¿Correr por el Oro Es la Meta Correcta?
¿Estuviste entre los millones de
personas de todo el mundo que vieron los Juegos Olímpicos de verano de 2020 en
Tokio, celebrados en 2021? Junto con los Juegos Olímpicos de Invierno, este
evento televisado a nivel mundial muestra a hombres y mujeres en busca del
honor para sí mismos y sus respectivas naciones.
Más de 11,000 atletas de 204 países
compitieron en los «Juegos de Verano 2020», retrasados hasta el 2021 debido a
las restricciones impuestas por la pandemia de la COVID-19. A pesar de la
interrupción de un año, estos atletas soportaron un entrenamiento agotador y
dietas rigurosas, absteniéndose de cualquier distracción que los alejara del
oro. Para muchos, la medalla de bronce, o incluso la plata, no eran
suficientes.
En su evaluación, cualquier sacrificio
merece la pena. Una deportista de alto rendimiento, cuya expectativa era terminar
los Juegos Olímpicos con al menos seis medallas, sufrió una repentina crisis
emocional. La atleta diría más tarde: «La vida no se trata solo de gimnasia. No
somos solamente deportistas. Somos personas y, a veces, es necesario dar un
paso atrás». La mayoría de nosotros apenas podemos imaginarnos las exigencias
que implica la «fiebre olímpica por el oro».
Muchos de nosotros, sin embargo, nos
hemos encontrado con algo similar en otras actividades de la vida. En el
entorno del altamente competitivo mercado de hoy, así como en la vida cotidiana
en sus múltiples frentes, la prisa por el «oro» permanece constante y
desenfrenada. Una expresión común —pero dura— describe esta realidad: «la
carrera de ratas».
Los jóvenes emprendedores se dedican a
ganar dinero, hacerse ricos, incluso millonarios si es posible. Los ejecutivos
maduros y los profesionales expertos están en iguales circunstancias. No se
conforman con poco. Quieren lo máximo que puedan adquirir y lograr, y —además—
rápidamente. Soportan muchos tipos de estrés y presiones, haciendo que todo lo
demás sea secundario: familia, salud, relaciones sociales, incluso actividades
de ocio. Solo el oro —y mucho— cuenta.
Encontramos una perspectiva muy diferente en la Biblia, que aborda la
inutilidad de esforzarse por ganar lo que finalmente se perderá. El rey Salomón
del antiguo Israel, que ha sido considerado como el hombre más rico de todos
los tiempos, comentó: «Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me
había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento,
y que ningún provecho se saca en esta vida [Eclesiastés 2:11 NVI].
Jesucristo, contó la historia de un agro empresario diligente y ansioso,
que celebraba una cosecha récord, que recibió una terrible advertencia: «¡Necio!
Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que
has trabajado?» [Lucas 12:20 NTV].
Me he sentido desafiado al ver a muchos empresarios
y profesionales resistirse a un estilo de vida que valora solo el éxito
material, financiero y socioeconómico. Habiendo observado las generaciones que
les precedieron, especialmente a los llamados «Baby Boomers», las nuevas
generaciones tienen otras medidas para el éxito.
¿Cuánto valen una familia armoniosa, unas relaciones familiares y
sociales sanas, la tranquilidad de tener una reputación irreprochable? Como
Jesús les dijo a sus seguidores: «Pues la vida es más que la comida, y el
cuerpo es más que la ropa» [Lucas 12:23 NTV].
¿Qué tipo de «oro» te está arruinando el
sueño hoy, alejándote de tu familia, ocupando tantas horas del día que ni
siquiera tienes tiempo para una comida saludable, o una cita para atender tu
salud física? Jesús hizo esta seria advertencia: «De nada sirve que una
persona gane en este mundo todo lo que quiera, si al fin de cuentas pierde su
vida. Y nadie puede dar nada para salvarla» [Mateo 16:26 TLA].
Jesús le dijo a los que quisieran
escucharlo lo que es el «oro verdadero»: «Busquen el reino de Dios por
encima de todo lo demás, y él les dará todo lo que necesiten» [Lucas 12:31
NTV].
Por Sergio Fortes - MANÁ DEL
LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL
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