Un buen Pastor


He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré...Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice el Señor. Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil.  Ezequiel 34:11, 15-16

Era verano y estábamos en la montaña con unos amigos. El paisaje era magnífico. Un rebaño de ovejas pacía tranquilamente en un pequeño valle. De repente la calma se vio turbada por algunos adolescentes traviesos que se divertían asustando a las ovejas. El rebaño se trastornó y se dispersó por todos los rincones. Los animales corrían en todas las direcciones. De repente una oveja se desplomó: se había lastimado una pata. Mis amigos intentaron encontrar al pastor, mientras yo me quedé junto a la oveja herida. Una señora se acercó: «¡Pobre animalito! Tendrá que esperar el regreso del pastor esta noche. Espero que no sea muy grave y que sane pronto... Si no logra seguir a la manada, será sacrificada».

Quedé atónito. ¿Cómo era posible? ¿El pastor no estaba con su rebaño? ¿Y este pobre animal corría el riesgo de morir a causa de un grupo de jóvenes que el pastor hubiese podido alejar si hubiese estado allí? ¡Qué triste! Entonces recordé las palabras de Jesús: “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11). Él dio su vida por sus ovejas. Ellas le pertenecen; ahora él vela sobre su rebaño y lo cuida.

¿Está usted perdido o herido en el camino de la vida? ¡Llame al buen Pastor a través de la oración! Jesús siempre está presente y busca a sus ovejas. Lejos de rechazarla, se acerca a la oveja perdida, la pone sobre sus hombros y la lleva a un lugar seguro para cuidarla hasta que sane.

¡Qué felicidad pertenecerle! Jesús, ¿también es su Pastor?

Lectura: 1 Crónicas 21 - Lucas 18:1-17 - Salmo 91:11-16 - Proverbios 21:1-2

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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