El Sermón del Monte


El Sermón del Monte es una hermosa porción poética y didáctica de la Escritura que se encuentra en el Evangelio de Mateo. Mientras investigaba el tema, me sorprendí al encontrar la variedad de formas en que maestros bíblicos y apologetas cristianos describen este sermón de Jesús (Yeshúa). Se le ha llamado el Concepto de Justicia de Cristo, la Meta en la Vida, la Vida Cristiana Ideal y la Constitución del Cristianismo. A.W. Tozer lo describió como un conjunto de “marcadores en el camino hacia pastos más verdes,” y Chuck Smith lo calificó como el “Manifiesto Cristiano.” Aunque tienen razón en que el Sermón del Monte es fundamental para la fe cristiana, la mayoría de estos líderes cristianos opinan que Jesús proclamó una nueva orden, algo que reemplaza la ley mosaica y libera a sus adherentes de la “esclavitud del legalismo del Antiguo Testamento.” Incluso, algunos han dicho que, por medio de este sermón, Jesús convirtió la ley desde una experiencia “negativa” a una “positiva.” Otros lamentablemente creen que es la presentación de un “nuevo conjunto de ideales que se centran en el amor y la humildad en lugar de la exigencia y obligación.”
Es importante recordar que los que escuchaban a Jesús eran judíos del primer siglo, parte de una comunidad cuyas vidas habían sido moldeadas por una poderosa fuerza viviente llamada judaísmo de más de mil años. A través de la Palabra oral y escrita de Dios, la Torá y los profetas, habían sido instruidos, condenados y alentados. Esa Palabra dejó ver claramente que cualquiera que llegase en nombre de Dios, alegadamente hablando por Él, sólo podía ser autenticado por su amor y respeto hacia la Torá. El Sermón del Monte no presenta una nueva ley, sino más bien una interpretación precisa de las Escrituras que eran tan familiares a los oyentes como los relatos que extrajo de la vida diaria para brindar claridad a Su mensaje. Temas como Salomón en su esplendor, la sal, la luz, ladrones y ciudades ubicadas sobre una colina eran ilustraciones que dieron vida a Sus palabras. Dado que era un perito expositor, los fortaleció con más comprensión y aplicación para poder vivir una vida más profunda que cualquier otro rabino. Su amor por la Torá fue evidente en cada palabra, y Su intención era mostrar a los hijos de Israel, y a futuras generaciones de creyentes en la Biblia, sobre cómo debería ser la vida en el Reino.
Que Venga el Reino de Dios
Al leer este sermón, muchos cristianos creen que cuando Jesús (Yeshúa) hablaba sobre el Reino de Dios, se estaba refiriendo a un reino en el futuro, uno que anhelamos hoy día pero que se realizará sólo cuando Él regrese. El Reino de los Cielos, otra frase que usaba a menudo, es concebido como ese lugar más allá de las nubes. Pero para los oyentes originales, Sus palabras tenían un significado diferente. El Reino de Dios y el Reino de los Cielos eran referencias sinónimas, frecuentemente usadas para expresar una realidad en la actualidad. Un reino se define por la presencia de un rey, y el judaísmo enseñaba que el Reino de Dios era verdadero y estaba presente dondequiera que Su pueblo viviese bajo Su mandato. Donde se encuentre el Rey, donde se reconozca Su gobierno, allí está el Reino.
Dentro de ese Reino, la vida sería especial. Cada individuo sería un reflejo de lo divino, y la presencia de Dios infundiría Su amor, misericordia y bondad a la comunidad. La vida del Reino incluiría el espíritu de la Torá (Gen. – Deut.), no sólo la letra, y el Reino se extendería más allá de las fronteras de Israel para incluir a las naciones. En Mateo 5, Jesús comenzó Su primer discurso con ocho bendiciones simples pero profundas, cada una con sus raíces en la Torá.
Las Bienaventuranzas
Mateo 5 comienza diciendo: “Cuando Jesús vio a las multitudes, subió al monte; y después de sentarse, Sus discípulos se acercaron a Él. Y abriendo Su boca, les enseñaba, diciendo…” (vs. 1-2). Lo que leemos luego fue uno de los sermones más importantes jamás predicados. La mayoría de los estudiosos creen que la subida de Jesús (Yeshúa) a la montaña en realidad tenía dos propósitos. Primeramente, le permitió tiempo a solas con Sus discípulos para enfatizar la importancia de la Torá y de inculcarles la belleza y la necesidad del “espíritu de la ley.” Dijo que su justicia tendría que exceder a la de los escribas y fariseos para que entrasen al Reino de los Cielos y para enseñar a otros a hacer lo mismo. El sobre-énfasis de los fariseos en lo externo era lo que evitaba que la gente experimentara la verdadera vida del Reino. Aunque las palabras de Jesús serían como dagas en el corazón de algunos fariseos, serían un bálsamo para las masas.
Esa subida a la montaña también ayudó a reforzar en las mentes de las multitudes y los discípulos la conexión que tenía Jesús con la Torá. Así como Moisés subió a la montaña y trajo los Diez Mandamientos a los Hijos de Israel, Jesús también subió a la montaña y enseñó la Torá con un poder nunca antes visto. Estaban asombrados, no porque Jesús hablara de una nueva teología, sino por quién era, y por la simplicidad y autoridad con la que hablaba.
Gran parte del Sermón del Monte, pero particularmente las Bienaventuranzas, podrían identificarse como literatura de sabiduría según la tradición de los autores del Tanaj (Antiguo Testamento). Los libros de Proverbios, Salmos y algunos proféticos fueron escritos en una forma poética, típica de la literatura semítica de la época, y Mateo claramente sigue ese mismo patrón. Su uso del paralelismo también es típico de la poesía hebrea, al igual que su uso de imágenes mentales e imágenes poéticas. Ya sea que Mateo citó a Jesús literalmente o eligió usar esa herramienta literaria mientras redactaba las palabras de Jesús, Mateo fortaleció aún más la conexión entre Jesús y la Torá.

El término “bienaventuranza” no aparece en la Biblia, sino que se deriva de la palabra latina beatus, palabra que significa bendito, feliz o afortunado. Cada uno de los versículos en Mateo 5 comienza con su equivalente griego, makarios. Sin embargo, no sabemos la palabra que se usaría en el idioma original. Existen muchos versos en el Tanaj con una frase parecida: bendito seas tú, bendito sea él, bendito sean ellos, etc. Tales declaraciones se pueden encontrar en muchos salmos, así como en Proverbios 8:32, Isaías 32:20 y Daniel 12:12. La palabra hebrea para bendición es ashreí, y el verbo está implícito. La mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que ashreí es difícil de traducir a otros idiomas. Se utiliza para expresar felicidad y alegría, viniendo de una raíz que significa caminar rectamente en gozo. Con el verbo eliminado, una traducción al español de “bienaventurado” se podría expresar mejor como: “¡Oh, el gozo de…!”
Sin embargo, incluso eso es difícil de entender, por lo que se ofrece el siguiente ejemplo: Imagínese por un momento el dolor y el temor que embargaban el corazón de Abraham mientras viajaba al Monte Moriah con su amado hijo Isaac, sabiendo que le esperaba la muerte a su hijo, muerte que él, Abraham, sería responsable de infligir. ¡Ahora imagínese la euforia desenfrenada, el alivio, la alegría y el gozo que llenó su corazón cuando Dios intervino y evitó que matara a su hijo!
¡Oh, el Gozo de…!
Sentado con Sus discípulos en la ladera de una montaña en Galilea, Jesús (Yeshúa) comenzó Su proclamación sobre el Reino de los Cielos hablando sobre los “pobres en espíritu,” frase conocida por referirse a los humildes. La palabra traducida como pobre se deriva de una raíz que significa agacharse como un mendigo indefenso. Aquellos que son pobres en espíritu están dolorosamente conscientes de su abrumadora necesidad de Dios, además de su propia impotencia e insuficiencia. Al igual que el apóstol Pablo, están conscientes de que sólo en su debilidad podrán ser fuertes. Este tema se puede encontrar por toda la Escritura y es el centro del Sermón del Monte.
“¡[Oh, el gozo de] los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos! (Mat. 5:3).
“Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: ‘Yo habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos’” (Isa. 57:15).

Mateo 5:4 también habla de aquellos que tienen el corazón quebrantado, quienes lloran o se lamentan por una catástrofe, una pérdida o incluso por el pecado, ya sea el suyo o de su nación. Al igual que la primera bienaventuranza, el doliente es pobre en espíritu, consciente de su necesidad de Dios como su única fuente de consuelo verdadero.
“¡[Oh, el gozo de] los que lloran, pues ellos serán consolados!” (Mat. 5:4).
“…Para proclamar el año favorable del SEÑOR, y el día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, para conceder que a los que lloran en Sion se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido” (Isa.61:2–3a).
La tercera bienaventuranza también se trata de la humildad. Nos dice que los mansos heredarán la tierra, una cita directa del Salmo 37:11. La palabra hebrea allí es anav, y significa la persona humilde y sencilla, e incluso pobre. Es la misma palabra que se usa de Moisés en Números 12:3, donde se nos dice que él era muy humilde, más que todos los hombres en la tierra.
““¡[Oh, el gozo de] los humildes, pues ellos heredarán la tierra!” (Mat. 5:5).
“Pero los humildes poseerán la tierra y se deleitarán en abundante prosperidad” (Sal. 37:11).
La declaración de Jesús (Yeshúa) en Mateo 5:6, donde dice que aquellos que tienen hambre y sed de justicia serán satisfechos, encuentra su contraparte en el Salmo 42:2. Las próximas cuatro bienaventuranzas (vs. 7-10) también reflejan las verdades del Reino expresadas en el Tanaj: los misericordiosos recibirán misericordia (Sal. 18:25); los limpios de corazón recibirán la bendición de Dios (Sal. 24:4-5); los ojos del Señor están sobre los pacificadores (Sal. 34:8-15); y los perseguidos por causa de la justicia recibirán vida, justicia y honor (Prov. 21:21).
Vida en el Reino
En este primero de varios discursos de Jesús (Yeshúa) durante Su ministerio, aprovechó cada oportunidad para establecerse como un amante del Tanaj. El sermón entero contiene citas directas de lo que algunos llaman el “Antiguo Testamento” y alusiones a esas enseñanzas. Según la redacción en los evangelios sobre Su ministerio, Jesús citó el Tanaj 78 veces, la Torá 26 veces y los Salmos 11 veces. No cabe duda de que cumplió el requisito de un profeta genuino que hablaría por Dios, como se establece en Deuteronomio 13:1-5.
Sin embargo, Su propósito principal era crear un cuadro vivo y convincente sobre cómo es la vida verdadera en el Reino, atrayendo a Sus oyentes hacia la comunidad de los redimidos. Algunos han sugerido que las Bienaventuranzas son negativas en contenido y glorifican el sufrimiento. ¡Nada podría estar más lejos de la verdad! El enfoque no está en el problema que enfrenta una persona sino en la recompensa que se le otorgará. Jesús tampoco estaba hablando sobre cierto tipo de personas, por ejemplo, los que lloran aparte de los que son pobres en espíritu, aparte de los que son mansos, etc. Él presenta una lista de características que deben poseer todos los que quieran ser ciudadanos del Reino de los Cielos.
Las Bienaventuranzas pintan una imagen de un Reino construido sobre el amor desinteresado, la humildad y el genuino amor fraternal hacia toda la humanidad. Estos pocos versos describen una actitud del corazón que obliga al creyente a mantener una conducta propia del Reino. Es perpetuamente significativo, tan importante para usted y para mí, como para esas multitudes en la ladera montañosa del antiguo Israel. A través de las Bienaventuranzas, Jesús nos insta a emular las características que Él y el Padre poseen, y promete que aquellos que lo hagan serán bendecidos por toda la eternidad. ¡Oh, qué alegría!

BRIDGES FOR PEACE 
por: Cheryl L. Hauer, Vice-Presidenta

Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos Hispanos
Bibliografía
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Rogers, David, M. “Messiah Yahusha’s Sermon on the Mount. 
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Tozer, A.W. The Pursuit of God. New York: Christian Publications, Inc, xxxx.
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