La Búsqueda del Sentido de la Navidad
Una
vez que se llega «oficialmente» a la ampliamente conocida «Semana de Navidad»,
las tiendas minoristas han estado exhibiendo sus adornos navideños desde hace
meses: árboles y adornos navideños, figuras animadas de Papá Noel, bastones de
caramelo de todos los tamaños y falsos regalos navideños envueltos en colores
brillantes que gritan: «¡Es hora de que ustedes, compradores, gasten su dinero
en regalos y nos ayuden a poner nuestras finanzas en números negros!».
Sospecho
que también te has cansado de la reiterada pregunta: «¿Cuál es el verdadero
significado de la Navidad?». Sorprendentemente, escuchamos a celebridades y
expertos que ofrecen sus opiniones, como si hubiera muchas respuestas a la
pregunta. Sugieren respuestas como «la familia», «la generosidad», «el amor y
la amabilidad hacia los demás», «la inocencia de los niños» y muchas otras.
Todo
suena muy bonito, pero en realidad, solo hay una respuesta adecuada para
expresar el verdadero significado de la Navidad. Se dice muy clara y
concisamente en el evangelio de Juan: «En el principio ya existía el Verbo,
y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Y el Verbo se hizo hombre y
habitó entre nosotros…» [Juan 1:1,14 NVI]. Dios, el Creador y sustentador
del universo, tomó forma humana y vino a la tierra en forma de bebé, creciendo
hasta convertirse en nuestro máximo maestro, modelo a seguir, Salvador,
Redentor y Señor.
Durante
esta temporada se presentan innumerables sermones y mensajes para transmitir la
importancia y magnitud de la Navidad. Ha sido así durante muchos siglos.
Entonces, ¿qué se puede agregar a lo que ya se ha dicho y escrito? Quizás no
necesitemos algo más, sino hacer una pausa y reflexionar, recordar lo que
sabemos. Considera algunas de las verdades que encontramos en el capítulo
inicial del evangelio de Juan del Nuevo Testamento:
1. Jesús fue desde el principio. Jesucristo, el Hijo de Dios,
no «surgió» una asombrosa mañana hace más de 2000 años en un pequeño pueblo del
Medio Oriente llamado Belén. Más bien, ese fue el momento en que, dicen las
Escrituras, el Verbo —es decir Jesús— se hizo carne. Él y Dios Padre siempre
han sido. San Juan dice acerca de Jesús: «Él estaba con Dios en el
principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo
creado llegó a existir» [Juan 1:1-3 NVI].
2. Jesús vino para dar vida y traer luz. Antes de
que Jesús naciera en el mundo como un humano, Dios se había revelado de muchas
maneras. Él trabajó a través de escritores humanos para darnos lo que llamamos
Antiguo Testamento, una historia de Sus obras a través de la humanidad hasta
ese momento y un registro de Sus mandamientos y estatutos para vivir
correctamente. Pero Jesús vino a rescatarnos de obras «religiosas» muertas y
ofrecernos el único camino a la vida que no tendrá fin. «En él estaba la
vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece,
y las tinieblas no prevalecieron contra ella» [Juan 1:4-5 RVR].
3. Jesús nos ofreció el camino para convertirnos en miembros de la
familia de Dios. La Biblia enseña que todo hombre, mujer y niño es creación de Dios,
hecho a Su imagen. Pero no todos son miembros de Su familia divina y eterna.
Eso requiere una transacción única, al recibir como regalo lo que está
disponible solo a través de Jesucristo. «A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios» [Juan 1:11-12 RVR]. Más
tarde, Jesús amplió esta promesa: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí» [Juan 14:6 RVR].
Si
reflexionamos sobre estas verdades, ¿sería necesario seguirnos preguntando
«cuál es el verdadero significado de la Navidad»?
Por Robert J. Tamasy - MANÁ DEL LUNES es una
edición semanal de CBMC INTERNATIONAL
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