La Fe Puede Formar una Salvaguardia Contra el Miedo
Algunos amigos nuestros tenían una lucha feroz por mantener abiertas las puertas de sus negocios. Sus problemas eran lo suficientemente graves como para considerar una quiebra. Después de buscar el consejo de varias fuentes y sopesar sus opciones, y en oración, eligieron seguir adelante.
Justo cuando estaban comenzando a
experimentar cierto éxito comercial, las consecuencias de la pandemia de
coronavirus devastaron su industria y llevaron a un final abrupto e inesperado
a algunas de sus oportunidades futuras. El miedo y el pánico los abrumaron. Su
formación y experiencia no los había preparado para este nuevo obstáculo.
Quizás usted o su organización se hayan
enfrentado a desafíos similares. Para la mayoría de nosotros, los cierres y
restricciones en todo el mundo nos han causado dificultades como nunca antes
habíamos conocido. Cuando comenzó 2020, ¿quién podría haber imaginado la forma
en que se desarrollaría el año?
Incluso en tiempos normales, sin el impacto
de una pandemia mundial sin precedentes, muchos propietarios de pequeñas
empresas viven al límite con muy poco margen. Esto es especialmente cierto para
las empresas que aún se encuentran en una etapa inicial. Las ganancias pueden
llegar en el futuro; pero al principio, las operaciones son estrictamente
cotidianas. Entonces, cuando surgen las crisis, es fácil, y no es inusual, que los
líderes se paralicen de miedo.
Las preguntas que la mayoría de nosotros
nos hacemos en esos momentos incluyen: “¿Qué hacemos ahora? ¿Hay algo que
podamos hacer?" Ante circunstancias tan sombrías, puede ser muy difícil
permanecer cimentado en la fe, y seguir confiando en que, a pesar de la
adversidad, Dios tiene un plan. ¿Acaso nos habrá abandonado?
Es en momentos como estos cuando se revela
la autenticidad de nuestra fe. Y no hay mayor fuente de esperanza que acudir a
las promesas de las Escrituras. El apóstol Pedro no estaba escribiendo sobre
una pandemia, pero ofreció estas seguridades a los seguidores de Jesucristo que
atraviesan muchas adversidades: “Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora
han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. 7 El
oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que
vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es…”
(1 Pedro 1: 6-7).
Luego escribió: “Queridos amigos, no se
extrañen de la dolorosa prueba que están sufriendo, como si algo extraño les
estuviera sucediendo. Pero regocíjense de participar en los sufrimientos de
Cristo, para que se regocijen cuando se revele su gloria” (1 Pedro 4:
12-13).
La vida de fe, incluyendo las actividades
diarias en el mundo empresarial y profesional, consiste en confiar en Dios, su
dirección y provisión, incluso cuando el sentido común parece decir lo
contrario. El temor al futuro se nos dice, debe ser reemplazado por un temor
saludable: el temor reverente de Dios, quien ordenó el trabajo y desea que
sirvamos como sus embajadores en el mercado.
Como nos enseña Proverbios 19:23, "El
temor del Señor conduce a la vida, para que uno pueda dormir satisfecho, sin
ser tocado por el mal". Cuando se avecina un desastre, vale la pena
aceptar un temor: el temor de Dios. Muchas veces a lo largo de mi carrera,
someterme a Dios me ha traído paz en lugar de pánico. Porque tenemos Su
seguridad, “Llámame y te responderé y te mostraré cosas grandes y poderosas
que tú no conoces” (Jeremías 33: 3).
Por Rick Boxx - MANÁ DEL
LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL
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