EL ESPÍRITU SANTO E ISRAEL
Nada debe
dar mayor gozo y confianza a quienes creemos en el texto bíblico como Palabra inspirada
de Dios que el reconocer que el Espíritu del Dios Viviente está íntimamente
involucrado en cada aspecto de nuestras vidas. Para muchos cristianos, esa
relación comienza con el nuevo nacimiento y continúa con el poder que recibimos
para llevar una vida nueva como hijos de Dios.
Los
Escritos de los Apóstoles (Nuevo Testamento) mencionan al Espíritu Santo y Su
obra en la vida de la nueva Iglesia sobre 90 veces. El término "Espíritu
Santo" aparece sólo tres veces en la Tanaj
(Génesis a Malaquías): dos veces en Isaías y una vez en el Salmo 51. Sin
embargo, existen otros términos con clara referencia al Espíritu Santo, como el
Espíritu del Señor, el Espíritu de Dios, Mi Espíritu, el Espíritu de Juicio, el
Espíritu de Sabiduría y Tu Espíritu. Se pueden encontrar sobre 100 referencias
de ese estilo, dejando ver claramente que la obra del Espíritu Santo ha sido
parte integral en la interacción de Dios con el ser humano desde el principio.
Rabinos, sabios judíos, eruditos bíblicos y comentaristas
cristianos concuerdan que el Espíritu Santo siempre ha jugado un papel esencial
en la relación de Dios con Su pueblo, en Su interacción con toda la creación y en
el cumplimiento de Su voluntad sobre la tierra.
Vivimos
días realmente emocionantes cuando el Señor, por el poder de Su Espíritu Santo,
cumple promesas hechas por ese mismo Espíritu usando hombres santos hace miles
de años. El pueblo judío hoy día regresa nuevamente a su antigua tierra
ancestral desde todos los confines de la tierra, e Israel ahora juega un papel
central en el escenario mundial. A la misma vez, la Iglesia alrededor del mundo
despierta a la importancia del moderno estado de Israel, y se forjan relaciones
entre cristianos y judíos que muchos previamente creían ser imposible.
A medida
que el Espíritu Santo se mueve por todo el mundo y llama a personas de fe para
que participen con Dios en este asombroso cumplimiento profético, se hace cada
vez más importante que comprendamos cómo ambas comunidades perciben al Espíritu
del Señor en medio nuestro.
La Obra del Espíritu:
Aunque los cristianos
académicos y los
menos eruditos concuerdan en la existencia y la importancia del Espíritu Santo,
es difícil encontrar un libro exhaustivo sobre la obra del Espíritu. Al
investigar los comentarios, tanto judíos como cristianos, encontramos una
variedad de detalles, cada uno alegando mayor conocimiento sobre las
actividades del Espíritu Santo que el otro. Un comentarista cristiano detalló
las funciones del Espíritu como: consolar, animar, alumbrar la conciencia y
enseñar. Otro detalló: regenerar, restaurar, revelar y redimir. El líder
pentecostal George Wood, en su artículo Actions
of the Holy Spirit [Acciones del Espíritu Santo], mencionó crear,
regenerar, revelar las Escrituras y resucitar a los muertos. Otro concordó con
Wood, pero añadió: habitar en el interior y prevenir caer en pecado. La mayoría
de las fuentes judías incluyen: dar pronunciamiento profético, cumplir la
palabra profética, revelar la voluntad de Dios y otorgar poder para cumplir Su
voluntad como evidencias primarias de la presencia del Espíritu Santo.
Es
importante notar que en algunas ramas del judaísmo hoy día, como en las
iglesias pentecostales y carismáticas, existe una fuerte creencia en los
denominados "dones del Espíritu." Los cristianos tenemos
la convicción de que el Espíritu del Señor es Sanador, así como en tiempos
antiguos. Yo nunca había visto eso tan claro como durante una reciente reunión
de judíos y cristianos aquí en Jerusalén. El conferenciante judío hizo
referencia al Rabino Benny Elon, conocido e influyente líder judío y previo
miembro del Knesset (Parlamento
israelí), además de sincero amigo de los cristianos. Al mencionar que el Rabino
Elon padecía de cáncer, pidieron a todos sus amigos, tanto judíos como
cristianos, que orasen para que el Espíritu de Dios tocara al rabino y lo
sanara. Fue asombroso ver cómo compartíamos una misma fe en el poder del
Espíritu Santo, y escuchamos la gratitud de nuestros amigos judíos por las
oraciones y alabanzas cristianas al Dios de Israel y Su Espíritu sanador.
Pentecostés – Donde Todo
Comenzó:
Muchos
cristianos se sorprenden al enterarse que el judaísmo tiene una fecha de
nacimiento. Por otro lado, el pueblo judío se horroriza al saber que comparten
esa fecha de nacimiento con la Iglesia.
En Levítico
23:16, Dios dijo a los israelitas que contaran siete semanas, o 50 días, desde Pesaj (Pascua) para llegar al comienzo
de la próxima fiesta. Esa fiesta se llama Shavuot
(Fiesta de Semanas), pero hoy día algunos judíos y la mayoría de los cristianos
la conocen como Pentecostés. Esa palabra proviene del griego pentekostos, que simplemente significa
el quincuagésimo día.
Shavuot es la fiesta que conmemora el recibimiento de
la Torá en el Monte Sinaí. El libro
de Éxodo nos dice que allí el pueblo judío escuchó la directa voz del Señor por
vez primera. Al acercarse a la montaña, fueron recibidos por truenos,
relámpagos, fuego, humo, sonido de trompetas y terremotos. El poder del Señor
era sobrecogedor, y el pueblo se sintió aterrorizado. Fue allí donde el Dios
del Universo entregó Su Torá, o
enseñanza, al pueblo judío. Les dijo, y por medio de ellos al mundo entero,
exactamente quién es y qué requiere de nosotros para entrar en una relación
personal con Él. El pueblo verbalmente asintió escucharle y obedecerle. Ese fue
el momento más crítico en la historia de Israel, y es observado como el
nacimiento del judaísmo hasta estos días.
Shavuot es una de las tres fiestas de requerido peregrinaje
en el ciclo anual del antiguo Israel. Son las fiestas en que todo hombre judío
debería aparecer en el Templo de Jerusalén. Eran momentos de gran regocijo,
adoración y celebración comunitaria mientras los judíos de toda la Tierra se
reunían en la Ciudad Santa, en obediencia al Señor. Para el tiempo de Yeshúa (Jesús) muchos judíos ya vivían
fuera de Israel, pero la mayoría todavía regresaba a Jerusalén durante esas
fiestas.
En la
actualidad, muchas denominaciones cristianas, incluyendo la Católica Romana,
Anglicana, Luterana y Ortodoxa Oriental, además de algunas Pentecostales y
Carismáticas, celebran Pentecostés de alguna manera u otra. Ellos lo reconocen como
el evento más distintivo en la historia del cristianismo…el nacimiento de la
Iglesia.
En el
segundo capítulo del libro de los Hechos, el Apóstol Lucas explica que se había
cumplido el tiempo para la llegada de Pentecostés. Cincuenta días habían
transcurrido desde la Pascua, cuando Yeshúa
fue crucificado y resucitado. Durante ese tiempo se encontraban muchos
seguidores en toda la Tierra, quizás hasta un millón, pero aún no se había denominado
el movimiento como "Iglesia." Llegado el día de Shavuot, todos Sus seguidores se
encontraban reunidos y esperando en un mismo lugar, según las instrucciones de Yeshúa. De repente, se escuchó desde el
cielo un enorme estruendo, como una tormenta de viento, acompañado de fuego.
Ciertamente, tales hombres y mujeres debieron recordar
el evento original que conmemoraban, el recibimiento de la Torá en el Monte Sinaí. Pero ese pensamiento no les preparó para lo
que luego ocurrió, cuando una porción de fuego cayó sobre cada uno allí y
fueron todos llenos del Espíritu Santo. Fueron saturados con poder para hablar
en otras lenguas y proclamar las maravillosas obras del Señor. Hubo profecía,
sanidad y restauración, además de iniciarse en ese momento una vida comunitaria
dirigida y protegida por el Espíritu de Dios. El mismo día en que conmemoraban
el nacimiento del judaísmo nació el cristianismo.
El Espíritu Santo en la Tanaj:
El libro de
los Hechos dice que los primeros creyentes en Yeshúa aún formaban parte de la comunidad judía y se reunían en el
Templo como un grupo respetado dentro del judaísmo. Sin embargo, eventos luego distanciaron
a las dos comunidades, y eventualmente surgieron herejías en la Iglesia que
afectaron a ambas.
La Teología
del Reemplazo convenció a los cristianos de que Dios había abrogado Su pacto
con el pueblo judío y que los judíos tenían que vivir bajo condena eterna,
dando lugar al antisemitismo cristiano. Con el paso del tiempo, muchos comenzaron
a enseñar que la Tanaj, o el Antiguo
Testamento, ya era algo irrelevante, mientras que el Nuevo Testamento era lo
único importante para los creyentes. Las Escrituras no eran comprendidas en su
contexto histórico, y los cristianos llegaron a creer que el Espíritu Santo era
un fenómeno únicamente del "Nuevo Testamento," no del antiguo Israel.
¿Pero qué
nos dice la Biblia en realidad? Es interesante que los cristianos pudieron ser
convencidos de que el Espíritu Santo era algo foráneo al "Antiguo Testamento," cuando la primera referencia a Él
se encuentra en Génesis 1:2. Luego de eso, el "Espíritu del
Señor" frecuenta muchísimas páginas en la Tanaj, la última referencia en Malaquías 2:15.
Esos
primeros versos describen al Espíritu Santo como el instrumento de Dios para la
creación. Génesis 1:2, Job 33:4 y Salmo 104 establecen que la creación y la
regeneración son actos del Espíritu de Dios.
Dios
también escogió a los líderes del pueblo judío por medio del poder del Espíritu
Santo. Moisés y los 70 ancianos que gobernaban a los israelitas en el desierto
lo pudieron hacer porque todos eran hombres que habían recibido al Espíritu
Santo. El Señor dijo a Moisés que escogiera a Josué para llevar el pueblo a la
tierra porque era "un hombre en quien está
el Espíritu" (Núm. 27:18). El rey Saúl y el rey David también tuvieron
la capacidad de dirigir el pueblo, luchar sus batallas y ganar las guerras
gracias a la unción del Espíritu Santo. Otoniel, Gedeón, Jefté y Sansón todos
eran hombres que dirigieron y juzgaron al pueblo bajo el poder del Espíritu.
Incluso, los artesanos involucrados en crear el Tabernáculo y su mobiliario
también lo hicieron bajo la unción del Espíritu.
La
Escritura dice claramente que en la Tanaj,
así como en los Escritos de los Apóstoles, el Espíritu Santo era un regalo dado
por Dios para dar poder a Su pueblo y así cumplir Su voluntad. Esa preciosa
presencia no era algo que pudiese ser ganada ni merecida, pero podía ser
perdida. David caminó en el poder del Espíritu todos los días de su vida,
aunque no era perfecto. Sin embargo, reconoció que Dios había retirado Su
Espíritu de Saúl y, en arrepentimiento de su propio pecado, el Salmo 51 dice
que David clamó al Señor diciendo: "No
me eches de Tu presencia, y no quites de mí Tu Santo Espíritu" (v. 11).
Los Profetas:
La mayoría de los teólogos concuerdan que el 25-30% de
la Biblia es de naturaleza profética. Esas palabras transformadoras fueron
pronunciadas por hombres que se habían sometido a Dios y actuaron bajo la
unción de Su Espíritu. Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Joel y Miqueas,
todos admitieron que su habilidad para hablar en nombre del Señor provenía del
Espíritu. Isaías dijo: "Y ahora Me
ha enviado el Señor DIOS, y Su Espíritu" (Isa. 48:16). Ezequiel dijo
que el Espíritu entró en él para hablar (Ezeq. 2:1-2); Miqueas dijo que él
estaba "lleno de poder, del Espíritu
del SEÑOR" (Miq. 3:8). Quizás ninguno otro caminó tan evidentemente en
la continua presencia del Espíritu Santo como Elías, y luego su sucesor Eliseo.
De hecho, cuando se despidió Elías, el único deseo de Eliseo era una "doble porción" del Espíritu
que tenía su amo (2 Reyes 2:9-15).
Función del Espíritu:
Habiendo visto varias de las actividades del Espíritu
Santo en la Tanaj, podremos
compararlas con las funciones del Espíritu en las Escrituras de los Apóstoles:
1. Enseñanza:
Nehemías 9:20 es uno de los muchos versos en la Tanaj que establecen que el Espíritu
Santo fue dado por Dios para instruir, exhortar y conducir al pueblo hacia la
verdad. Yeshúa dijo eso mismo en Juan
16:13, cuando declaró que el Espíritu Santo guiaría a Su pueblo a toda la
verdad.
2. Fe:
En Gálatas 5, la fe (mejor traducida como fidelidad)
se halla entre las nueve características llamadas "fruto del Espíritu."
Los cristianos creemos que tales características se manifiestan en la vida del
creyente debido a la presencia del Espíritu Santo. En Hebreos 11 encontramos
una lista de santos del "Antiguo Testamento" cuyas vidas en servicio
a Dios evidencian su fe.
3. Profecía:
Como se dijo previamente, los sabios judíos enseñaron
que la palabra profética es manifestación de la presencia del Espíritu Santo.
Moisés mismo dijo en Números 11: "¡Ojalá
todo el pueblo del SEÑOR fuera profeta, que el SEÑOR pusiera Su Espíritu sobre
ellos!" (v. 29). Pablo dijo algo semejante cuando animó a todos los
creyentes en Yeshúa que procurasen el
don de la profecía (1 Cor. 14:1). Ese don, según él, es para la edificación de
otros creyentes, una clara indicación de la presencia del Espíritu Santo.
4. Regeneración:
En su libro The
Holy Spirit in the Old Testament [El Espíritu Santo en el Antiguo
Testamento], Leon Wood discute el concepto de la renovación espiritual en la Tanaj. Yeshúa a menudo hablaba del concepto de "nacer de nuevo"
o "nacer de lo alto." Esas son claras acciones del Espíritu Santo.
Pero cuando Yeshúa habló con
Nicodemo, lo regañó por no comprender los conceptos de regeneración y
renacimiento, siendo "maestro de Israel." ¿Cómo es posible, preguntó Yeshúa, que un maestro de Israel, un
maestro de la Torá y de la Tanaj, no comprendiese el trabajo del
Espíritu Santo?
5. Ruaj:
Es interesante notar que la palabra hebrea más común
para Espíritu en la Tanaj es ruaj, que significa viento o aliento. A
menudo puede significar un respirar ruidoso por la nariz. Se usa en Éxodo para
describir un viento extremadamente fuerte desde el Oeste. La palabra griega pneuma puede ser traducida de la misma
manera. En otras palabras, el Espíritu del Señor en la Tanaj es poderoso como un fuerte soplo de viento…exactamente como
se manifestó a los primeros creyentes en Pentecostés.
Dos Diferentes
Perspectivas:
Claro está, hay diferencias entre cómo el cristianismo
y el judaísmo perciben al Espíritu Santo. Ambas son religiones monoteístas,
pero el concepto de un Dios trino es algo fundamental en el cristianismo, a
diferencia del judaísmo. El Espíritu Santo, aunque muy parecido en función y
poder, no es visto como una persona de la Trinidad en la enseñanza judía.
Además, el Espíritu en la Tanaj no es
visto como una persona, sino como un modo de operación, como un medio por el
cual Dios se relaciona con Su pueblo y le da poder para cumplir Su voluntad. En
el Talmud (comentario rabínico), el
Espíritu del Señor y la Shekiná son
frecuentemente intercambiables. La presencia del Señor, la gloria del Señor y
el poder del Señor son funciones del Señor, pero no es un ente separado.
Otra diferencia significativa frecuentemente vista en
la enseñanza cristiana tiene que ver con la habitación interna del Espíritu. El
cristianismo enseña que el Espíritu Santo habita permanentemente en el creyente
como su Consolador, Maestro, Santificador y Garantizador de salvación. En la Tanaj, la habitación interna del
Espíritu era una rara señal de favor que pocos experimentaron, como David y
Josué. Típicamente, el Espíritu "venía sobre" individuos para
capacitarlos a realizar una tarea específica, y sólo por un breve período de
tiempo. También encontramos en la Tanaj
que el Espíritu venía sobre individuos que, aunque malvados y no fieles al Dios
de Israel, recibieron el poder del Espíritu para completar cierta tarea
esencial en el cumplimiento de Su voluntad.
Finalmente, la mayoría de los cristianos ven la
operación del Espíritu Santo como algo individual. Aunque juntos formamos la
Iglesia, el énfasis aún está en la vida del individuo. En la Tanaj, aunque el Espíritu venía sobre
individuos, el enfoque era la interacción de Dios con la nación de Israel.
A través del poder del Espíritu de Dios, los israelitas
fueron milagrosamente redimidos de la casa de esclavitud, escaparon de Egipto y
llegaron a la Tierra prometida. Cuando el Espíritu era derramado sobre
individuos, la voluntad de Dios era cumplida colectivamente, e Israel era
redimido como comunidad. Los profetas hablaban principalmente a los reyes y
líderes, y amonestaban a los pastores por abandonar a sus ovejas. Aunque exhortaban
al pueblo para que se arrepintiesen de sus malos caminos y se tornasen a Dios,
la mayoría de las veces hablaban directamente a quienes eran responsables por
la condición de la nación.
Eso queda bellamente expresado por el profeta
Ezequiel. En el capítulo 36, Dios claramente anima al individuo para que sea
fiel, y promete dar un corazón nuevo al que sea regenerado por la acción del
Espíritu Santo. Pero la intervención soberana del Espíritu también es colectiva
cuando llama al pueblo judío para que regrese desde las naciones, cuando
promete establecerlo en la Tierra y cuando revela a todo ser humano Su carácter
de fidelidad hacia la nación de Israel. No les dice que si se arrepienten serán
merecedores de redención. De hecho, Él dice que no es por ellos que los redime,
sino que es por Su propio nombre. Y luego del retorno colectivo a la Tierra,
volverá a intervenir soberanamente, pero esa vez será en los corazones
individuales.
En el capítulo 37, Ezequiel habla sobre los huesos
secos de la casa de Israel. Muchos académicos creen que eso se refiere a la
nación de Israel, el pueblo judío, luego de los estragos del Holocausto. Por el
Espíritu de Dios, dice Ezequiel, el Señor abrirá sus sepulcros y hará que los
huesos se levanten, recobren carne y nuevamente vivan. Es la promesa de la
regeneración y, aunque afecta a todos de manera individual, es una promesa para
la totalidad de la casa de Israel. Luego en el capítulo 39, Dios promete
derramar Su Espíritu sobre la casa de Israel. De esa manera, todo hombre sabrá
que Él es Dios.
Redención,
Restauración y Reunificación:
En ese primer día de Pentecostés, cuando el Espíritu
Santo vino con poder y dio inicio a la Iglesia, las calles de Jerusalén se
encontraban llenas de judíos desde todas partes del mundo conocido. Cuando esos
primeros creyentes hablaron en sus propios idiomas, se asombraron de que
hombres y mujeres sin educación pudieran hablar en lenguajes que no conocían.
Pedro, por el poder del Espíritu Santo, pudo predicar un sermón sin ayuda de
traductores electrónicos para que todos comprendieran. En ese sermón, citó al
profeta Joel:
"Y sucederá que después de esto, derramaré Mi Espíritu sobre toda carne;
y sus hijos y sus hijas profetizarán, sus ancianos soñarán sueños, sus jóvenes
verán visiones. Y aun sobre los siervos y las siervas derramaré Mi Espíritu en
esos días" (Joel
2:28-29).
La audiencia de Pedro debió conocer esos versos.
También sabrían que esas palabras las habló el Señor por medio de Joel justo
antes de grandes promesas de regeneración, restauración y reunificación.
Debieron reconocer que Joel hablaba de un tiempo muy específico en el futuro
cuando otras profecías de dispersión y persecución se hubiesen ya cumplido, un
tiempo cuando el pueblo de Dios habría de ser restaurado en su Tierra y
protegido por el poderoso Espíritu Santo, un tiempo cuando ya no sufrirían el
reproche de las naciones, un tiempo cuando nunca más serían puestos en
vergüenza.
Aquellos son los días en que vivimos actualmente. Ya
vemos la restauración y la reunificación prometida de Dios. Millones de judíos
regresan a su hogar desde las naciones, y nosotros los gentiles tenemos el
privilegio de participar en ese cumplimiento profético, según Isaías 49:22. Nuestros
son los días a los que Dios se refería cuando dijo que derramaría Su Espíritu
sobre toda carne y un poderoso mover del Espíritu arroparía al globo. Millones
llegarían al conocimiento del Dios de Israel, pero cada cual debe tomar esa
decisión por sí mismo.
¿Colaboraremos con Dios y participaremos en Su obra
asombrosa y emocionante? ¿O permaneceremos enfocados en nuestras propias
necesidades individuales, olvidando que nuestra fidelidad a Dios requiere que
miremos más allá de nosotros mismos? ¿Nos uniremos a la nación de Israel,
apoyando al pueblo judío? ¿Será nuestra la promesa del profeta Zacarías: "No por el poder ni por la fuerza, sino
por Mi Espíritu,' dice el SEÑOR de los ejércitos" (Zac. 4:6)?
Rvda. Cheryl
Hauer, Directora de Desarrollo Internacional
Comentarios
Publicar un comentario