¿Cada Quien Debe Correr su Propia Carrera?



A medida que buscamos nuestros medios de vida en el mercado empresarial contemporáneo, ¿deberíamos adoptar el enfoque de: «Cada quién corra su propia carrera»?, o nuestra actitud debería ser: «Todos estamos en el mismo equipo». Esta podría ser una de las preguntas fundamentales de una sociedad. Un principio básico del capitalismo es que todos debemos correr nuestra propia carrera. Incluso en la Biblia, el apóstol Pablo usa el correr como una metáfora de la vida. Él expresó: «¿No se dan cuenta de que en una carrera todos corren, pero solo una persona se lleva el premio? ¡Así que corran para ganar!» [1 Corintios 9:24 NTV].

Al leer esto, parece que nos está diciendo que todos debemos correr nuestra propia carrera, sin molestarnos en preocuparnos por otras personas. ¿Pero es eso lo que quiere decir? En la mayoría de los países industrializados durante los últimos 200 años, se ha animado a las personas a cuidarse a sí mismas. Hablamos en términos de responsabilidad individual, y si alguien se está quedando atrás, ese será su problema, no el nuestro.

Lamentablemente, esta actitud ha resultado en todo tipo de maldad. Todo, desde el racismo y la esclavitud, hasta los préstamos depredadores que han tenido lugar en nombre del capitalismo y la comprensión general del Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même, expresión francesa que significa «Dejar hacer y dejar pasar, el mundo va solo»; una cuestión de cuidarse solo a uno mismo. Incluso los cristianos a menudo usan el término «relación personal con Cristo», lo que podría sugerir, que el asunto es sólo entre Jesús y nosotros.

Pero la comprensión general de la enseñanza de Jesús es todo lo contrario. Y probablemente estamos llevando la metáfora de la carrera de Pablo demasiado lejos. Por ejemplo, en Hebreos 10:24-25 vemos la advertencia de reunirnos con un espíritu de unidad y cooperación: «Y consideremos cómo podemos impulsarnos unos a otros hacia el amor y las buenas obras, sin renunciar a reunirnos, como algunos tienen la costumbre de hacerlo, sino animándose unos a otros, y más aún cuando vean acercarse el Día».

Vivir en comunidad y ayudarse mutuamente es fundamental para todos los que desean seguir a Cristo. Sabemos por Hechos 2 que la iglesia primitiva se tomó esto muy serio, al ver muchos ejemplos de creyentes que se ayudaron entre sí, incluso materialmente, para que no hubiera nadie en necesidad dentro de su grupo.

En otras palabras, en vez de «Cada quién corra su propia carrera», su convicción fue: «Todos estamos en el mismo equipo». En los deportes de equipo, si un jugador insiste en anotar todos los puntos, no comparte la pelota con otros, o se niega a ayudar a los demás miembros, el equipo eventualmente perderá. Cuando un equipo pierde, todos en el equipo pierden. Si el equipo gana, todos los jugadores comparten la gloria.

Mucho se ha escrito sobre los beneficios de las relaciones sólidas. Las personas son más saludables, viven más tiempo y, en general, son más felices si tienen amistades con fuertes vínculos y compromiso para ayudarse y alentarse mutuamente.

Personalmente, un gran cambio que me ocurrió cuando decidí seguir a Cristo, fue pasar de una existencia egocéntrica a una vida centrada en la comunidad. Mi vida cambió dramáticamente para mejor cuando dejé de cuidarme solo y comencé a encontrar maneras de ayudar a otros con un sentido de cooperación. La vida para mí, pasó de ser un deporte individual, como una carrera de 100 metros planos, a un deporte de equipo, trabajando junto con otros para el beneficio mutuo.

No existe el «lobo solitario», porque incluso los lobos viven y trabajan en una manada, en una comunidad, para ayudar a que la manada prospere. Como seres humanos que seguimos a Cristo, estamos llamados a estar en el mismo equipo, esforzándonos por hacer del mundo un lugar mejor. Esa es una forma en que le damos gloria a Dios.

Por Jim Mathis -  MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL

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