Chivos expiatorios convenientes
«Entendemos mejor el antisemitismo al mirarlo como un virus. No tiene lógica. Los judíos han sido odiados porque son ricos y porque son pobres; porque son capitalistas y porque son comunistas; porque se aferran tenazmente a una fe antigua y porque son cosmopolitas sin raíces, que no creen en nada. El odio no necesita lógica. El odio es una enfermedad del alma».
– Rabino
Lord Jonathan Sacks
A lo largo de la
historia las crisis mundiales —sean financieras o políticas o de salud—
han unido a las personas en un sentido común de sufrimiento. A veces, esta
unión es por el bien de la sociedad al enfrentar la crisis que se avecina. En
ocasiones esta unificación gira en torno a la necesidad de culpar el origen de
la crisis, o a alguien en particular, provocando odio e incluso violencia hacia
aquellos que son percibidos como los causantes de la crisis. Un grupo de
personas que siempre se encuentra en la cima de la lista de posibles culpables
es: el pueblo judío. El antisemitismo está al acecho, debajo de la superficie
en demasiados corazones humanos; y todo lo que se necesita es rascar un poco
para que ese odio aparezca y estalle contra el pueblo judío. Mientras el mundo
lidia con las consecuencias de la pandemia de COVID-19 y los disturbios
raciales globales, el pueblo judío y el estado judío se han convertido una vez
más en un blanco conveniente para culpar.
La teoría del chivo
expiatorio
El concepto
de “chivo expiatorio” se origina en la Biblia hebrea. En Yom
Kippur (Día de la Expiación) se llevaban dos cabritos a la puerta del
Tabernáculo para presentarlos al Señor (Lev. 16:5–10). Mediante el echar
suertes sobre ellos, un macho cabrío quedaba destinado para el sacrificio, y el
otro era enviado al desierto, pero antes de eso, el sumo sacerdote
figurativamente le atribuía los pecados intencionales de los israelitas
Ineludible es una
cruel ironía, de qué a lo largo de la historia, el pueblo judío ha desempeñado
el papel de chivo expiatorio. La Enciclopedia de Psicología Social define
la teoría del chivo expiatorio como <<la tendencia a culpar a
otra persona por problemas propios>>; un proceso que a menudo
resulta en sentimientos de prejuicio hacia la persona o grupo a quien se culpa.
El chivo expiatorio
se ha convertido en una forma funcional de antisemitismo. Los judíos a menudo
son vistos como elementos dañinos a la sociedad y la responsabilidad de
cualquier crisis fácilmente puede proyectarse sobre ellos. Este método de
culpar puede usarse para explicar cualquier calamidad que suceda en la sociedad
y, convenientemente, deja a las personas no judías libres de responsabilidad
alguna. El juego del chivo expiatorio suele ir acompañado de agresiones que no
se atribuyen al azar, sino que siguen patrones existentes de intolerancia. La
responsabilidad de muchos de los males del mundo se han atribuido al pueblo
judío y la retribución inmerecida ha dejado un dolor indeleble.
Historia de la
atribución de culpa
Es una realidad
lamentable, que gran parte del “chivo expiatorio” histórico del pueblo judío se
haya originado en los cristianos profesos. Cuando la peste negra (peste
bubónica) devastaba Europa en 1348, los líderes cristianos luchaban por
comprender el origen de la plaga que había caído sobre el continente. Como no
había un entendimiento real sobre cómo se propagaba la enfermedad, y porque
algunas comunidades judías escapaban de dicha infección, se inventaron salvajes
teorías de conspiración antisemitas. El Papa Clemente y el Fraile
Franciscano Herman Gigas afirmaron que los judíos, en un intento de destruir al
cristianismo, “envenenaban los pozos y manantiales de todas partes”. Su
acusación resultó en una terrible persecución y exterminio masivo de judíos en
el fuego de la hoguera.
Etiquetados como
portadores contaminados del tifus en Europa y transportadores de tuberculosis y
cólera a los Estados Unidos, los inmigrantes judíos fueron repetidamente
“chivos expiatorios», lo que llevó a que la política de inmigración
estadounidense en la década de 1920 fuera básicamente antijudía. La realidad
era que los inmigrantes judíos tenían una esperanza de vida más larga que los
estadounidenses «nativos», y de hecho, tenían niveles más bajos de
enfermedad en sus comunidades. Sin embargo, “el chivo expiatorio” continuó y se
expandió para incluir muchos otros fracasos sociales, especialmente durante el
período entre las dos guerras mundiales.
En 1915, Henry Ford
culpó a los judíos de instigar la Primera Guerra Mundial y a fines de la década
de los años 30’s, Adolfo Hitler convirtió a los judíos en “chivo expiatorio”
por los problemas económicos y la pobreza resultante que experimentaba el
pueblo alemán después de aquella guerra. La máquina de propaganda nazi
perfeccionó el “chivo expiatorio” uniendo a sus ciudadanos en tal ira y odio
contra los judíos que finalmente condujo a las atrocidades del Holocausto.
Nación chivo
expiatorio
En tiempos más
recientes, el modelo de “chivo expiatorio” del antisemitismo se ha expandido
para incluir al estado judío en esta culpabilidad, con todo tipo de nefastas
declaraciones. Algunas de las acusaciones son francamente ridículas. Egipto y
Arabia Saudita acusaron a Israel de infiltrarse en sus países con frutas y
verduras envenenadas en 2007, incluso creyendo que unos melones
infectados con el sida habían llegado a Riad. En el apogeo del susto de la
gripe aviar de 2006, los medios sirios informaron que Israel había desarrollado
deliberadamente el virus, para someter a las naciones árabes circundantes. Se
culpa a Israel entre otras cosas: de los ataques del 11 de septiembre en
Estados Unidos; de la crisis financiera mundial del 2008; y los continuos
disturbios en el Medio Oriente.
Avancemos
rápidamente a la actual crisis de COVID-19: el Ministerio de Asuntos
Estratégicos y Diplomacia Pública de Israel ha estado monitoreando los
esfuerzos de algunos grupos para deslegitimar a Israel y presentarlo como
“chivo expiatorio” con acusaciones de “orquestar la pandemia global”. Los
que odian a Israel y las organizaciones pro-boicot, desinversión y sanciones
[BDS] han llegado a equiparar a Israel y al pueblo judío con la propagación del
coronavirus para obtener beneficios políticos y financieros. En un artículo
para el Times of Israel, Moshe Kantor, presidente del Congreso
Judío Europeo, dijo: <<Desde el comienzo de la pandemia del
COVID-19, ha habido un aumento significativo de acusaciones de que los judíos,
como individuos y como grupo o están detrás de la propagación del virus, o se
benefician directamente de él>>.
¿Cuándo terminará?
De hecho, parece
que la historia se está repitiendo a medida que el pueblo judío e
Israel son los “chivos expiatorios” en cada
oportunidad. Fuimos testigos de caricaturas envilecedoras de judíos
como alimañas que transportaban “la verdadera plaga” en una
manifestación en contra de las disposiciones gubernamentales de <<quedarse
en casa>> en Ohio. En París, los gritos de <<sucios
judíos>> sonaron durante una marcha contra el racismo, mientras
los manifestantes blandeaban pancartas acusando a Israel de masacrar a los
palestinos. Es posible que el “chivo expiatorio” y el odio nunca terminen, pero
los cristianos como usted y como yo, no debemos quedarnos de brazos cruzados
mientras se hacen acusaciones falsas contra nuestros amigos. Tenemos la
responsabilidad de reconocer el odio que se esconde detrás de cada acusación
antisemita y combatir ese odio, con el amor y la verdad.
Traducido y adaptado por Chuy González – Voluntario en Puentes
para la Paz
Revisado por Robin Orack y Fernanda González
– Voluntarias en Puentes para la Paz
Fuente: Un artículo originalmente publicado por Nathan Williams,
Bridges for Peace (Puentes para la Paz), el 1 de julio de 2020.
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