Gemas de Génesis
Recientemente me embarqué en lo que puede ser un proyecto para toda la
vida. Quiero escribir un devocional breve para cada capítulo de la Biblia. Si
bien creo que esto es principalmente para mí personalmente, como parte de mi
tiempo devocional con el Señor; deseo compartir mis pensamientos sobre los
primeros seis capítulos de Génesis contigo.
Te animo a leer la Biblia con
nosotros este año. “La Palabra de Dios es una lámpara para alumbrar nuestro
camino” (Sal 119:105). No podemos predecir el futuro. No sabemos qué nos
traerá el 2021. El camino puede dar vueltas y vueltas, pero la Palabra de Dios
nos proporcionará una dirección. Que este año sea un año con el Señor, leyendo
la Escritura, orando, alabando y adorando. Mi oración por ti es que recibas una
nueva revelación del Dios al que servimos mientras lo buscamos.
En el principio, Dios…
Génesis 1
La Biblia comienza con las palabras “En el principio…” (Gn 1:1).
La palabra hebrea es bereshit. En la Biblia hebrea, el libro de
Génesis (que significa ‘comienzos’) se llama Bereshit. Lo primero
que Dios quiere que sepamos es que Él existió desde el principio.
Otro libro de la Biblia comienza con las mismas palabras. Juan comienza
con las palabras: “En el principio era el Verbo…” (Juan 1:1). Esta
conexión seguramente no fue una coincidencia. Juan el apóstol, un seguidor
judío de Jesús (Yeshúa) en el siglo I d.C., era indudablemente muy
versado en la Torá (Gn–Dt). Incluso pudo haberlo memorizado.
Eso no era infrecuente. Juan 1:2-3 dice: “Él estaba en el principio con
Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha
sido hecho, fue hecho”. Juan presenta a Jesús y lo identifica claramente
con el Creador.
La eternidad de Dios es difícil de comprender para los humanos, al igual
que el concepto de que Dios opera fuera del tiempo. El libro de Apocalipsis se
refiere a Jesús como “el Cordero inmolado desde la fundación del mundo”
(Ap 13:8b).
Desde el principio, Dios el Creador tenía un plan redentor.
El séptimo día
Génesis 2
“Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de
toda la obra que Él había creado y hecho” (Gn 2: 3).
La palabra sábado, o Shabat en hebreo, tiene la misma
raíz que la palabra ‘séptimo’. Antes de que se diera la Ley de Moisés en el
monte Sinaí, Dios instituyó un día de descanso el séptimo día (sábado). Fue un
regalo, no una carga. Fue un permiso para dejar de trabajar, reagruparnos y
pasar tiempo en oración y comunión con Él. Fue un día para recargar energías.
Después de vivir en Israel por más de
30 años, he llegado a valorar el ritmo de vida donde cada Shabat se
detiene el vaivén de la agitada vida cotidiana. La tranquilidad se asienta
sobre la tierra y se dedica tiempo a las cosas importantes: Dios, el tiempo de
descanso y la familia.
Jesús (Yeshúa) dijo: “Vengan
a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen
Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón,
y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera”
(Mt 11:28-30). Curiosamente, Jesús asistió a la sinagoga en Shabat.
“Jesús llegó a Nazaret, donde había sido criado, y según Su costumbre, entró
en la sinagoga el día de reposo, y se levantó a leer” (Lucas 4:16 NBLA).
A veces, cuando expreso mi agradecimiento
por el Shabat, los cristianos se ofenden y me preguntan si estoy
diciendo que los cristianos deberíamos adorar en sábado y no en domingo.
Siempre les digo que adoren el domingo, que es un gran día para reunirse a
alabar al Señor. Creo que los verdaderos adoradores de Dios deberíamos adorar
los domingos, lunes y martes… sí, todos los días de la semana. Curiosamente,
una de las palabras para ‘adorar’ en hebreo, es avodá, y es la
misma palabra para ‘trabajo’. [Aunque en nuestra cultura occidental se le
conoce al domingo como un día de descanso, la realidad es que no lo es
completamente, por el simple hecho de ‘adorar-trabajar’, por lo tanto] no
deberíamos llamar al Shabat “domingo”. Solo un día es Shabat,
un día de reposo.
Considera pasar un sábado con el
Señor en quietud y descanso. Te sentirás renovado y listo para afrontar la
siguiente semana.
Consecuencias
Génesis 3
Génesis 3 es una triste historia de tentación y rebelión contra Dios. Él
había colocado a Adán y Eva en un hermoso jardín; Él personalmente pasó tiempo
en comunión con ellos. Solo prohibió una cosa: comer de un árbol en particular.
La tentación no fue resistida y el pecado entró en la ecuación. Es en este
capítulo donde encontramos el primer indicio de que nuestras acciones tienen
consecuencias. Dios no advirtió para luego no actuar de acuerdo con Sus
palabras. Las vidas de Adán y Eva cambiaron drásticamente a partir de ese
momento. La vergüenza, la culpa, el destierro, el trabajo, el dolor y la
angustia se convirtieron en parte de su experiencia continua. Cuando
experimentamos este tipo de emociones, es natural culpar a otras personas. Adán
culpó a Eva; Eva culpó a la serpiente; y quizás ambos culparon a Dios. Miles de
años después, todavía tratamos de culpar a otros (incluido Dios) por el dolor
en nuestras vidas y en el mundo. En cambio, debemos darnos cuenta de que
existen consecuencias naturales del pecado, la maldad; de ceder ante la
iniquidad y la rebelión.
No es el deseo del corazón de Dios
que experimentemos el dolor del pecado y sus consecuencias; nunca lo fue. Su
deseo era que los humanos vivieran en un entorno idílico, un jardín de gran
belleza, mucha buena comida, animales asombrosos e intimidad con Él y entre
ellos.
La palabra hebrea para
arrepentimiento es tshuvá, que literalmente significa ‘volverse’.
Hoy, volvamos a nuestro Dios amoroso que desea el bien para nosotros.
¿Qué hay en tu corazón?
Génesis 4
Pasó el tiempo y Adán y Eva fueron bendecidos con hijos. Obviamente,
criaron a sus hijos para que respetaran a Dios. Tanto Caín como Abel sabían que
debían llevar ofrendas al Señor. Ambos trajeron ofrendas de su trabajo
cotidiano: Caín de la cosecha que cultivó y Abel de los rebaños que crió. Lo
que sucedió después es desconcertante. ¿Por qué Dios respetó el regalo de Abel
pero no el de Caín? Algunos han dicho que fue porque el sacrificio de Abel fue
un sacrificio de animales. Sin embargo, más adelante en la ley mosaica,
encontramos tanto granos (vegetación) como sacrificios de animales, así que
seguramente ese no fue el problema aquí. Cuando Dios confronta a Caín por su
respuesta emocional, le dice: “¿Por qué estás enojado, y por qué se ha
demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Pero si no haces
bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo” (Gn
4:6-7).
Parece obvio que Dios, que conoce lo
más profundo de nuestros corazones, luchas y pensamientos, estaba juzgando el
corazón de Caín. La motivación del corazón es el núcleo de esta historia.
Cuando Caín asesinó a su hermano, el mal que ya estaba en su corazón fue
revelado para que todos lo vieran. 1 Juan 3:12 se refiere a él de esta manera:
“No como Caín que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo
mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas”.
Dios siempre está al tanto de nuestro
corazón. Él le dijo al profeta Samuel: «No mires a su apariencia, ni a
lo alto de su estatura, porque lo he desechado; porque Dios no ve como el
hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el
corazón» (1 Sam 16:7).
¿Cuál es la motivación de tu corazón?
El Señor Jesús (Yeshúa) también juzga el corazón. Él dijo: “No todo
el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel
día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera
demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?’. Entonces les
declararé: ‘Jamás los conocí; apártense de Mí, los que practican la iniquidad’”
(Mt 7:21-23).
Hoy oro con el salmista: “Escudríñame,
oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en
mí camino malo, y guíame en el camino eterno” (Sal 139:23-24).
A imagen de Dios
Génesis 5
“El día que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y
hembra los creó. Los bendijo, y los llamó Adán [humanidad] el día en
que fueron creados” (Gn 5:1b-2).
Qué maravilloso que fuimos creados a imagen de Dios. ¿Qué significa
esto? Ciertamente, no es apariencia física, ya que Dios es un espíritu. Se nos
dieron características que reflejan la esencia de Dios. Él nos dio la capacidad
de pensar, razonar, crear, elegir, apreciar la belleza y sentir emociones.
Desde el principio, incluso la existencia de la humanidad fue un testimonio del
carácter de Dios. ¡Llevamos Su semejanza!
Asombrosamente, Dios les dio a
hombres y mujeres la capacidad de crear otros seres humanos que llevan Su
imagen. Este es un encargo sagrado. Su plan era que los niños fueran criados en
familias: un hombre casado con una mujer y criando a los niños en el entorno
protegido del matrimonio. Es por eso que tantas leyes bíblicas describen cómo
vivir. Se establecieron límites sexuales para proteger al individuo, la familia
y la sociedad. El pecado corrompió este plan divino, y las consecuencias del
pecado traen quebrantamiento y dolor. Aunque todo ser humano está hecho a
imagen de Dios, el pecado a menudo ha distorsionado la imagen de Dios. El
trauma resultante tiende a alejar más a las personas de Dios. Su imagen no
brilla a través de estas vasijas heridas y llenas de pecado.
Afortunadamente, Dios tiene la cura.
Recuerda, estar hecho a Su imagen incluye la capacidad de elegir. Como Josué
les dijo a los Hijos de Israel: “…Escojan hoy a quién han de servir”
(Jos 24:15a). Estoy agradecida por la Palabra de Dios que nos enseña la manera
de vivir, la obra de Jesús (Yeshúa) en la cruz, y la obra continua del
Espíritu Santo para guiar a los creyentes a llevar una vida recta. Estoy
agradecida porque Dios toma a las personas quebrantadas que se acercan a Él y
las sana; les ayuda a ser nuevamente un testimonio de Él y de Su imagen ante el
mundo. Mi pregunta para el día de hoy es: ¿Cómo puedo reflejar la imagen de
Dios en este día?
Un hombre justo
Génesis 6
Con el paso del tiempo, los hombres usaron el libre albedrío que Dios
les dio para elegir egoístamente. No tomaron decisiones piadosas que reflejaran
la imagen de Dios dentro de ellos. La maldad aumentó hasta el punto en que Dios
se arrepintió de haber creado a la humanidad. Quizás lo hubiera destruido todo
si no hubiera sido por un hombre justo: Noé. “Pero Noé halló gracia ante los
ojos del Señor” (Gn 6:8).
Cuando estudié hebreo en el ulpán (escuela
de idiomas), nos enseñaron esta frase hebrea, y nuestro maestro dijo que en
hebreo moderno significa “le agradó”. Esta es la primera aparición en la Biblia
de la palabra hebrea jen, que significa gracia o favor. A menudo
pensamos en la inmerecida gracia de Dios. Dios miró a su alrededor en la
generación de Noé y vio solo una familia a la que concedió la gracia de
salvarlos de Su juicio.
Estoy segura de que Noé no era
perfecto, pero la Biblia dice: “Noé era un hombre justo, perfecto entre sus
contemporáneos. Noé siempre andaba con Dios” (Gn 6:9b). Al reflexionar
sobre el Jardín del Edén, cuando Dios caminó con Adán y Eva, disfrutando de la
comunión con ellos, esta frase “Noé siempre andaba con Dios” adquiere un
significado especial.
Hoy hay mucha maldad, como en los
días de Noé. Así como entonces, Dios está buscando a aquellos que caminen con
Él en comunión, que reflejen Su carácter y cuya vida sea un testimonio de Él.
Noé comprendió la justicia y se sometió a Dios. Cuando Dios le pidió que
hiciera una tarea escandalosa, Noé obedeció. Al crecer, solíamos cantar un
himno llamado “Confía y obedece”. Noé entendió la rectitud y la justicia porque
pasó tiempo con Dios; él respondió a la voz de Dios con confianza y obediencia.
¡A Dios le agradaba Noé! Yo también quiero agradarle a Dios.
Per: Rvda. Rebecca J. Brimmer, Presidenta y Directora Ejecutiva Internacional
Traducido por Raquel González – Coordinadora Centro de Recursos
Hispanos
Revisado por Robin Orack – Voluntaria en Puentes para la Paz
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