás como vaso de alfarero’”(versos 7b-9). ¿Ve
usted por qué es tan importante conocer quiénes son los que hablan en este
salmo? Si fuera David, podría estar refiriéndose a sí mismo en el verso 7 como
el personaje referido en el decreto.
Sin embargo, como otros tantos pasajes proféticos,
el “decreto” puede interpretarse en varios niveles. Podría referirse tanto a
David o a su descendiente, el Mesías que habría de venir. Algunos piensan que
el “decreto” se refiere a la promesa hecha por Dios en 2 Samuel 7:14, donde
Dios habló a David acerca de su descendiente: “Yo seré padre para él y
él será hijo para Mí.” Esa promesa, en su contexto original, tiene
varios niveles de interpretación: “Cuando tus días se cumplan y reposes
con tus padres, levantaré a tu descendiente después de ti, el cual saldrá de
tus entrañas, y estableceré su reino. El edificará casa a Mi nombre, y Yo
estableceré el trono de su reino para siempre. Yo seré padre para él y él será
hijo para Mí. Cuando cometa iniquidad, lo castigaré con vara de hombres y con
azotes de hijos de hombres, pero Mi misericordia no se apartará de él, como la
aparté de Saúl a quien quité de delante de ti. Tu casa y tu reino permanecerán
para siempre delante de Mí; tu trono será establecido para siempre” (2
Sam. 7:12-16). Algunas partes evidentemente se refieren a su hijo Salomón como
heredero inmediato de David al trono, pero otros aspectos sólo pueden referirse
al Mesías, el futuro descendiente del rey David.
En el verso 8, Dios dice: “Pídeme, y Te daré las
naciones como herencia Tuya, y como posesión Tuya los confines de la tierra.”
¡Qué promesa maravillosa! ¡Qué palabra tan confortante! ¿Pero a quién le hizo
esa promesa? ¿Es relevante para nosotros hoy día? La comunidad cristiana
frecuentemente tiende a leer un verso y apropiarlo para sí mismo. Eso no es
necesariamente malo, pero debemos recordar que el texto original fue dado en
cierto contexto para cierto individuo o grupo. Por ejemplo, Jeremías 29:11
dice: “‘Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes,’ declara el SEÑOR
‘planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una
esperanza.’” Aunque Dios originalmente dijo eso a Judá por medio de Su profeta,
también es cierto que, en Su omnisciencia, Dios sabe los planes que tiene para
cada uno de Sus hijos en cada generación. Yo opino que el Salmo 2:8 es
relevante para nosotros hoy día en ese mismo modo. Comienza diciendo: “Pídeme…”
La implicación es que si la persona que es instalada como rey en el Monte de
Sion en verso 6 no obedece la orden de pedir, entonces no recibirá las naciones
como su herencia. Es un mandato claro para que presente su petición, ¿pero a
qué se refiere realmente? La palabra hebrea usada aquí es shaal (שאל), que
significa “preguntar,” pero también implica “pedir.”
Comprendiendo Nuestra Responsabilidad
Dios desea que Su pueblo, tanto judío como
cristiano, sea luz a las naciones, llevando un conocimiento fidedigno sobre Sus
instrucciones dadas al mundo, según expresadas en las Escrituras. En Éxodo
19:5-6, Dios dice: “Ahora pues, si en verdad escuchan Mi voz y guardan
Mi pacto, serán Mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque Mía es toda
la tierra. Ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y una nación santa.’
Estas son las palabras que dirás a los Israelitas.” Por medio del
profeta Isaías, Dios también les dijo: “‘Ustedes son Mis testigos,’
declara el SEÑOR, ‘y Mi siervo a quien he escogido…’” (Isa. 43:10). En
los Escritos Apostólicos, Pedro amplía el sentido de ese pasaje para incluir a
todos los que son del pueblo de Dios en Yeshúa, diciendo: “Pero
ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquél que los
llamó de las tinieblas a Su luz admirable. Ustedes en otro tiempo no eran
pueblo, pero ahora son el pueblo de Dios; no habían recibido misericordia, pero
ahora han recibido misericordia. Amados, les ruego como a extranjeros y
peregrinos, que se abstengan de las pasiones carnales que combaten contra el
alma. Mantengan entre los Gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en
aquello que les calumnian como malhechores, ellos, por razón de las buenas
obras de ustedes, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la
visitación” (1 Pedro 2:9-12).
Por lo tanto, debemos ser testigos y embajadores de
Dios. El rabino Jonathan Sacks dice: “Cuando los judíos son fieles a su misión,
cuando viven y dirigen e inspiran a otros, siendo judíos, el nombre de Dios es
exaltado. Ninguna nación ha recibido una responsabilidad tan grande y crucial
como esta. Y también significa que cada uno de nosotros tenemos una
responsabilidad en esa tarea.” Nosotros los cristianos, siendo creyentes en el
Dios de Israel y quienes nos hemos identificado con el Israel de Dios,
adquirimos esa misma responsabilidad de ser embajadores de Dios. Yeshúa dijo: “Ustedes
son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni
se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija (un almud), sino sobre el
candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille la luz de
ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen
a su Padre que está en los cielos” (Mat. 5:14-16).
A medida que damos a conocer el verdadero Dios por
medio de nuestras vidas y enseñamos sobre Su compasión y justicia moral, las
naciones del mundo también podrán entrar en una relación correcta con Él. A la
larga, los que se oponen a Su autoridad algún día tendrán que admitir que la
verdadera bendición proviene de conocer al único Dios y de vivir según Sus
principios. El Salmo 126:2 nos recuerda la manera en que las naciones
responderán cuando vean que Dios nos bendice mientras andemos en Sus
caminos: “…Entonces dijeron entre las naciones: ‘Grandes cosas ha hecho
el SEÑOR con ellos.’”
Nuestra Respuesta
Nosotros reconocemos al Dios de Abraham, Isaac y
Jacob como Rey soberano de este mundo que creó, y somos responsables por
adelantar Su reino. Debemos vivir vidas ejemplares que brillen ante los demás.
También debemos actuar en respuesta al Salmo 2:8, intercediendo por las
naciones.
El espíritu de Amalec es fuerte en el que rehúsa
reconocer a Dios. Sin embargo, Yeshúa nos enseñó,
diciendo: “Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les
abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama,
se le abrirá. ¿O qué hombre hay entre ustedes que si su hijo le pide pan, le
dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si
ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su
Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que Le piden?” (Mat.
7:7-11, énfasis añadido).
La palabra griega usada en el verso 7 por “pedir”
es aiteo. En general, significa pedir, rogar, clamar, procurar,
desear. Implica exigir algo que se le debe. Nosotros, como seguidores de Dios,
intentamos difundir Su reino en este mundo, y tenemos el derecho de pedir por
las naciones como nuestra herencia. Yo podría también decir que Dios espera que
le pidamos, y si no se lo hacemos, no cumplimos con Su mandato. Sabemos que es
la voluntad de Dios que toda la humanidad ande en Sus caminos y sea bendecida.
Cuando intercedemos por las naciones, oramos en contra del espíritu de Amalec,
y podemos tener la confianza de que oramos según la voluntad de Dios.
En Santiago 4:2, dice: “…No tienen, porque
no piden.” Muchas culturas tienen frases populares similares sobre
esta verdad de “pedir.” Por ejemplo, en la nación Sotho de Sudáfrica se dice:
“El bebé que rehúsa llorar morirá de hambre sobre la espalda de su mamá.” Los
ingleses dicen: “Muchas cosas son desaprovechadas por no pedir.” Un proverbio
de Azerbaiyán dice: “No es vergüenza el no saber algo, pero es vergüenza el no
pedir.” Y en Japón, dicen: “Pedir es una vergüenza temporera; el no pedir es
una eterna.”
Juan nos recuerda: “Esta es la confianza
que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a Su
voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que
pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que Le hemos hecho”(1 Jn. 5:14-15).
Su Palabra nos dice que a la postre, “todos
los términos de la tierra se acordarán y se volverán al SEÑOR, y todas las
familias de las naciones adorarán delante de Ti. Porque del SEÑOR es el
reino, y Él gobierna las naciones” (Sal. 22:27-28). ¡Qué gran reto y
bendición! Por medio de nuestras vidas y nuestra intercesión, podemos
influenciar el resultado de esta batalla cósmica.
Dios promete que Él finalmente derrotará al
espíritu de Amalec en este mundo y cumplirá los versos en el Salmo 22:27-28, haciendo
que todos los pueblos lo reconozcan y le adoren. Pero también espera que
hagamos nuestra parte. Dios dijo: “…Yo borraré por completo la memoria
de Amalec de debajo del cielo.” Él dijo que Él lo haría. Luego, en
Deuteronomio 25:19, Dios ordena a los israelitas que lo hagan: “Por
tanto, cuando el SEÑOR tu Dios te haya dado descanso de todos tus enemigos
alrededor, en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da en heredad para poseerla,
borrarás de debajo del cielo la memoria de Amalec; no lo olvides.” Pero
en los versos anteriores les había advirtido: “Acuérdate de lo que te hizo
Amalec en el camino cuando saliste de Egipto…” (Deut. 25:17). El
rabino Shlomo Riskin pregunta: ¿Cómo puede Dios ordenar al pueblo judío que se
acuerde de las acciones de Amalec y que también borre su memoria? Él propone
que no es por medio de la aniquilación, sino por medio de la conversión. Si
Israel logra que los amalecitas anden en compasión y rectitud moral, seguirán
al verdadero Dios. Entonces la memoria de su previa acción contra Dios sería
completamente borrada y olvidada.
Dios escogió al pueblo judío para que fuese Su
especial tesoro entre las naciones del mundo. Los escogió por la razón que
describe en Su Palabra: “Y Yo lo he escogido para que mande a sus hijos
y a su casa después de él que guarden el camino del SEÑOR, haciendo justicia y
juicio, para que el SEÑOR cumpla en Abraham todo lo que Él ha dicho acerca de
él” (Gén. 18:19). Les ordenó que fuesen un reino de sacerdotes y
nación santa, y que bendigan a todas las familias de la tierra (Gén. 12:3),
reflejando de esa manera el carácter de Dios. Si usted cree en el Dios de
Israel y se ha comprometido a unirse en esta misión de transformar al mundo,
entonces debe vivir una vida que refleje la gloria de Dios y debe interceder
por las naciones.
Ya conocemos cómo todo terminará: Dios cumplirá Su
redención final, sujetando todo en una relación correcta con Él. Pero la manera
en que hemos de llegar a ese momento depende de nosotros y de nuestra
disposición por participar activamente para hacer que Su Reino se convierta en
una realidad.
por: Terry Mason, Director Asistente de Desarrollo
Internacional
Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos Hispanos
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