Los Peligros de Darnos Mucha Importancia



Mi yerno, Brian, se reunió con un amigo en común que anteriormente se había desempeñado como director financiero de una conocida empresa que cotiza en bolsa. Cuando le pregunté cómo fue su reunión, Brian respondió: «Él compartió una idea conmigo que nunca olvidaré: “Nunca eres tan importante como crees”».

El hombre de negocios, de más edad y conocimientos, compartió esa idea profunda y útil con Brian. El ejecutivo sabía muy bien cómo era tener un papel de poder y prominencia. Sin embargo, también había aprendido de primera mano lo fugaz que puede ser la influencia y el prestigio. Sin siquiera un aviso, todo se puede acabar.

Ese día, Brian aprendió que no importa cuán alto o bajo en la escala corporativa se pueda estar, cada posición es vulnerable y reemplazable. Esto es cierto para los altos ejecutivos y entrenadores gerentes de béisbol o de fútbol, funcionarios electos, gerentes de restaurantes o jefes de construcción. Nadie es indispensable. Por esta razón, es crucial que protejamos nuestros corazones contra el orgullo, especialmente cuando hemos experimentado algunos éxitos en la vida.

El ejecutivo sabiamente dijo: «Nunca eres tan importante como piensas». En las Escrituras encontramos palabras similares de advertencia. Por ejemplo, el apóstol Pablo en Romanos 12:3 nos dice: «Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado» [NTV].

En numerosos pasajes, la Biblia describe a las personas que han quedado atrapadas por el orgullo y la ilusión de la importancia personal. Colosenses 2:18 advierte de ser engañado por personas con motivos y creencias erróneos: «No permitan que los condenen esos que se ufanan de humildad… Los tales se meten en cosas que no han visto y están envanecidos por su razonamiento humano» [RVC].

¿Cómo podemos evitar la trampa de la arrogancia y de pensar más en nosotros mismos de lo que deberíamos? Algunos otros pasajes son útiles a este respecto:

Reconocer las trampas de la soberbia. Todos nos hemos encontrado con personas que parecen convencidas de que nadie en la sala es tan importante como ellos. A menudo, estas mismas personas son humilladas cuando fallan, o alguien demuestra que sus autoevaluaciones fueron muy exageradas. «Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría» [Proverbios 11:2 RVR].

Haga un esfuerzo consciente para mostrar deferencia a los demás. Numerosos estudios han demostrado que los líderes más efectivos, los que logran motivar e inspirar a los que lideran, son aquellos que muestran humildad y preocupación genuina por otras personas. «No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás» [Filipenses 2:3-4 NVI].

Recuerde cuán fugaz puede ser el elogio. Puede ser gratificante recibir elogios y más elogios, pero también pueden convertirse en obstáculos si comenzamos a tomar esas buenas palabras demasiado en serio y comenzamos a golpearnos en la espalda. El sabio rey Salomón expresó: «El fuego prueba la pureza del oro y de la plata, pero la persona es probada por las alabanzas que recibe» [Proverbios 27:21 NTV].

Por Rick Boxx - MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL

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