Enfocarnos en lo Realmente Importante

Hace un tiempo estaba teniendo una serie de conversaciones con un joven sobre su nueva fe en Jesucristo, enfocándome en especial en lo que realmente importa en la vida y el trabajo. Tener un enfoque adecuado puede cambiar drásticamente el curso de nuestras vidas individuales. Por ejemplo, cuando un equipo está concentrado, ya sea en un lugar de trabajo o en un campo deportivo, puede afectar en gran medida los resultados de sus esfuerzos. No solo en términos de lograr el éxito, sino también de saber que se esfuerzan por alcanzar la excelencia mientras persiguen la meta deseada.

A lo largo de los años en que he tratado a este joven, se ha hecho evidente que ha estado muy concentrado en ciertos aspectos de su vida. Sin embargo, su enfoque, un intenso deseo de convertirse en el mejor en algo en particular, ha llegado a desbalancear otras áreas de su vida. Esa comprensión nos llevó a hablar sobre la importancia de lograr un equilibrio adecuado, manteniendo las cosas en la prioridad correcta.

He aprendido esto a través de la experiencia personal que se remonta a más de 50 años. Mi primera pasión fue el béisbol. Luego el golf lo desplazó del primer lugar. De alguna manera terminé la universidad en cuatro años, pero definitivamente mi enfoque no estaba en aprender todo lo que podía durante esos intensos años de estudios universitarios. Más tarde comprendí lo importante que es enfocarse adecuadamente en los diversos aspectos de nuestras vidas.

Mi juego de golf se ha convertido en un ejemplo para mí. En estos días, sé que hay momentos para concentrarme en el siguiente tiro y luego hay momentos para centrarme en lo que sucede a mi alrededor. El golf se ha convertido en una salida social para mí, por lo que sería bastante desconsiderado bloquear a mis compañeros de juego y concentrarme solo en mi juego. Eso restaría valor a mi mayor objetivo de simplemente disfrutar del paseo por el campo con otros. Incluso en las rondas competitivas, hago todo lo posible por mantenerme sociable y disfrutar de la compañía de los demás.

Al principio de mi carrera en seguros, compré la filosofía corporativa de aumentar mi actividad para ayudar a más clientes y ganar más dinero. Fueron necesarios cuatro días de hospitalización con neumonía doble para que Dios llamara mi atención y cambiara mi enfoque a lo que realmente importa. Mi objetivo pasó del amor al dinero a un profundo amor por Dios y por Su pueblo. Ese fue el comienzo de mi viaje de aprender a amar y cuidar a aquellos que Él pone en mi vida todos los días.

Como cristiano, he llegado a comprender que debo ser obediente a mi Salvador y Señor, y Su deseo es que yo reflexione sobre la oración más antigua que se encuentra en las Escrituras, que se llama en hebreo el Shemá. Parte de mi oración diaria cada mañana, basada en las palabras de Jesús en Mateo 22:37-39, dice algo así: «Señor, te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con toda mi fuerza. Señor, ayúdame a amar a los demás como me amo a mí mismo».

En nuestros roles en el mercado empresarial, tenemos metas y objetivos. La producción y las ganancias están como una prioridad en nuestras mentes. Pero si vamos a ser embajadores eficaces y fructíferos de Cristo, como nos describe 2 Corintios 5:20, seríamos sabios si consideráramos el consejo del apóstol Pablo sobre lo que él denominó «el fruto del Espíritu»: «Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Contra tales cosas no hay ley». Luego agrega: «Y los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, vivamos también según el Espíritu. No nos hagamos vanidosos, ni nos irritemos unos a otros, ni sintamos envidia entre nosotros» [Gálatas 5:22-26 RVC].

Si verdaderamente amamos al Señor y deseamos que nuestras vidas reflejen eso, debemos enfocarnos en lo que realmente importa y vivir nuestras vidas en consecuencia.

Por Jim Langley - MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL

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