Puentes de Esperanza

Como parte de nuestra formación básica en Puentes para la Paz, les enseño a los nuevos voluntarios sobre el odio ancestral y persistente del antisemitismo. Lo describo como un virus: a veces latente en el corazón humano, otras veces desatándose en una fiebre descontrolada. Desde Persia hasta Teherán, desde la Edad Media hasta la época moderna, la historia da testimonio de esta enfermedad recurrente. Desde el 7 de octubre y la consiguiente guerra en Gaza, me ha impactado la rapidez con la que la fiebre del antisemitismo se ha apoderado del mundo occidental. En tan solo unos meses, el odio hacia el pueblo judío ha estallado: en las redes sociales, en los campus universitarios, en las calles de Estados Unidos, Australia y Europa, en los parlamentos y, trágicamente, incluso en algunos sectores de la Iglesia. Mientras tanto, los sobrevivientes del Holocausto —testigos vivos del brote más devastador de antisemitismo— aún caminan entre nosotros. Estamos viviendo días extraordinarios y de so...

Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. (Santiago 4:7 NVI) (Primero quiero establecer la diferencia entre huir de la tentación y resistir, huir es para cuando la tentación está frente a nosotros y resistir es cuando la tentación se origina en la mente). Este es uno de los versículos que más al revés está al día de hoy en la iglesia, la gente quiere hacer una cosa sin primero cumplir con lo que antecede a ello. ¿A que me refiero? A que muchas veces queremos reprender al diablo de nuestras vidas, de nuestros hogares, de nuestra familia, de nuestras finanzas, de nuestros ministerios, de nuestra salud, pero nos es tan difícil someternos a Dios primero para que lo segundo pueda ser un hecho.  ¿Que es estar sometido? Es vivir una vida en completa obediencia, en completa reverencia, en humillación, haciendo lo que mi amo dice, viviendo una vida conforme a sus palabras y saber pedir perdón cuando fallamos. Que difícil le resulta todo esto a nuestra carne ...

“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”. (Santiago 1:13-14 RVR1960) En la teología cristiana, se llama concupiscencia a sentir deseos (o excesos de deseos) no gratos a Dios. La concupiscencia es un mal que viene con todo ser humano desde el vientre de su madre, es parte de nuestra herencia por el pecado que entró al mundo a través de Adán y a través de ese pecado todos nos hicimos pecadores aún sin haber nacido, Véase (Romanos 3:23)  Ahora que sabemos que Dios no tienta a nadie ni Él puede ser tentado, sé que surge la siguiente curiosidad, ¿Cómo puedo vencer la concupiscencia? Viviendo una vida en el Espíritu. Una vez que has aceptado a Jesucristo con todo tu corazón como tu Señor y Salvador, ya tienes contigo al único que puede bautizar con el Espíritu Santo y fuego, si lees el libro de los Hechos...

Derribando los dioses en nuestra vida: En este último día, quiero invitarte a que hagas una sincera introspección en tu corazón y en tu mente. Con humildad, pídele al Señor que te ayude a identificar si hay en ti algún “dios” falso que hayas creado consciente o inconscientemente, para tu propio beneficio: el dios de la vanidad, el dios del materialismo, el dios de las malas palabras, el dios de la perversión, el dios del adulterio o la fornicación, el dios de la mentira, el dios del dinero, el dios del robo… Si descubres alguno de ellos, échalo fuera del trono de tu corazón. Reconoce que hay un solo y verdadero Dios que te ama aun con tus imperfecciones, que te da nuevas oportunidades cada día. Aquellas cualidades o atributos de Dios que a muchos les producen temor o incomprensión no están ahí para tu condenación; lo que en realidad tiembla y se incomoda es tu naturaleza carnal, que sabe que será sometida a Cristo y que perderá el dominio, el poder y el control sobre tu mente y tu ...