Legado Que Perdura: Fruto Que Permanece

«Legado» es un término que escuchamos mucho en estos días. Quizá a medida que las personas envejecen, se preguntan cómo serán recordados, ¡si es que lo serán! Si tuvieras que construir un legado duradero, ¿cuál te gustaría que fuera? ¿Una cartera financiera muy nutrida, que refleje las recompensas del éxito profesional? Tal vez te gustaría que algún edificio lleve nombre, como —por ejemplo— un campus universitario o el ala de un hospital. Algunas personas pueden desear convertirse en «nombres conocidos», logrando prominencia y reconocimiento dentro de su industria o campo de actividad.

Pensar en tener un legado evoca la imagen de una roca arrojada a un estanque, la cual crea ondas que se irradian hacia afuera. Hay un problema con eso: aunque algunas rocas causan ondas más grandes que otras, eventualmente todas las ondas desaparecen. Sin embargo, los mayores legados continúan por muchos años, quizás por la eternidad.

Recientemente asistí al servicio memorial de un viejo amigo, Roger Erickson, quien se desempeñó durante 10 años como el primer presidente de CBMC Internacional, después de su reorganización en 1987. Cuando CBMC-USA me contrató en 1981 para supervisar sus publicaciones escritas, Roger fue una de las primeras personas que conocí. El impacto que tuvo en mi vida a lo largo de los años, junto con miles de otras personas, es inconmensurable.

En el servicio, Roger fue recordado como un «pescador y discipulador de hombres». Durante décadas cumplió con el llamado de Dios en su vida, invirtiendo en otros hombres al presentarles a Jesucristo como su Salvador y Señor, y acompañando a los nuevos creyentes para ayudarlos en su viaje espiritual. La Gran Comisión de Jesucristo de «vayan y hagan discípulos» [Mateo 28:19] era primordial en la mente de Roger.

Sin duda, dejó un legado de impacto eterno. Por su propia capacidad, Roger estaba lejos de ser perfecto, pero poseía una serie de características que le permitían servir a Dios y dejar una marca indeleble en aquellos que el Señor trajo a su vida. Estas son algunas de esas características:

1. Implacable. Su dedicación a discipular a otros nunca vaciló. Tuve el privilegio de colaborar con Roger en su libro sobre el proceso de hacer discípulos: Fruto que permanece, compartiendo sus ideas para que otros pudieran beneficiarse. «Por lo tanto, mis amados hermanos, permanezcan fuertes y constantes. Trabajen siempre para el Señor con entusiasmo, porque ustedes saben que nada de lo que hacen para el Señor es inútil» [1 Corintios 15:58 NTV].

2. Gran convicción. Roger nunca dudó de su dependencia del Señor y de Su Espíritu para lograr cualquier cosa de valor eterno. «Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada... Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes. Les encargué que vayan y produzcan frutos duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre» [Juan 15:5,16 NTV].

3. Altamente disciplinado. Ya sea pasando tiempo estudiando la Biblia para acercarnos más a Dios; memorizar versículos de las Escrituras; siendo fiel para desafiar a otros hombres en su crecimiento espiritual, o exhortando a otros a unirse para hacer discípulos, Roger se mantuvo decidido e intencional, tal como lo hacía el apóstol Pablo: «No es que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto, sino que sigo adelante, por ver si logro alcanzar aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús… me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante; ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!» [Filipenses 3:12-14 RVC].

4. Generoso. La generosidad era otra de las características de Roger, ya fuera dando su tiempo y energía, o usando sus recursos personales para beneficiar a otros y ayudar a avanzar la causa de Cristo en el mundo empresarial y profesional. En el proceso, fue abundantemente bendecido. «En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir» [Hechos 20:35 RVR].

Por Robert J. Tamasy - MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL

 

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