Dios escuchó mi clamor
Testimonio
A la salida de una fábrica, un joven solía distribuir folletos
cristianos a sus compañeros. Uno de ellos estaba muy molesto y hacía todo lo
posible para lastimarlo. Cuando la guerra empezó en 1939, todos fueron
dispersados.
En 1965, en el andén de una estación, un grupo de niños que iba a un
campamento vacacional empezó a cantar un himno cristiano. Al lado, un hombre
los escuchaba. Luego, acercándose a ellos, se dirigió al monitor y le preguntó:
“¿Me reconoce? Yo fui el que le causó tantos problemas en la fábrica hace
muchos años, debido a los tratados que usted repartía. Sabe, fui prisionero de
guerra y tuve que trabajar como leñador bajo condiciones muy duras. Me
maltrataban tanto, que una noche recogí mis cosas con la intención de quitarme
la vida. Pero en el fondo de mi maleta encontré un trozo de papel sucio y
arrugado en el que pude leer:” Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo“ (Hechos
16:31). Era un trozo de uno de sus tratados. Inmediatamente clamé: ¡Oh,
Dios, si existes, dame noticias de mi familia!
Dos días después fui llamado por los vigilantes. Me tendieron un montón
de cartas que mis familiares y amigos me habían enviado, y un paquete de la
Cruz Roja. Algunos meses después regresé a casa, y todo el mundo se dio cuenta
de que yo ya no era la misma persona. Había encontrado la fuente de la
felicidad: el Señor Jesucristo era mi Salvador, mi paz y mi esperanza”.
Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan. Escucha, oh Señor, mi oración, y está atento a la voz de mis ruegos. En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me respondes. Salmo 86 : 5-7
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