Todos los Buenos Líderes Tienen Alguna Cojera


Quizá estés familiarizado con una famosa historia de la Biblia. Solo y de noche, Jacob, quien se convertiría en el patriarca de la nación de Israel, se enfrentó a «un hombre misterioso» y los dos lucharon durante horas. Hacia el final de la noche, el hombre tocó la cadera de Jacob y Jacob fue derrotado. Sin embargo, el hombre misterioso lo bendijo, y Jacob comprendió que había luchado contra Dios mismo, y desde ese día caminó cojeando. Hasta este punto, Jacob siempre había encontrado la manera de salir victorioso. Pero ahora se había enfrentado a un oponente al que no podía vencer. Jacob estaba quebrantado, y a pesar de ello estaba mejor que nunca.

¿Qué es una cojera? A lo largo de décadas de impartir capacitación a líderes de todos los niveles, he pasado tiempo con muchas personas que —como Jacob— están en la cima. He visto que, para ellos, ganar constantemente puede resultar en que depositen su confianza y certeza en la persona equivocada, esto es: en ellos mismos. He notado otro rasgo entre los líderes más notables que he conocido: tienen una cojera, una cicatriz por pelear contra Dios y perder.

Una cojera es el reconocimiento espiritual, emocional, mental e incluso físico de que no somos el agente supremo de la vida. Cuanto más rápido aprendamos que no lo sabemos todo, que no podemos hacerlo todo y que no somos totalmente la mejor persona que necesitamos ser, es mejor. Un amigo mío dice que la cuestión clave para todas las personas es: «¿Quién tiene derecho a gobernarme?». Jacob estaba luchando con Dios sobre quién estaba a cargo. Había pasado años gobernando su propia vida y parecía que le funcionaba bien. En esos días hizo lo que la mayoría de la gente hace, no admitir que necesitaba a Dios.

Luchar con Dios. Quizás tú también pasaste años ganando en todo y luego, de repente, las cosas cambiaron: tal vez, como me pasó a mí hace un par de años, sufriste una enfermedad que te recordó que eres un simple mortal. Pudo ser la estrategia corporativa, tras meses de diseño y esfuerzo falló. Para algunos será esa oficina que codiciaban y pensaban merecer que se llevó otra persona. ¿Qué hay de no estar seleccionado para el equipo?, después de trabajar más duro que nadie. Cuando tu matrimonio o tus hijos no resultaron como lo planeaste, es difícil de procesar. Cosas así generan en nuestras vidas que se interrumpa el impulso ganador.

Cuando la cuestión es: quién tiene derecho a gobernarte, siempre se trata de un combate de lucha libre contra el Todopoderoso. Cojeas tras luchar contra Dios si Él decide ganar. Siempre es así. Y eso necesitamos.

Pero ¿por qué necesitamos una cojera? Hay dos cosas que son el resultado de una cojera: humanidad y humildad. Estas dos cosas están unidas y suceden cosas indeseables cuando perdemos el control de cualquiera de ellas. Todos conocemos a personas que han perdido el contacto con su humanidad, que actúan como si fueran sobrehumanos. Me vienen a la mente deportistas, estrellas de cine, predicadores, empresarios y directores ejecutivos… pero, en realidad, nos puede pasar a cualquiera de nosotros.

El segundo subproducto de una cojera es la humildad. Siempre puedes detectarlo en personas que han luchado con Dios y han perdido. Esto es realmente algo bueno, porque hasta que luchemos con Dios, podemos evitar tener que confrontar nuestra humanidad. No hay sustituto para luchar con Dios y vivir la experiencia de estar quebrantado.

La palabra «quebrantamiento» suena terrible, como si algo estuviera mal con nosotros. Pero ¿y si el quebrantamiento es algo bueno? Después de todo, la Biblia a menudo habla de que el quebrantamiento y la debilidad son los lugares donde Dios brilla.

Como dice el libro de los Salmos: «El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado; tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh, Dios» [51:17 NTV]. Los líderes más grandes que conozco tienen cojera. Se han dado cuenta de su humanidad y caminan con humildad. A través de la derrota, la decepción o cualquier cantidad de cosas, han descubierto quién tiene derecho a gobernar su vida.

Por Stephen R. Graves - MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL

Comentarios