¿De Qué Lado Estás?
Ya sea en la política, los deportes o
los negocios, muchas personas con mentalidad espiritual tienden a concluir que
Dios puede estar con ellos, de su lado, trabajando a su favor o todo lo
contrario, que está en su contra. Por ejemplo, en unas elecciones muy
disputadas, ¿está Dios a favor de nuestra opción de candidatos? Cuando nuestro
equipo favorito está compitiendo contra su odiado rival, ¿está Dios apoyando a
nuestro equipo para que gane, tal como lo hacemos nosotros?
Y ampliamos esta perspectiva a
situaciones del mercado. Cuando estamos trabajando para finalizar una gran
venta, conseguir un contrato importante o ganar una promoción muy deseada,
podemos asumir que Dios quiere que tengamos éxito. Después de todo, somos Sus
hijos, ¿verdad? Sin embargo, esta línea de pensamiento genera problemas. Y si
no cerramos esa importante venta, o si un cliente no nos elige a nosotros o a
nuestra empresa para el contrato, nos preguntamos qué salió mal. ¿Está Dios
enojado con nosotros? ¿Hemos caído de su favor?
Encontramos una perspectiva intrigante
sobre esto en la Biblia cuando Josué, quien sucedió a Moisés como líder del
pueblo de Israel, vio a un hombre con una espada desenvainada en la mano y se
dio cuenta de que en realidad era un mensajero de Dios. «Cuando Josué estaba
cerca de la ciudad de Jericó, miró hacia arriba y vio a un hombre parado frente
a él con una espada en la mano. Josué se le acercó y le preguntó: "¿Eres
amigo o enemigo?". "Ninguno de los dos", contestó. "Soy el
comandante del ejército del Señor". Entonces Josué cayó rostro en tierra
ante él con reverencia. "Estoy a tus órdenes", dijo Josué. "¿Qué
quieres que haga tu siervo?"» [Josué 5:13-14 NTV]. Sería justo
concluir que la cuestión fundamental no es si Dios está de nuestro lado, sino
si nosotros estamos de Su lado. ¿Estamos eligiendo alinear nuestras vidas con
Él?
Gran parte de la Biblia presenta un
escenario triste: personas que actúan como si fueran sus propios dioses,
negándose a seguir los preceptos y principios que Dios nos ha presentado a
través de Su Palabra. Por ejemplo, en el libro de Ezequiel, leemos acerca de la
molestia de Dios hacia el pueblo de Israel. A pesar de ser su pueblo elegido,
eligieron desafiarlo y desatender sus mandamientos.
Repetidamente, Dios promete una
disciplina muy severa para la rebelión de los israelitas, pero siempre explica
por qué: para que «sepan que yo soy el Señor». Esta frase se repite decenas de
veces en Ezequiel, a veces varias veces en un solo capítulo. Leer este libro es
una advertencia aleccionadora. Más que nada, Dios quiere que estemos de Su
lado.
Sin embargo, también leemos que el Señor
tiene un amor y una compasión únicos por su pueblo elegido. Por ejemplo,
después de que se nos dice que «…sabemos que Dios dispone todas las cosas
para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su
propósito» [Romanos 8:28 NVI], leemos: «…Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo,
sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente,
junto con él, todas las cosas?» [v. 31-32].
El rey Salomón, durante su consagración
del templo construido en Jerusalén para honrar al único Dios verdadero. En un
momento de su oración dedicatoria, Salomón pregunta: «Que el Señor nuestro
Dios esté con nosotros como estuvo con nuestros antepasados; que nunca nos deje
ni nos abandone» [1 Reyes 8:57 NTV]. El siguiente versículo, sin
embargo, afirma que no solo debemos querer que Dios sea para nosotros, sino
también que siempre debemos ser para Él: «Que ponga en nosotros el deseo de
hacer su voluntad en todo y de obedecer todos los mandatos, los decretos y las
ordenanzas que dio a nuestros antepasados» [v. 58].
Todos queremos que Dios sea para
nosotros. Pero, ¿estamos dispuestos a estar para él en todo lo que nos pida?
Por Rick Boxx - MANÁ DEL
LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL
Comentarios
Publicar un comentario