Los Grandes Beneficios del Quebrantamiento

En el mundo empresarial y profesional, admiramos a los líderes fuertes y audaces. Los empresarios suelen buscar personas proactivas y decididas para dirigir sus organizaciones, cuyo coraje, confianza y determinación parezcan inquebrantables. En Su «sermón del monte», Jesucristo dijo: «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» [Mateo 5:5 RVR], pero las juntas directivas corporativas generalmente no quieren personas así para roles de liderazgo en sus compañías.

Irónicamente, el quebrantamiento es una cualidad que a menudo ayuda a moldear el carácter de los líderes fuertes: personas que han luchado contra grandes adversidades, fracasos y desánimos, pero que perseveraron para salir del otro lado como personas más resistentes y humildes. ¿Por qué el quebrantamiento es un «activo» tan ventajoso? Porque ayuda a hombres y mujeres a liderar con compasión, sensibilidad y comprensión. Perciben sus propias debilidades y defectos, lo que les permite aprender a confiar y depender de los miembros del equipo que han reunido a su alrededor.

Durante mis primeros años como editor de un pequeño periódico comunitario, yo era esencialmente el hombre orquesta, pues manejaba la mayor parte de la redacción y los informes, la fotografía, la edición y el diseño de cada edición. Reportaba a un editor, pero yo mismo hacía la mayor parte del trabajo editorial, incluida la toma de decisiones. Era una tarea tediosa, a menudo desalentadora. Como resultado, cometí más errores de lo razonable.

Más adelante en mi carrera periodística, tuve un equipo editorial completo y pude confiar en las respectivas habilidades y experiencia de otros reporteros y editores, delegando responsabilidades en ellos. Fue un gran alivio colaborar con otros y compartir ideas para crear el mejor producto posible.

Durante gran parte de su reinado, el rey David de Israel también trabajó por su cuenta. Su gente lo tenía en alta estima, recordando sus muchas hazañas durante la guerra. Tenía asesores, pero generalmente confiaba en su propio juicio, a veces en gran perjuicio para él mismo. El éxito —al parecer— se le subió a la cabeza.

En 2 Samuel 11, encontramos a David permaneciendo en Jerusalén mientras su ejército y los líderes militares se fueron a la guerra. Vio a una mujer deslumbrante, Betsabé, bañándose en una azotea cercana, y razonó que, como rey, tenía el derecho real de satisfacer sus deseos por ella, lo que lo llevó a una serie de terribles consecuencias.

Solo cuando más tarde fue confrontado por el profeta Natán, el rey David confesó sus transgresiones y se volvió a Dios en busca de perdón. Del arrepentimiento de David surgió una poderosa oración en los Salmos en la que reconoció abiertamente su maldad y le pidió al Señor que lo restaurara.

Después de rogar: «Ten misericordia de mí, oh Dios, debido a tu amor inagotable; a causa de tu gran compasión, borra la mancha de mis pecados» [Salmo 51:1-2 NTV], entonces David hizo una petición conmovedora: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu fiel dentro de mí. No me expulses de tu presencia, y no quites de mí tu Santo Espíritu. Restaura en mí la alegría de tu salvación, y haz que esté dispuesto a obedecerte» [Salmo 51:10-12 NTV].

Finalmente, David concluyó: «El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado; tú no rechazas un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios» [Salmo 51:17 NTV]. En nuestro servicio al Señor, nuestros corazones quebrantados y contritos también pueden agradarle. Y como resultado, pueden convertirnos en líderes mejores y más efectivos.

Por Robert J. Tamasy - MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL

 

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