GEDEÓN: VALIENTE GUERRERO
El relato
bíblico de Gedeón y su victoria sobre los madianitas durante el período de los
jueces es uno que todo niño de Escuela Bíblica habrá escuchado por lo menos una
vez. Yo me encuentro entre ese grupo. Luego, como adulta en un Instituto Bíblico,
volvió a aparecer la historia de Gedeón. Surgió fuera de clases mientras
compartía con un grupo de amistades. Estas son las palabras que surgieron de mi
boca: "Yo desearía ser uno de los 300 que Gedeón escogió." Recuerdo
que me sorprendí, incluso hasta quedé en shock, porque nunca me había
considerado ni valiente ni atrevida. ¿Qué podemos aprender de Gedeón? Le invito
a regresar a ese tiempo de los jueces para ver la vida y los tiempos de uno de
los valientes guerreros de Dios.
¿A Quién Serviremos?
El libro de
Jueces cubre el período transicional entre la muerte de Josué, el sucesor de
Moisés, y Saúl, el primer rey de Israel. Bajo el liderato de Josué, los
israelitas realizaron muchas batallas y conquistaron sólo parte de su herencia,
porque muchos de los residentes cananeos aún permanecían en la tierra. Leemos: "Pero cuando Israel se hizo fuerte,
sometieron a los cananeos a trabajos forzados, aunque no los expulsaron
totalmente" (Jue. 1:28).
En los
capítulos que preceden al relato de Gedeón, vemos un repetitivo ciclo. Bajo
firme liderato, Israel servía al Señor, pero durante períodos en que no había
un líder fuerte, Israel desobedecía a Dios y se tornaba a la religión de los
cananeos que vivían en sus medios. Se debilitaron y Dios "los vendió en mano de sus enemigos de
alrededor, y ya no pudieron hacer frente a sus enemigos" (Jue.
2:14b).
Fue en esos
tiempos decadentes que Gedeón recibió su llamado del Señor. Los madianitas
habían estado aterrorizando a Israel por siete años. Los madianitas, un pueblo nómada,
y sus aliados, los amalequitas, junto con los "pueblos del
este" dominaban la tierra. Edersheim, en su libro The Old Testament Bible History [La Historia Bíblica del Antiguo
Testamento], ofrece esta descripción: "Su ocupación no siempre se sentía, pero
era una desolación prolongada. Tan pronto la cosecha dorada se recogía o se
almacenaba en graneros, repentinamente aparecían. Así como una plaga de
langostas, no dejaban nada en su camino." "Así fue empobrecido Israel en gran manera por causa de Madián, y
los Israelitas clamaron al SEÑOR" (Jue. 6:6).
Llamado de Gedeón:
Gedeón era
el hijo menor de Joás (יואש), y miembro del clan abiezerita
de la tribu de Manasés. Su nombre, Gedeón (גדעון), significa "talador" o "cortador" en
hebreo, derivado del verbo gadá (גדע), refiriéndose
a talar o cortar algo en dos. Gedeón no parecía ser una persona ideal para
dirigir al pueblo, pero el Señor no se dejó llevar por la opinión humana cuando
hizo Su selección. Una nota al calce en el libro The Living Nach [El Naj Viviente], una traducción de fuentes judías
tradicionales, dice: "Dios a menudo escoge al más pequeño, para
demostrar que la salvación no depende de la fuerza, edad ni sabiduría personal,
sino de Su Palabra."
A medida que continúa el relato, leemos que "el Ángel
del Señor" vino a visitar a Gedeón mientras sacudía el trigo en el lagar
de uvas, escondiéndose así de los madianitas (Jue. 6:11). Usualmente, el trigo
se aventaba en áreas abiertas, no en un lagar protegido para exprimir uvas. Uno
podría concluir que Gedeón era un cobarde porque se escondía mientras trabajaba,
pero al leer el relato entero, vemos que eso no es cierto. Él respondió de
manera práctica a las circunstancias en que Israel se encontraba. También
podría reflejar que había poca cantidad de trigo que aventar.
Respecto al carácter de Gedeón, el Diccionario Bíblico Ilustrado Nelson nos
dice que "la tribu de Manasés era conocida por su valentía," que concuerda
con el saludo del Ángel cuando dijo: "El
SEÑOR está contigo, valiente guerrero" (Jue. 6:12b). Gedeón no
contradijo la descripción del Ángel del Señor, sino que cuestionó la dificultad
de sus circunstancias. Si Dios estaba con ellos, ¿por qué sufrían tanto?
En vez de responder a la pregunta de Gedeón, el Ángel
del Señor le dijo: "Ve con esta tu
fuerza, y libra a Israel de la mano de los Madianitas. ¿No te he enviado
Yo?" (Jue. 6:14). Entonces, Gedeón le hizo otra pregunta: "Ah Señor… ¿cómo libraré a Israel? Mi
familia es la más pobre en Manasés, y yo el menor de la casa de mi padre"
(Jue. 6:15).
Ambas preguntas reflejan que Gedeón intentaba
comprender la situación: ¿Por qué Dios permitía que su pueblo sufriera? ¿Cómo era
posible que, siendo el miembro más insignificante de su clan y tribu, y lejos
del centro principal, pudiese salvar a Israel? Nuevamente, el Señor no le
respondió directamente, sino que le dijo: "Ciertamente
Yo estaré contigo…" (Jue. 6:16a).
Quizás el Señor no nos responda a nuestras preguntas
de ¿por qué? o ¿cómo?, pero nos asegura que estará con nosotros.
Respuesta de Gedeón:
¿Quién era ese divino Mensajero? En Su primera
aparición, leemos: "Entonces vino el
ángel del SEÑOR y se sentó…" (Jue. 6:11). Fíjese que no dice "un ángel"
del Señor, sino "el ángel" del Señor. Varias traducciones usan esa
palabra con mayúscula, indicando Su deidad. Hay razón por dicha identificación,
porque los versos 14 y 16 también se refieren a él como "el Señor."
La palabra hebrea allí es el impronunciable nombre de Dios: Yud, Hey, Vav, Hey (יהוה), a veces
pronunciada como Jehová o Yavé.
¿Cómo respondió Gedeón a ese primer encuentro?
Construyó dos altares. El primero fue un acto personal de fe. El segundo fue
una acción colectiva, y lo construyó en obediencia al mandato de Dios,
incluyendo la destrucción del altar pagano a Baal.
Primer altar: Aunque Gedeón
probablemente tuviese alguna idea, no estaba plenamente seguro de la identidad
de su divino Visitante hasta después de ser aceptada su ofrenda. No fue hasta
que subió el fuego de la roca donde había puesto la carne de cabrito y el pan
sin levadura, y hasta que desapareció el Ángel, que supo que había tenido un
encuentro divino. En asombrosa reverencia, Gedeón grito: "¡Ay de mí, Señor DIOS! Porque ahora he visto al ángel del SEÑOR
cara a cara" (Jue. 6:22b). El Señor fortaleció a Gedeón y entonces
construyó un altar, y lo llamó "El
Señor es paz." Eso es semejante a los altares que construyeron Abraham
y Jacob cuando Dios se les aparecía (Gén. 12:7; 35:7).
Segundo altar: Esa
misma noche, el Señor dio unas instrucciones específicas respecto al altar de
Baal que se encontraba en el área central de Ofra, su ciudad natal. Le dijo que
tomara el novillo de su padre, y otro de siete años, para derrumbar el altar
pagano. Además, debía cortar la figura de madera de Asera junto al altar. Luego
de eso, debía construir un nuevo altar en un lugar muy prominente y ofrecer
allí el novillo de siete años.
Gedeón obedeció a Dios. Seguramente requirió muchísimo
valor para demoler el altar de Baal y cortar la figura de Asera. Después de
todo, él era el hijo más joven en la casa de su padre (Jue. 6:15b).
Sin embargo, creo que Gedeón ha sido malamente
criticado cuando alegan que lo hizo todo de noche porque tenía temor de su
padre y los hombres de su pueblo. Yo sugiero que, a pesar de su temor, como Dios
le había hablado de noche, Gedeón le obedeció de inmediato y derrumbó el altar
esa misma noche.
Al otro día, cuando se supo lo que Gedeón había hecho,
exigieron a su padre Joás que les sea entregado para matarlo. Su padre dijo a
los hombres respecto a Baal: "Si es
un dios, que luche por sí mismo, porque alguien ha derribado su altar"
(v. 31b). Cuando nada le sucedió a Gedeón, el pueblo simpatizó con él y le
otorgó el papel de líder. De hecho, le dieron un nombre nuevo a Gedeón ese día.
Le llamaron Jerobaal, que significa literalmente "que Baal luche contra
él."
Poco a poco, el Señor transformó a Gedeón de un campesino
que aventaba trigo a ser el líder de su clan. En cada paso, Gedeón respondió
con fe, creyendo lo que Dios decía. Durante cualquier tiempo de preparación,
primero debe haber un encuentro personal con Dios. Nadie puede ser líder si no
se ha relacionado con Dios a nivel personal. Gedeón pasó la prueba y ya estaba
listo para la segunda etapa.
Alistándose para la
Guerra:
Sintiéndose seguro de que había escuchado la voz de
Dios, y vindicado de la ira de los otros abiezeritas por la destrucción del
altar de Baal, Gedeón ocupó su lugar como líder. Cuando "el Espíritu del SEÑOR vino sobre Gedeón" (Jue. 6:34a), sonó
el shofar (trompeta) y mandó a buscar
hombres de las tribus vecinas de Aser, Zabulón y Naftalí para unirse a su
propia tribu de Manasés y alistarlos para la guerra.
Luego de haber salido los mensajeros en busca de hombres
de guerra, Gedeón pidió otra señal a Dios. Tomó un objeto común en la cultura
de su tiempo y pidió que Dios suspenda las leyes naturales de física: que el
vellón de oveja puesto en tierra amanezca con rocío, mientras la tierra
permanezca seca. Cuando sucedió así, Gedeón pidió a Dios lo inverso: que el
vellón de oveja permanezca seco, mientras la tierra aparezca llena de rocío.
Misericordiosamente, Dios respondió de nuevo a sus peticiones.
¿Qué significan estas señales? Al leer varios
comentarios bíblicos, encontré diversas interpretaciones. Aunque interesantes,
prefiero compartir mi propia percepción de lo que esas señales revelan sobre el
carácter de Dios. Él no necesitaba convencer a Gedeón de que haría lo que había
dicho, pero aun así escogió darle confirmación.
Dios conoce
nuestras debilidades, y comprende cómo somos. A mí me consuela el saber que
Dios realmente sabe cómo soy y que a menudo necesito su confirmación. "Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el SEÑOR
de los que Le temen. Porque Él sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que sólo somos polvo" (Sal.
103:13-14). Incluso, nunca nos abandona en momentos de necesidad, porque
leemos: "No temas,
porque Yo estoy contigo; no te desalientes, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré,
ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de Mi justicia" (Isa.
41:10).
La Guerra:
Los
israelitas respondieron al llamado de Gedeón para salir a la guerra, 32,000 de
ellos. Enfrentarían a una fuerza enemiga de 135,000 hombres, sobre cuatro veces
su tamaño. No era un cuadro muy favorable. Pero Dios le dijo a Gedeón: "El pueblo que está contigo es demasiado
numeroso para que Yo entregue a Madián en sus manos; no sea que Israel se
vuelva orgulloso, y diga: 'Mi propia fortaleza me ha librado'" (Jue.
7:2).
Es triste pero cierto que, a menos que enfrentemos
retos demasiado grandes para nosotros, siempre existe la tentación de alegar
que obtuvimos la victoria por nuestra propia fuerza. No resulta fácil vivir en
total dependencia del poder de Dios, pero lo podemos lograr si nos humillamos y
nos sometemos a Él de día en día.
Luego de
las instrucciones de Dios a Gedeón, regresaron a sus casas todos los que tenían
miedo, un total de 22,000 hombres. El próximo paso fue visitar el manantial
donde permanecían los restantes 10,000 para reducir el ejército de Gedeón aún
más. La mayoría se arrodilló a tomar agua, recogiéndola con la mano, mientras
que 300 pusieron la boca directamente al agua. Dios le dijo a Gedeón que se
quedara con sólo esos pocos.
En su libro
Battles of the Bible [Batallas de la
Biblia], Haim Herzog y Mordehai Gihon, dos guerreros judíos de época moderna,
ofrecen la siguiente explicación de por qué los que lamieron el agua fueron
escogidos, y no los que se arrodillaron a beber. "Los hombres
escogidos fueron quienes, a pesar de su sed, quedaron alertos a la presencia
del enemigo que les rodeaba y no soltaron sus armas aún mientras bebían, algo que
lograron hacer al acostarse sobre sus vientres para beber agua con sus lenguas."
Otra
interpretación aparece en The Living Nach
[La Naj Viviente]: "El arrodillarse era símbolo de adoración a Baal
(ver 1 Reyes 19:18), y los verdaderos israelitas no se arrodillaban." No
sabemos cuál de esas explicaciones sea la más correcta, pero sabemos de seguro
que el Señor, quien divisó el plan, escogió a los 300 hombres quienes
acompañarían a Gedeón.
Por lo
tanto, en obediencia al Señor, Gedeón dejó ir a otros 9,700 hombres y retuvo a
los 300 que Dios había escogido. El relato bíblico continúa diciendo: "El campamento de Madián le quedaba abajo
en el valle" (Jue. 7:8b). Dios volvió a hablar a Gedeón de noche, y le
dijo que ya era tiempo de atacar. Aquí también vemos evidencia de cuán bien
Dios conoce a Sus hijos y cuán bueno es con ellos. Le ofreció a Gedeón otra
oportunidad para tener absoluta certeza de su victoria: "Pero si tienes temor de descender, baja al campamento con tu
criado Fura, y oirás lo que dicen. Entonces tus manos serán fortalecidas para
descender contra el campamento" (Jue. 7:10-11b).
Cuando Gedeón y Fura llegaron al campamento,
escucharon a un guardia madianita hablando con otro sobre su sueño. Edersheim
escribe que tanto "el sueño como su interpretación…dejaría una impresión
profunda sobre dichos hijos del desierto… El pan de cebada era considerado como
el más humilde de los alimentos; pero un pan de esa provisión despreciable para
esclavos cayó rodando al campamento madianita, golpeó la tienda de su líder, ¡la
volcó y cayó! Ese fue un sueño ilustrativo de Israel y su victoria…"
Gedeón y Fura regresaron a su campamento y dieron las
instrucciones finales. Continúa el relato: los 300 hombres se acercaron el
campo enemigo, tocaron sus trompetas, rompieron cántaros con antorchas
escondidas adentro, y gritaron a una voz: "¡Por
el Señor y por Gedeón!" La repentina aparición de luz y gritos debió
ser sorprendente para los madianitas, quienes reaccionaron con terror y
salieron huyendo en la noche. Durante la huida, las Escrituras nos dicen que
120,000 del vasto ejército murieron a espada.
En su análisis, Herzog y Gihon escriben: "Parece
que los fugitivos se dividieron en dos grupos principales. El más rápido, bajo
el liderato de Zeba y Zalmuna, logró cruzar el Jordán y llegó hasta el
desierto, mientras que el grupo más numeroso del ejército, atrasado por la
presencia de mujeres y animales, huyó en dirección sureste…" Gedeón y su
pequeña banda de hombres persiguieron a los que eran dirigidos por Zeba y
Zalmuna, mientras que los efraimitas (de la tribu de Efraím) interceptaron a la
fuerza principal dirigida por Oreb y Zeeb, a quienes mataron.
Los efraimitas se enojaron contra Gedeón porque no los
había llamado a la guerra de primera instancia, pero los logró calmar, y luego
Gedeón y sus 300 hombres continuaron tras los enemigos. Cuando llegaron a
Sucot, pidió pan para sus hombres hambrientos, pero los líderes de la ciudad se
negaron, diciendo que aún no habían capturado a los reyes madianitas. Gedeón
entonces les dijo: "Muy bien, cuando
el SEÑOR haya entregado en mi mano a Zeba y a Zalmuna, trillaré las carnes de
ustedes con espinos y cardos del desierto" (Jue. 8:7).
Gedeón volvió a pedir provisiones en Peniel, "y los hombres de Peniel le
respondieron tal como los de Sucot le habían contestado" (Jue. 8:8).
Esta vez, en lugar de prometer golpear a los hombres de la ciudad, Gedeón prometió
derribar la torre de su ciudad fortalecida. De hecho, Gedeón cumplió ambas
promesas, y aunque las ciudades habían respondido de la misma manera, los trató
diferentes. Gedeón "enseñó a los hombres de Sucot castigando sus líderes,
mientras en el caso de Peniel, donde aparentemente ofrecieron resistencia
armada ante la amenaza de destruir su torre, 'los hombres de la ciudad' también
fueron asesinados" (Edersheim).
La Ruina del Efod:
Una vez fueron derrotados los madianitas, los hombres
de Israel pidieron a Gedeón que estableciera un reino dinástico y les
gobernara. De inmediato, respondió que ni él ni sus hijos les gobernarían; el
Señor les gobernaría. Gedeón ganó la batalla privada interna, pero su próximo
acto produjo una enorme tragedia, no sólo para él sino para su familia y el
resto de la nación de Israel. Gedeón se atrevió tomar un paso independientemente
de la dirección divina. Pidió a los hombres que le entregasen zarcillos y
pendientes de oro que habían tomado de los madianitas. Los hombres accedieron
con todo gusto, y pronto reunieron 1,700 siclos de oro, el equivalente de 43
libras o 19.4 kilos.
Gedeón tomó el oro e "hizo de ello un efod, y lo colocó en Ofra, su ciudad, con el cual
todo Israel se prostituyó allí, y esto vino a ser ruina para Gedeón y su
casa" (Jue. 8:27). Hay alguna incertidumbre respecto al propósito y la
forma en que Gedeón hizo el efod.
Según Jewish Encyclopedia
[Enciclopedia Judía], la palabra "efod"
tiene dos sentidos en la Tanaj (Génesis
a Malaquías). Probablemente conocemos mejor el efod como parte de la vestimenta del sumo sacerdote. El segundo
sentido de la palabra efod es una
imagen, que parece ser la interpretación correcta aquí. En The Living Nach [La Naj Viviente], una nota al calce sugiere que
Gedeón pudo haber hecho "un cinturón de oro (Radak, Ralbag) para
conmemorar su victoria. Otros sugieren que el efod tendría el propósito de adivinación."
Cualquiera que fuese, la Biblia dice que eso llegó a
ser la ruina de Gedeón y su familia. Si fue en conmemoración de su victoria,
quizás Gedeón cayó atrapado por el orgullo de su éxito, y se olvidó de su
debilidad ante el Señor. Si lo llegó a usar como medio de adivinación y conocimiento
de lo sobrenatural, fue en violación a las instrucciones de Dios dadas a Moisés
sobre cómo deberían vivir. Entre las muchas reglas, Dios les dijo: "…ni serán adivinos ni agoreros"
(Lev. 19:26b).
Lecciones de la Vida
de Gedeón:
Mientas Gedeón vivió, la tierra tuvo descanso y paz,
pero leemos que "al morir Gedeón,
los Israelitas volvieron a prostituirse con los baales e hicieron a Baal Berit
su dios" (Jue. 8:33). En contraste, cuando murió Josué, Israel
continuó sirviendo al Señor mientras vivían los ancianos de ese tiempo (Jos.
24:31). Gedeón no dejó tal legado. Inmediatamente después de su muerte, el
pueblo se alejó de adorar al verdadero Dios y volvió a adorar a Baal.
¿Qué podemos aprender de la vida de Gedeón? Él no
tenía miedo de acercarse a Dios con sus inquietudes durante su tiempo de
preparación. También obedeció con prontitud. Fue un brillante líder militar bajo
la dirección del Espíritu de Dios, y logró dar una verdadera derrota a los madianitas.
Sabía que el Señor era el verdadero Rey, y rehusó aceptar la corona cuando se
la ofrecieron. Sin embargo, cayó en la trampa del orgullo luego de su milagrosa
victoria militar.
A pesar de
ello, el nombre de Gedeón aún aparece en la lista de los héroes. "¿Y qué más diré? Pues
el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David,
Samuel y los profetas; quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron
justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia
del fuego, escaparon del filo de la espada. Siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron
poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros" (Heb. 11:32-34).
¿Gedeón fracasó al final de su vida? No fracasó si
podemos aprender la lección de que una obediencia plena y constante al Espíritu
del Señor nos puede proteger de caer en trampas que nos puedan destruir.
Es bueno estudiar las vidas de los héroes bíblicos
detallados en el "Salón de la Fe." De esa manera, podremos ver que todos
eran simples hombres y mujeres con debilidades humanas, así como lo somos
nosotros. Podemos ser animados por la fidelidad de Dios a Gedeón y también a nosotros
mismos. "Y a Aquél que es poderoso
para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha en presencia
de Su gloria con gran alegría…" (Judas 24). ¡Y fiel es quien lo prometió!
Por Janet
Aslin
Escritora
Puentes para la Paz
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