Aferrándote a la fuerza de Dios

Regocíjese Podemos gozarnos sin importar lo que esté ocurriendo; y, por lo general, si lo pensamos detenidamente, siempre hay algo en nuestras vidas por lo que podemos regocijarnos. En el capítulo 8 de Nehemías, él se encuentra leyendo las Escrituras al pueblo de Dios. Habían perdido contacto con Dios y no habían escuchado su Palabra por mucho tiempo, así que algunas personas los estaban ayudando a entender lo que esto significaba. Mientras Nehemías y quienes lo asistían explicaban a la gente lo que Dios deseaba, la gente comenzó a llorar. Se dieron cuenta de cuánta falta les hacía esto y cuánto se habían apartado de Dios. En medio de la gente que lloraba, esto es lo que Nehemías les dice en Nehemías 8:10: “Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza”.

El último paso para tomar fuerzas de Dios es decidir tener alegría y regocijarse. Usted tiene que decidir regocijarse. Leemos palabras similares en Habacuc 3:17–19, Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.

Piense en esto. Esto fue escrito para personas que vivían en una sociedad agrícola. Todo su sustento, todo de lo que dependían para satisfacer sus necesidades y alimentar a sus familias, todo se perdió. Sobrevino devastación y vacío. Sin embargo, las Escrituras nos dicen que nos regocijemos en las peores circunstancias. Usted y yo tomamos la decisión de regocijarnos porque la alegría no depende de las circunstancias.

Podemos gozarnos sin importar lo que esté ocurriendo; y, por lo general, si lo pensamos detenidamente, siempre hay algo en nuestras vidas por lo que podemos regocijarnos. Considere la situación de Pablo en el primer capítulo de Filipenses. Está encadenado en la cárcel y dice: “Mira. Afuera hay hombres que están predicando a Cristo por los motivos equivocados. Están predicando a Cristo por ambición egoísta y por codicia, solo para sacar algún provecho de ello”. Dijo: “Y lo están haciendo sólo para fastidiarme, para intentar hacerme más miserable en mis ataduras”. A pesar de esto, Pablo dijo: “Al menos se está predicando a Cristo y en esto me regocijaré”.

Él está diciendo que, aunque los motivos pueden estar muy equivocados, al menos están hablando de Jesús. Encontró algo en lo cual regocijarse. Es posible que en este momento tenga cuentas por pagar, hijos rebeldes o una enfermedad persistente. No se regocija por esas cosas, pero puede regocijarse en esas cosas. Regocíjese porque Dios tiene una respuesta y hay una salida. Si no encuentra otro motivo, regocíjese porque su nombre está escrito en el Libro de la Vida del Cordero. Incluso si fuera su peor día, aún así iría al cielo. Cuando elegimos regocijarnos, Dios nos fortalece. El gozo del Señor es nuestra fortaleza. Tome fuerzas Escriba la siguiente oración en una tarjeta y llévela con usted esta semana.

Cada vez que su alegría comience a flaquear y vengan pensamientos negativos, saque su tarjeta y ore: Padre celestial, Tú dijiste que te encontrarás con aquel que se regocije, así que ayúdame a decidir gozarme. Me doy cuenta de que la alegría no depende de mis circunstancias. Puedo elegir regocijarme porque Tú sabes por lo que estoy pasando. Sabes cómo me siento y deseas involucrarte. Confío en que harás lo que has prometido, Amén.

Fuente: YouVersion

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