Aprendiendo del Rey Salomón

CUANDO UN LÍDER FALLA, siempre es un acontecimiento doloroso y trágico. A menudo hemos visto el daño que causa en el mundo político y empresarial. Pero para nosotros como cristianos, es aún más difícil porque se trata de un líder espiritual. ¿Cómo es posible que alguien de quien hemos aprendido y cuyo ministerio ha sido fructífero, pueda caer en desgracia y traicionar a su familia e iglesia?

En 1 y 2 Reyes y 1 Crónicas, nos encontramos con los actos de los reyes de Israel. Dios los juzga como buenos o malos en función de si le siguieron a Él y a sus caminos; o si no lo hicieron. Algunos tuvieron grandes comienzos, pero terminaron muy mal. Está claro que a Dios le interesan los líderes cuyos corazones estén totalmente dedicados a Él y que vivan con rectitud, defendiendo la Torá (la Ley de Moisés). Veamos uno de los reyes más famosos de la Biblia, Salomón.

Una buena base

El Rey Salomón fue el tercer rey de Israel, después de Saúl y del Rey David, su propio padre. Salomón era uno de los hijos menores del Rey David, y su madre era Betsabé. Según el sitio judío ortodoxo chabad.org, Salomón tenía 12 años cuando se convirtió en rey. El sitio da una breve sinopsis de Salomón, diciendo:

«Como sólo tenía doce años cuando subió al trono, Salomón estaba comprensiblemente preocupado por su capacidad para gobernar con eficacia. Decidió pedir ayuda a Dios. Viajó a Gabaón y ofreció sacrificios. Di-s se le apareció y le preguntó ¿qué quería? El Rey Salomón pidió que se le concediera la sabiduría para gobernar con eficacia. Di-s se alegró mucho de que Salomón hubiera pedido sabiduría en lugar de riqueza o algo parecido. Di-s le concedió su petición. Se hizo famoso por su sabiduría y conocimiento».

(Nota: El pueblo judío omite las vocales del nombre de Di-s o incluso la palabra, como señal de profundo respeto).

Salomón tenía todo a su favor para tener éxito. Provenía de una familia real. Fue bien educado como hijo de un rey. Tuvo como mentor a su padre, el Rey David. Cuando su padre lo nombró rey, contó con el apoyo de personas de mucha influencia, como su madre, la Reina Betsabé, el sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaía, hijo de Joiada. Por encima de todo, como si fuera poco, tuvo un increíble encuentro personal con Dios, cuando recibió los dones de la sabiduría y el entendimiento.

En el lecho de muerte del Rey David, éste le dio a Salomón un buen consejo:

«… Sé, pues, fuerte y sé hombre. Guarda los mandatos del Señor tu Dios, andando en Sus caminos, guardando Sus estatutos, Sus mandamientos, Sus ordenanzas y Sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés [la Torá], para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas, para que el Señor cumpla la promesa que me hizo: “Si tus hijos guardan su camino, andando delante de Mí con fidelidad, con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará hombre sobre el trono de Israel”». (1 Reyes 2:2b-4).

Reglas para los reyes

En las últimas palabras de David a Salomón, se hizo hincapié en la necesidad de conocer y obedecer los mandamientos de la Ley de Moisés. Esto incluía las palabras de Deuteronomio 17:14-20, que eran reglas específicas para los reyes.

1.    El rey debe ser elegido por Dios.

2.    El rey no debe ser un extranjero.

3.    No debe multiplicar los caballos ni hacer que la gente descienda a Egipto para conseguir caballos.

4.    No debe multiplicar las esposas para sí mismo.

5.    No debe multiplicar en gran medida, la plata y el oro para sí mismo.

6.    Debía escribir una copia de esta Ley (la Torá: Gn-Dt) en un libro para sí mismo. Esta debía ser copiada de la Torá que tenían los levitas. Debía llevarla consigo y leerla diariamente durante el resto de su vida. Así aprendería a temer al Señor su Dios y a observar cuidadosamente todas las palabras de esta Ley y estos estatutos.

Según el comentario de la Biblia de Estudio Nelson (NKJV, por sus siglas en inglés) sobre estos versículos:

«Estos reglamentos limitaban el poder y el esplendor del futuro rey. No debía depender del poder militar ni de las riquezas. Se le exhortó a no enredar a la nación en alianzas políticas que expusieran a Israel a la adoración pagana. En cambio, se le exhortó a guiar a la nación hacia la obediencia a la Ley de Dios. El verdadero rey de Israel estaría atado a las instrucciones de Dios. No sería un tirano, sino un rey que gobernara de acuerdo con la voluntad revelada de Dios».

En la antigüedad los caballos se utilizaban para tirar de los carros, y poseer muchos era un símbolo de poder militar. En el Salmo 20:7 se dice: «Algunos confían en carros y otros en caballos, pero nosotros en el nombre del Señor nuestro Dios confiaremos«. El hecho de que los reyes tuvieran varias esposas era a menudo una indicación de alianzas políticas con entidades paganas. Estos matrimonios/alianzas venían acompañados de una poderosa influencia cultural (dioses paganos) y, sin duda, de la presión de poderosos líderes de otras tierras.

Templo y dedicación

Uno de los logros más destacados de Salomón fue la construcción del Templo. La dedicación del Templo fue un acontecimiento sorprendente marcado por la presencia manifiesta de Dios. «Y sucedió que cuando los sacerdotes salieron del lugar santo, la nube llenó la casa del Señor, así que los sacerdotes no pudieron quedarse a ministrar por causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la casa del Señor» (1 Reyes 8:10-11).

El resto del capítulo 8 recoge el discurso de Salomón, su oración de dedicación, su bendición a los reunidos, y la dedicación del Templo. Te animo a que vayas y leas todo el capítulo. La Escritura nos dice que, «Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego desde el cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó la casa. Los sacerdotes no podían entrar en la casa del Señor, porque la gloria del Señor llenaba la casa del Señor» (2 Cr 7:1-2). Después de este asombroso y culminante momento espiritual, Dios volvió a aparecerse a Salomón. Esto se registra en 1 Reyes 9:1-9, así como en 2 Crónicas 7:12-22.

Oración

Salomón estaba claramente en un buen lugar con Dios al principio de su reinado. Tuvo sorprendentes encuentros divinos. Dios le habló, dándole dirección, y su oración registrada en 1 Reyes 8 tiene elementos maravillosos. Comenzó exaltando a Dios: «Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como Tú ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y muestras misericordia a Tus siervos que andan delante de Ti con todo su corazón» (v. 23). Salomón pidió entonces que Dios escuchara las oraciones rezadas desde este Templo. Oró por el futuro bienestar del pueblo israelita en todo tipo de escenarios futuros (cuando alguien peca, en la guerra, cuando no hay lluvia, cuando hay hambre o plaga, etc.). Incluso oraba por los extranjeros que vinieran al Templo:

«También en cuanto al extranjero que no es de Tu pueblo Israel, cuando venga de una tierra lejana a causa de Tu nombre (porque oirán de Tu gran nombre, de Tu mano poderosa y de Tu brazo extendido); cuando venga a orar a esta casa, escucha Tú desde los cielos, el lugar de Tu morada, y haz conforme a todo lo que el extranjero te pida. Para que todos los pueblos de la tierra conozcan Tu nombre para que te teman, como te teme Tu pueblo Israel, y para que sepan que Tu nombre es invocado sobre esta casa que he edificado» (1 Reyes 8: 41-43).

Salomón siguió su oración con sorprendentes palabras de bendición sobre la congregación reunida. La dedicación, los sacrificios y la fiesta continuaron durante 14 días, y todo Israel se alegró. Este no fue un hecho aislado. 1 Reyes 9 relata otro encuentro divino en el que Dios habló clara y directamente al Rey Salomón.

El Rey Salomón se inspiró para escribir textos bíblicos. De hecho, se le atribuyen tres libros de la Biblia: Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares.

Caer en desgracia

¿Cómo es posible que este hombre —con todas las ventajas que tenía, que se encontró con Dios en más de una ocasión, que experimentó la gloria de Dios cuando llenaba el Templo, y oró con tanta devoción, que escribió partes de la Biblia— cayera en desgracia? Este es el hombre que dijo a los Hijos de Israel: «Estén, pues, los corazones de ustedes enteramente dedicados al Señor nuestro Dios, para que andemos en Sus estatutos y guardemos Sus mandamientos, como en este día» (1 Reyes 8:61).

El difunto rabino Jonathan Sacks comentó:

«El historial de Salomón es aún más accidentado [que el del Rey David]. Era el hombre cuyo nombre era sinónimo de sabiduría, autor del Cantar de los Cantares, los Proverbios y el ‘Kohelet’ [Eclesiastés]. Al mismo tiempo, fue el rey que rompió las tres advertencias de la ‘Torá’ para la monarquía, a saberse que no debía tener demasiadas esposas, ni demasiados caballos, ni demasiado dinero (Dt 17:16-17). Salomón —como dice el ‘Talmud’ [comentario rabínico sobre la tradición judía y las Escrituras hebreas] [Sanedrín 21b]— pensó que podía romper todas las reglas y permanecer incólume. A pesar de toda su sabiduría, se equivocó».

La Biblia nos cuenta esta triste historia. Salomón se volvió a otros dioses. “Porque cuando Salomón ya era viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras otros dioses, y su corazón no estuvo dedicado por completo al Señor su Dios, como había estado el corazón de David su padre” (1 Reyes 11:4). ¿La respuesta de Dios? «Entonces el Señor se enojó con Salomón porque su corazón se había apartado del Señor, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y le había ordenado en cuanto a esto que no siguiera a otros dioses, pero él no guardó lo que el Señor le había ordenado» (1 Reyes 11:9-10).

La importancia de terminar bien

Leo sobre la grandeza de Salomón, sus interacciones con el Señor, sus logros; y me entristece mucho que no haya terminado bien. Quiero aprender de su fracaso, y animo a todos los que están entrando en el liderazgo o están en el liderazgo ya, a mantener sus ojos y su corazón en el Señor. Busquen su inspiración y guía. Tengan cuidado con la trampa del poder y no piensen que están por encima del reproche, debido a sus dones o a su éxito pasado. Guarden sus corazones y mentes para no caer en el fracaso moral. Tengan cuidado de no amar el dinero. Sean sabios a la hora de hacer alianzas. Aunque no está mal aprender de otros, ya que tenemos una relación directa con el Señor, y sigamos Su dirección (escrita en la Biblia y en nuestros corazones), podemos encontrarnos siguiendo a otro “dios”. Dios está pidiendo nuestra total lealtad de corazón, nuestra fidelidad. Las tentaciones de la carne, el poder y la influencia, son embriagadoras; y muchos líderes han comenzado correctamente antes de descarrilarse.

Hoy oro para que los líderes de todo el mundo vuelvan sus corazones hacia el Dios de Israel; para que podamos tener su bendición en nuestros ministerios y comunidades. Oro por aquellos, cuyas iglesias y comunidades se han visto perjudicadas por las acciones de líderes fracasados. Ruego que Dios les dé un toque sanador.

Por: Rebecca J. Brimmer, Presidenta Ejecutiva Internacional

BRIDGES FOR PEACE

Traducido por Chuy González – Voluntario en Puentes para la Paz

Revisado por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz 

Bibliografía

Adelman, Mendel. “King Solomon: The Story of His Reign and Kingdom.” Chabad.org. https://www.chabad.org/library/article_cdo/aid/463983/jewish/King-Solomon-The-Story-of-His-Reign-and-Kingdom.htm

Nelson Study Bible, NKJV. Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1997.

Sacks, Rabbi Jonathan. “To Lead is to Serve.” The Rabbi Sacks Legacy Trust. 1981–2022. https://www.rabbisacks.org/covenant-conversation/shoftim/to-lead-is-to-serve/#_ftn1

Sacks, Rabbi Jonathan. “Learning and Leadership.” The Rabbi Sacks Legacy Trust. 1981–2022. https://www.rabbisacks.org/covenant-conversation/shoftim/learning-leadership/

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