EL MURO OCCIDENTAL - EPICENTRO DEL PUEBLO JUDÍO
En mi primera visita durante 2010, me sorprendí al
saber que el "muro" más importante en la Ciudad Antigua de Jerusalén
tenía otro nombre además de "Muro de los Lamentos." Al conocer que el
lugar donde el pueblo judío se reunía para orar se encontraba en el lado
occidental del Monte del Templo pude comprender por qué también se llamaba
"Muro Occidental." Pero durante toda mi vida, sólo había escuchado un
término, y por eso estaba confundido: "¿Se llama 'Muro Occidental' o 'Muro
de los Lamentos'?" ¿Y por qué razón, entre tantos asombrosos lugares en
Israel, este muro de piedra es tan increíblemente importante para los judíos y
los cristianos?
¿Occidental...o de Lamentos?
Los judíos modernos son enfáticos con el uso del
término "Muro Occidental," mientras que los no-judíos a menudo usan
su otro nombre. Muchos argumentarían que eso es un simple asunto de semántica,
pero esos términos están llenos de implicaciones religiosas y nacionales que
pudiesen conducir a debates contenciosos. Ese fue el caso durante las
discusiones en la década de 1990 que condujeron a los Acuerdos de Oslo. Es
importante saber, sin embargo, que el nombre "Muro Occidental,"
conocido en hebreo como HaKotel HaMa’araví es aún más antiguo que el término
"Muro de los Lamentos."
Es posible que el Rabino Acha del 4to siglo fuera el
primero en referirse a la porción que permaneció después de la destrucción del
Templo como "Muro Occidental," y el poeta italiano-hebreo del siglo
11, Ahima’az ben Paltiel, utilizó el término hebreo de HaKotel HaMa’araví
para el Muro Occidental en uno de sus poemas.
No fue hasta el siglo 19 que el Muro Occidental
comenzó a llamarse el Lugar de los Lamentos, dada la costumbre de los europeos
cuando visitaban la entonces llamada tierra "Palestina." Los
británicos también usaban el término "Muro de los Lamentos" luego de
arrebatar a Jerusalén de mano de los turcos otomanos en 1917. Al poco tiempo de
comenzar el Mandato Británico, llegó a usarse comúnmente ese término sin
aparente objeción por parte del pueblo judío del momento. Pero todo eso cambió
luego de la victoria israelí en la Guerra de los Seis Días de 1967. La guerra
reunificó las secciones de Jerusalén, proveyendo acceso pleno al Muro, y por
ende, se convirtió en un lugar de orgullo y celebración nacional.
El Rabino Feldman, del Centro Judío de Princeton,
añade que el término "Muro de los Lamentos" no es un término positivo ni apropiado, ya que implica
que los judíos van allí sólo para llorar, o que las únicas oraciones hechas en
ese lugar sagrado debajo del Monte del Templo son de lamento.
Por lo tanto, durante los pasados casi mil años, el
Muro ha sido conocido como HaKotel
HaMa’araví. Y en Israel hoy día, es muy frecuente escuchar simplemente HaKotel, que significa "El
Muro."
Los cristianos deben comprender la importancia del
nombre para el lugar histórico más sagrado de los judíos, pero aún es más
importante que conozcan la historia del Muro y su lugar en la vida del pueblo
judío.
Una Historia
Turbulenta
Jerusalén, construida sobre el Monte Moriah, es una de
las ciudades más antiguas del mundo, y su historia comienza en la Creación. El
pueblo judío alega que desde los días de la Creación, la Piedra del Cimiento (Even HaShtiyá), ha posado sobre el Monte
Moriah. Sobre ese monte, Abraham ató y casi sacrificó a su hijo Isaac, según
las instrucciones de Dios. Dos veces el Templo fue construido allí, y dos veces
fue destruido. El rey Nabucodonosor se llevó a Israel y destruyó el Primer
Templo en 586 a.C., y cuando regresó el pueblo judío 70 años después (en 515
a.C.), construyeron el Segundo Templo. Alrededor del 20 a.C., el rey Herodes
expandió la plataforma del Templo con masivos muros y lo embelleció
enormemente.
En el día judío 9 de Av en el año 70 d.C., luego de la "Gran Revuelta" contra
los romanos, el ejército de Tito conquistó a Jerusalén y el Segundo Templo,
quemándolo y destruyendo sus muros. Pero no destruyeron el muro externo de la
plataforma alrededor del Monte del Templo, aparentemente porque no les pareció significativo.
Por lo tanto, el Muro Occidental permaneció allí intacto, según su extensión
original. Los próximos 1,900 años en la historia de Jerusalén pueden
caracterizarse como una serie de tribulaciones perpetradas por numerosos
ejércitos y pueblos. En el año 130 d.C., el emperador romano Adriano, supresor
de la revuelta Bar Kojba, reconstruyó
a Jerusalén como una ciudad pagana y la renombró Aelia Capitolina.
En el 4to siglo, cuando el cristianismo se convirtió
en la religión del Imperio Romano, los emperadores del este (del Imperio
Bizantino) declararon a Jerusalén como una ciudad sagrada para el cristianismo.
En el año 638 d.C., los musulmanes conquistaron a Jerusalén, y en un esfuerzo
por transformarla en una ciudad árabe-musulmana, construyeron mezquitas sobre
el Monte del Templo.
En 1099, los Cruzados conquistaron a Jerusalén, y en
1187, Saladino, el gobernante musulmán de Egipto y Siria, echó a los Cruzados
de la ciudad. Durante los siguientes 330 años, varias dinastías musulmanas
controlaron a Jerusalén, hasta que los turcos otomanos finalmente la
conquistaron en 1517. En 1538, Solimán el Magnífico reconstruyó los muros
alrededor de la ciudad, las que se ven en la actualidad. Los turcos otomanos
oprimieron a los ciudadanos de Jerusalén por 400 años, hasta que pasó a manos
del Mandato Británico a finales de la Primera Guerra Mundial en 1917.
A lo largo de dichos siglos tan difíciles, el pueblo
judío nunca abandonó su amor por el destruido Templo, el lugar más sagrado del
judaísmo. Los judíos no sólo oraban para que fuese nuevamente construido, sino
que también hacían peregrinajes a su previo lugar para orar y tocar esas
antiguas piedras. Gobernantes extranjeros en la tierra a menudo expulsaban a
los judíos de allí y del Monte de los Olivos hasta que por fin los judíos
lograron poseer una pequeña área junto al Muro Occidental. "Durante los
más de mil años en que Jerusalén se encontró bajo dominio musulmán, los árabes
usaban el Muro como un basurero para humillar a los judíos quienes lo visitaban"
(Jewish Virtual Library).
Además de tales humillaciones, la apariencia y el área
del Muro Occidental ha cambiado dramáticamente durante los 1,900 años de
dominio extranjero. En Touching the
Stones of Our Heritage [Tocando las Piedras de Nuestra Herencia], el Muro
se describe así: "Era como si el Muro se hubiese hundido en la tierra. Su
altura quedó doblegada y su gloria oculta. Ejércitos que llegaban en son de
conquista desplegaban su ira contra el Muro, minando su magnificencia. Diversos
gobernantes escondieron la piedra del cimiento con infraestructura y proyectos
de construcción. Y alteraron totalmente la apariencia del valle a su costado
hasta que eventualmente, a principios del siglo 16, sólo quedaba visible una
pequeña sección del Muro Occidental, un sector escondido y aprisionado entre
casas y patios construidos en derredor. Era un pedazo de Muro de enormes y
magníficas piedras por el lado este del estrecho sector. El Muro Occidental
aparecía así en muchos dibujos, tapices y tallados en cada hogar judío. Más
aún, esa era la imagen indeleble quemada en las conciencias del pueblo
judío."
El gobierno del Mandato Británico, como el previo
gobierno turco, no reconocía a los judíos como los dueños legales del Muro
Occidental. Por 19 años, desde la Guerra de Independencia en 1948 hasta la
Guerra de los Seis Días en 1967, el Muro Occidental (HaKotel) permaneció bajo control jordano. No se permitía la visita
de ningún judío al Muro, a pesar de un acuerdo de armisticio firmado en 1949
que garantizaba el derecho de los judíos a visitarlo. Increíblemente, en 1967,
paracaidistas israelíes lograron penetrar hasta el interior de la Ciudad
Antigua por medio de la Puerta de los Leones durante la Guerra de los Seis
Días. El Muro Occidental y el Monte del Templo fueron liberados, Jerusalén fue
reunificada y el pueblo judío nuevamente podía acercarse al Muro Occidental
para orar. El lugar sagrado, que era el anhelo en el corazón de cada judío,
volvió a estar bajo su propia soberanía.
En su libro Jewish
Literacy [Conocimiento Judío], el rabino Joseph Telshkin escribe: "Uno
de los primeros en llegar al Kotel en
la Guerra de los Seis Días fue el Ministro de Defensa israelí Moshe Dayan,
quien ayudó a revivir la antigua costumbre de insertar oraciones en papel
dentro de sus grietas. Fue revelado luego que la oración de Dayan pedía que la
paz duradera 'descienda sobre la Casa de Israel.'"
Las
Dimensiones Totales del Muro Occidental
La reunificación de Jerusalén lentamente reveló que el
Muro Occidental tenía mucha más longitud y profundidad de lo que previamente
conocían, exponiendo secretos que aún siguen descubriendo.
La longitud total del Muro Occidental es de 1,600 pies
(488 metros). Los primeros 262 pies (80 metros) en el extremo sur del Muro
fueron desenterrados y estudiados inmediatamente después de la Guerra de los
Seis Días, y forman parte de un parque arqueológico. La Plaza de Oración fue
extendida en los años subsiguientes a la guerra, y está localizada frente a la
siguiente sección hacia el norte, y esa actualmente mide 187 pies (57 metros).
¡Pero la sección del Muro visible desde su Plaza de
Oración sólo constituye una novena parte de su totalidad! Los restantes 1,050
pies (320 metros) del Muro continúan bajo tierra, debajo de las calles y las
casas de la Antigua Ciudad de Jerusalén.
En 1968, el Ministerio de Asuntos Extranjeros comenzó
a excavar el resto del Muro, creando un largo túnel bajo los actuales edificios
de la Ciudad Antigua. Esa sección norteña del Muro estaba en excelentes
condiciones, exactamente como la había construido el Rey Herodes. Los
arqueólogos creen que ese es el pavimento original durante el período del
Segundo Templo y donde caminaban los peregrinos cuando llegaban al Monte del
Templo para participar en los ritos hace 2,000 años.
Además de lo hermoso y asombroso de los pavimentos y
las bóvedas del túnel, una de las secciones más impresionantes es una alcoba
conocida como "Junto al Lugar Santísimo." Allí es donde el Muro
Occidental está más cerca al lugar donde previamente se encontraba el Lugar
Santísimo del Templo. Muchos visitantes, incluso yo, me he detenido allí para
hacer una oración silenciosa y reflexionar sobre el lugar que el Señor escogió "para morada de Su nombre"
(Deut. 12:11).
Oraciones en
el Muro
Es una experiencia espiritual única y conmovedora
cuando se ora ante el Muro. Muchos expresan que se sienten más cerca de Dios.
Un rabino prominente dijo: "Una vez que hayas vivido un momento en el
Muro, nunca te alejas." El rabino Feldman del Centro Judío de Princeton lo
dijo así: "Es una experiencia inolvidable, estando allí ante ese muro,
mirando a la multitud, recordando las generaciones pasadas que estuvieron allí,
sintiéndote saturado de la atmósfera de oración, sintiendo que eres parte de
algo mucho más grande que tú."
El rabino Joseph Telushkin describe el Muro Occidental
como "una sinagoga al aire libre." La enorme plaza está abierta las
24 horas del día, y devotos pueden encontrarse allí a cualquier hora del día o
de la noche. Algunos de los mejores momentos para visitarlo son las horas
tranquilas de la noche, durante las fiestas especiales en que está repleto de
personas en oración y cuando se usa para las ceremonias de bar mitzva.
Me encanta la descripción de un típico shabat en el Muro por Charleeda
Sprinkle, previa editora asistente de la revista Dispatch from Jerusalem [Despacho desde Jerusalén] de Puentes para
la Paz: "En shabat (sábado), me fascina observar cómo los hombres
levantan su rollo abierto de la Torá
mientras cantan o recitan sus oraciones. El tráfico que entra y sale de la
plaza es continuo, con judíos y gentiles, jóvenes y viejos, ricos y pobres,
personas con impedimentos físicos o mentales, religiosos y turistas, algunos
con mirada de asombro. La mayoría viene con una oración escrita en un papel
para insertarlo en una pequeña grieta del Muro. (¡Hasta vi una colección de
ellas pegadas al Muro con blanca cinta adhesiva médica!) La impresión general
que percibo en la gente y sus oraciones, tanto escritas como habladas, y a
veces con enormes llantos de dolor, es la enorme necesidad que se presenta en
este lugar llamado el "ombligo de la
tierra" (Ezeq. 38:12, RV 1909). Pero Dios puede escuchar cada una de
ellas."
En la mayoría de las ocasiones es posible llegar hasta
tocar el Muro, si es que uno tiene puesta la kipá (si es varón), lo que se provee gratuitamente a la entrada.
Estando frente al Muro, lo primero que uno ve son los muchos pedacitos de papel
entre las rendijas de las piedras. Esos son los mensajes y las oraciones
descritas con anterioridad. El rabino Telushkin también escribió que "la
costumbre de insertar las oraciones escritas en las grietas del Kotel es tan común que muchos periódicos
judíos en Estados Unidos anuncian su servicio para insertar tales oraciones por
los enfermos. Las cualidades místicas asociadas con el Muro son mencionadas en
una canción israelí muy popular, que dice: 'Hay gente con corazones de piedra,
y piedras con corazón de gente.' Incluso, algunos alegan que el antiguo dicho
de que 'las paredes tiene oídos' es una expresión hebrea que origina del Muro
Occidental.
Hay ocasiones especiales en que se encuentran grandes
multitudes en el Kotel, como los
viernes por la noche (conocidos como Erev
Shabat), durante "todas las fiestas y celebraciones, y el ayuno de Tisha B'Av, que conmemora la destrucción
del Primer y Segundo Templo. Más que un simple lugar de oración, el Muro se ha
convertido en un símbolo nacional donde se realizan muchas ceremonias, algunas
hasta seculares" (Jewish Virtual
Library).
Para mí, orar en el Muro es una experiencia
verdaderamente conmovedora. Cada vez siento una enorme emoción, un increíble
sentido de conexión histórica, y un asombroso respeto hacia ese altamente
venerado y sagrado lugar de hace tantos siglos. Allí, uno no puede evitar tener
la expectativa de que Dios escuchará las oraciones de sinceros suplicantes y
hará cosas extraordinarias en respuesta a esas oraciones de la actualidad.
La sensación de la presencia de Dios es muy fuerte en
el Muro, y me inspira a orar y desear quedarme allí indefinidamente. La fría e
irregular textura de las masivas piedras del Muro sólo se suma a la sensación
mística y el anhelo de permanecer allí por largo rato.
Una de las razones que el Kotel es uno de los lugares favoritos en todo Israel es que
representa un medio de contacto, tanto entre judíos como entre cristianos. Es
como si fuera un lugar de común encuentro para la oración donde judíos,
cristianos y hasta seculares pueden unirse en oración por la nación de Israel,
por el pueblo judío mundialmente, por la paz en el Medio Oriente y el mundo, y
para que el Todopoderoso Dios derrame Sus bendiciones y Su auxilio.
Cuando me encontré allí en 2013 durante Sucot (Fiesta de los Tabernáculos),
sentí un fuerte sentido de unidad con otros en mi derredor, aunque yo era uno
de los pocos gentiles entre un mar de adoradores judíos. Mientras permanecía de
pie leyendo las Escrituras y orando, un hombre se me acercó y me preguntó si
tenía un lulav (tradicional conjunto
de ramas de sauce, mirto y palma) y el citrón llamado etrog. Cuando le dije que no, inmediatamente me prestó el suyo y me
instruyó en la manera correcta de sacudirlos y con las palabras apropiadas.
¡Ese desconocido era como un amigo o familiar que se interesó en ayudarme a
orar!
Algunos se podrían preguntar: "¿Por qué ese lugar,
que no es particularmente bello, puede tener tan poderoso efecto sobre la
gente? Podría haber tantas respuestas como personas que visitan el Muro, pero
creo que la respuesta más certera trasciende la mera realidad histórica: es una
presencia tangible de Dios en ese lugar. Dios dijo respecto al antiguo Templo: "En ella estarán Mis ojos y Mi corazón
perpetuamente" (1 Reyes 9:3).
Efectos
Perdurables del Muro
Según la tradición judía, la Divina Presencia nunca ha
abandonado el Muro Occidental. En su libro Touching
the Stones of Our Heritage [Tocando las Piedras de Nuestra Herencia], Dan
Bahat escribe que "generaciones y generaciones de judíos han venido aquí
para abrazar las piedras; para sentir y tocar sus grietas…Todo ha sido impreso
e incrustado en estas piedras; han absorbido las oraciones de los cercanos, y
las añoranzas de los lejanos. El que desee asombrarse, sentir y comprender esto
debe venir a Jerusalén, al Muro Occidental. Aquí es donde se unen el lamento y
el gozo, la desesperanza y la esperanza."
El Muro Occidental, el remanente del antiguo complejo
del Templo, evoca la memoria de un pasado glorioso de Israel: de Adonai mientras habitaba en el Templo…de
una era de soberanía judía en la Tierra…de días pasados aún presentes en los
sueños de muchos judíos. Este remanente del pasado trae la esperanza de una
renovación en la bendición de Dios sobre Su pueblo y, para algunos, la
restauración del pasado glorioso según prometido por Dios en Su Palabra.
Aunque el Rey David y su hijo Salomón reconocían y
declaraban que la presencia de Dios no puede ser contenida dentro de un templo
hecho por manos de hombres (1 Reyes 8:27; Hechos 7:48), el pueblo judío, y la
mayoría de los seres humanos, han sido animados a procurar a Dios en templos y
otras casas de oración. Tal es la irresistible atracción de las antiguas
piedras del Muro Occidental.
Ese anhelo es bueno. Dios desea que todo el mundo Le anhele y Le busque.
También promete en Jeremías 29:13 que Él será hallado por quienes Le busquen.
Por lo tanto, el Muro Occidental es un recordatorio al pueblo judío para que
busque a Dios; para que busque no sólo una restauración del pasado glorioso
sino al Dios del presente, al Dios vivo que hace cosas nuevas en beneficio del
pueblo judío (Isa. 43:19) y quien desea revelarse nuevamente en este día.
El Dios que ha devuelto Su pueblo a la Tierra desde
los cuatro confines de la tierra tiene un plan moderno para Su pueblo, uno que
fue revelado a través de Sus profetas hace muchos siglos. El Muro Occidental
hoy día es recordatorio de que Dios y Su obra no pueden desaparecer y que Dios
busca a los que deseen conocerle y ser bendecidos por Él. Tanto para judío como
gentil, el Muro sirve como una conexión tangible con Dios. Es casi como si las
mismas piedras clamasen a un mundo confuso, pero curioso: "Vengan,
acérquense…y encontrarán al que buscan." Ese es el poder de Dios que
todavía está presente en el Muro Occidental.
Algunos
Pensamientos Finales
El Muro Occidental es mucho más de lo que se percibe a
simple vista en la Plaza de Oración. Es más que un lugar de lamento donde el
pueblo judío llora la pérdida de sus antiguos Templos. Es parte de la
"piedra del cimiento" que señala el inicio de su existencia como
pueblo escogido de Dios. Es el lugar a donde el pueblo judío siempre regresa
con el paso de los siglos. Es un símbolo y recordatorio de su ciudad amada, y
su propia Escritura les advierte que nunca olviden de orar por ella. Es el
lugar de identidad y unidad nacional, donde Dios ordenó que se congreguen ante
Él varias veces al año. En fin, es un lugar de reunión, es un sitio para orar y
llorar, es un área donde se celebran incontables celebraciones y es el foco de
atención para muchos quienes esperan la llegada del Mesías. Con razón tantos
millones se congregan en dicho epicentro para adorar y hacer súplica a Dios.
Escrito por
Rdo. Dan Brown, Asistente Director Desarrollo Internacional
Traducido por
Teri S. Riddering, Coordinadora en Lengua Hispana
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