Poner el contador a cero
En la vida de cada uno de nosotros hay episodios de los que no estamos muy orgullosos, errores de los que nos avergonzamos, y sufrimos por ello. Tratamos de olvidar aquello que quizá nos carcome por dentro. Lo que llamamos «complejo de culpabilidad» a veces no es más que la justa percepción del pecado. ¿Cómo ser liberados de esos remordimientos que nos acosan? Sabemos muy bien que no podemos borrar nuestras faltas ni redimirlas, y tampoco estamos seguros de poder evitar nuevas faltas. Nadie puede por sí solo poner a cero el contador de su conciencia. Las faltas y los pecados están inscritos de forma imborrable, al igual que las manchas del pelaje de un animal. Nadie puede borrar sus faltas pasadas, ni las de otra persona (Salmo 49:7), excepto Dios, quien nos dice: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). ¿Cómo puede ser esto posible? Dios envió a su Hijo Je