Perseguir tu Profesión con Pasión
Muchos de nosotros pasamos cada semana 40 horas o más en el trabajo, ya sea en una oficina tradicional, viajando de ciudad en ciudad o —cada vez más— desde nuestros hogares. La oficina en casa ha pasado, en los últimos años, de ser una rareza para la mayoría a ser un lugar común, especialmente a raíz de las restricciones por la pandemia que inició en 2020. Independientemente de dónde realicemos nuestro trabajo, existe una triste realidad: mucha gente es absolutamente miserable.
Quizás porque cuando vamos a trabajar,
tenemos una mentalidad equivocada. Podríamos percibir que nuestro trabajo
actual sólo como el medio para ganar el dinero que necesitamos para pagar
nuestros compromisos. O podríamos considerarlos como un «mal necesario»,
mientras encontramos un mejor puesto o emprendemos nuestro propio negocio.
Éstos podrían ser síntomas de un
problema muy simple: carecemos de pasión por el trabajo que hacemos. No
percibimos la diferencia que podemos hacer incluso en las labores menos
destacados. La solución podría ser dar un paso atrás y reevaluar lo que hacemos,
por qué lo hacemos y cómo lo hacemos.
El Dr. Martin Luther King Jr. era
reconocido por su trabajo a favor de los derechos civiles, y con mucha razón.
Pero también podría inspirar a su audiencia a comenzar a mirar más allá de sí
mismos, esforzándose por establecer estándares más altos para ellos y sus
vidas, incluida la suya. En 1967, al hablar con jóvenes en una escuela
secundaria en Filadelfia, Pensilvania, EE. UU., los desafió a considerar:
«¿Cuál era su plan de vida?». Una frase que dijo durante su discurso fue
particularmente memorable:
«Si te toca ser
barrendero, barre las calles como pintó Miguel Ángel, barre las calles como
Beethoven compuso música…. Barre las calles como Shakespeare escribió poesía.
Barre tan bien las calles, que todas las huestes del cielo y de la tierra
tendrán que detenerse y decir: “Aquí vivía un gran barrendero que hacía muy
bien su trabajo”».
Las Escrituras nos dicen que una
motivación como ésta debería ser la regla, en lugar de la excepción. Analicemos
estás ideas:
1. No solo es lo que haces, sino también
por quién lo haces. Realizar su trabajo lo suficientemente
bien como para satisfacer a un jefe humano o para ganar un ascenso o una
bonificación puede proporcionar motivación. Pero ¿imagina estar «en una
asignación» para Dios? «Y todo lo que hagan o digan, háganlo como
representantes del Señor Jesús y den gracias a Dios Padre por medio de él.
Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no
para la gente» [Colosenses 3:17,23 NTV].
2. Trabaja duro mientras tengas la
capacidad de hacerlo. Al principio de nuestras profesiones,
pareciera que siempre tenemos que lograr cualquier cosa que nos propongamos.
Pero a medida que envejecemos, nos damos cuenta de que nuestro tiempo es
limitado, junto con nuestra fuerza y resistencia. Las oportunidades para dejar
nuestra huella comienzan a menguar. «Todo lo que te venga a la mano hacer,
hazlo según tus fuerzas. En el sepulcro, que es adonde vas, no hay obras ni
proyectos, ni conocimiento ni sabiduría» [Eclesiastés 9:10 RVC].
3. El trabajo diligente suele ser
reconocido y recompensado. Cuando la gente ve el entusiasmo, la
pasión que ponemos en nuestro trabajo, llama la atención. Nuestro trabajo puede
hablar por sí mismo y generar mayores responsabilidades. El sabio rey Salmón,
dijo: «¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y
nunca será un don nadie» [Proverbios 22:29 NVI].
Robert J. Tamasy – MANÁ DEL
LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL
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