Dificultades ¿Oportunidades o Obstáculos?

«¿De dónde vengo?». «¿Por qué estoy aquí?». «¿A dónde voy?». Estas son las tres preguntas más importantes que cualquiera pudiera hacerse en cualquier momento. Hace cincuenta años, me di cuenta de que para estas preguntas no tenía respuestas. Con el tiempo, esto me preocupaba más y más.

A través de mi proceso de razonamiento, siempre había creído que había un Dios, pero no lo conocía personalmente. Solo puedes conocer a Dios cuando Él elige revelarse a Sí mismo, y Él ha elegido revelarse a Sí mismo a través de Su Palabra escrita, la Biblia. Hace cincuenta años, alguien que creía que la Biblia era la Palabra inspirada de Dios me dio una exposición transformadora. Mientras mi amigo me explicaba, verso por verso y página por página, yo escuchaba.

Finalmente decidí que si lo que este hombre me estaba enseñando era verdad, y que de hecho podía conocer a Dios personalmente, quería conocerlo, incluso estando dispuesto a encontrarme con Él en sus términos, en lugar de los míos. Básicamente, como alguien lo ha descrito: «Salí de la cueva con las manos en alto». Jesús dijo: «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo» [Apocalipsis 3:20 RVR].

En respuesta a esta invitación, con una simple oración, le pedí a Cristo que viniera a mi vida, que tomara el control de mi vida y me hiciera la persona que Él quería que fuera. Luego comencé a leer y estudiar la Biblia por mí mismo y finalmente encontré respuestas a las tres importantes preguntas que me inquietaban y a muchas otras más.

A menudo escucho a la gente decir que si permites que Dios tome el control de tu vida, todo será maravilloso. Esa, sin embargo, no ha sido mi experiencia; he conocido los momentos más difíciles de mi vida desde que llegué a la fe. Para mí, los desafíos que he enfrentado desde que me convertí en seguidor de Jesús fueron mucho más difíciles que volar en combate sobre Vietnam del Norte.

Mi primera gran crisis de fe involucró un versículo de las Escrituras que me pareció muy preocupante, el cual dice: «Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús» [1 Tesalonicenses 5:18 NTV]. Oré durante circunstancias difíciles y dolorosas, e incluso di gracias, pero luego tuve que decirle a Dios: «Sabes que no lo digo en serio, porque ¿cómo puedo estar agradecido por esta situación?».

Entonces comencé a considerar un versículo del libro de Hebreos: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» [Hebreos 11:6 RVR]. Me di cuenta de que podía vivir gran parte de mi vida sin necesidad de ejercer mucha fe. No se necesita mucha fe para seguir adelante en la vida cuando las cosas me salen bien. Sin embargo, fue bastante diferente cuando sentí que mi mundo se estaba desmoronando.

En esos momentos solo podía continuar confiando en Dios y dejando el resultado en sus manos. Eso requiere mucha fe. Cuando entendemos que la fe es lo único que agrada a Dios, esos momentos difíciles que cada uno de nosotros enfrenta pueden verse como oportunidades para agradarle, en lugar de obstáculos. Descubrí que entonces podía dar gracias en las dificultades y en cualquier otra circunstancia que pudiera enfrentar y realmente decirlo en serio, porque Dios realmente debe amarme para darme tantas oportunidades para agradarle y crecer/madurar en mi fe. 

¿Y tú? Cuando enfrentas desafíos difíciles, cuando enfrentas tiempos de adversidad que no se pueden superar fácilmente, ¿ves estas dificultades como obstáculos o como oportunidades? 

Por William "Fritz" Klumpp - MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL

 

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