Cristo vino a deshacer las obras del pecado


“Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él”. (1 Juan 3:5)

Cristo no vino a mejorar al hombre, sino a liberarlo del dominio del pecado.

El propósito de la encarnación es claro: deshacer la esclavitud espiritual que el pecado produce. Jesús no solo nos perdona, sino que nos limpia (1 Juan 1:9) y nos hace partícipes de su justicia. En Él, la culpa es removida y el poder del pecado quebrantado.

Juan afirma que en Cristo “no hay pecado”, estableciendo el contraste entre la naturaleza caída del hombre y la santidad perfecta del Salvador. La única forma de vencer al pecado es permanecer en Aquel que nunca pecó (Juan 15:4).

La victoria no es fruto del esfuerzo moral, sino del poder redentor de Cristo actuando en nosotros día a día.

¿Estás permitiendo que la obra de Cristo opere en ti para deshacer todo hábito o pensamiento que no refleja su santidad?

Juan 15:4

Permanezcan en mí y yo en ustedes. Ninguna rama puede dar fruto por sí misma; debe permanecer en la vid. Tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.

Fuente: YouVersion 

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