CADA TRIBULACIÓN NO ES UNA PRUEBA


Dios no se deleita en las pruebas por las que atraviesan sus hijos. La Biblia dice que Cristo es compasivo hacia nosotros en todas nuestras pruebas, siendo tocado por los sentimientos de nuestras dolencias. En Apocalipsis 2:9 le dice a la iglesia “Sé de tu…”tribulación, y pobreza…” Está diciendo, en esencia, “Sé por lo que estás atravesando. Quizás no lo entiendas, pero sé todo al respecto.”

Es esencial que comprendamos esta verdad, porque el Señor sí prueba a su gente. La Escritura dice, “Nos has probado como se prueba la plata (Salmo 66:10) “Tu fe…será probada con fuego” (1 Pedro 1:7). “El Señor prueba a los justos” (Salmo 11:5).

Ciertamente, todos los que siguen a Jesús van a enfrentar aflicciones. El Salmista escribe, “Muchas son las aflicciones de los justos” (Salmo 34:19). Pablo habla de tener “mucha aflicción y angustia en el corazón…con muchas lágrimas” (2 Corintios 2:4). Y Hebreos describe a santos que son “indigentes, afligidos, atormentados” y sobrellevando una gran batalla de aflicciones.” (Hebreos 11:37, 10:32).


El hecho es que la Biblia habla muchísimo sobre el sufrimiento, tribulaciones y problemas en la vida de los creyentes. De acuerdo al Salmista, “Mi alma está llena de problemas y mi vida se acerca hacia la tumba” (Salmo 88:3). Igualmente, David escribe de soportar “grandes y difíciles problemas” (71:20).

No puedo nombrar a un solo seguidor de Jesús quien no ha soportado todas estas cosas que la Escritura menciona: pruebas, tribulaciones, aflicciones, angustia. Sé que puedo decir con David, “He soportado difíciles y grandes problemas y pruebas.” Y sé que muchos otros leyendo este mensaje pueden decir, “Eso resume mi vida en este momento. Estoy confrontando pruebas y aflicciones angustiosas.”

Por esta razón, cada cristiano tiene que saber y aceptar que Dios tiene un propósito en todos nuestros sufrimientos. Ninguna prueba entra en nuestras vidas sin que él lo permita. Y uno de los propósitos de Dios detrás de nuestras pruebas es el producir en nosotros fe inquebrantable. Pedro escribe “Que la prueba de tu fe, siendo mas preciosa que el oro que perece, aunque sea tratado con fuego, pueda ser encontrando en la alabanza y honor y gloria ante el aparecimiento de Jesucristo” (1 Pedro 1:17). Pedro llama a estas experiencias “prueba(s) de fuego” (4:12).


Pablo testifica de ser afligido con pruebas, sin embargo terminando su carrera habiendo ganado la prueba de la fe. Él escribe, “He peleado la buena batalla, he terminado mi carrera, he mantenido la fe” (2 Timoteo 4:7). Claro, Pablo sabia que todavía tenia mucho por hacer. Había grandes pruebas por delante. Pero podía honestamente decir:

”Quizás no he prendido a Cristo como quería y no he sido perfeccionado, pero cuando se trata de fe y confiando en Dios a través de cada prueba sé que he creído y estoy persuadido. Cuando el enemigo viene como una inundación, sé que el Señor levantara bandera contra él. Y he aprendido todo esto en el horno de la aflicción.

Comparto este testimonio con Pablo. Por la gracia de Dios, el Espíritu Santo me ha permitido atravesar un número de pruebas en años recientes, la cosa más difícil siendo el fallecimiento de nuestra nieta de doce años, Tiffany. El Señor me dio fuerza y fe a través de esa odisea dolorosa y salí de ello diciendo, “sé que he creído, y sé que tiene un plan. Dios no permitiría este tipo de dolor sobre mi y mi familia sin un propósito detrás de todo ello. O, Señor, te entrego esto por medio de la fe.”

Piensa en tu propia odisea o prueba. ¿Has tenido duda, temor o ira al soportarlo? ¿Has acusado a Dios de poner mucho sobre ti, de colocarte en tu prueba innecesariamente? ¿Estás al borde de darte por vencido, pensando, “He sido fiel en orar, en leer la Biblia, en ir a la iglesia, pero nada funciona?

O puedes todavía mirar hacia al cielo y decir, “Sé que el Señor es bueno. Y voy a confiar en él a través de esto. No viviré en duda, él me sacará para su gloria.” Si esto te describe, entonces tu fe ha soportado el fuego. Pero si no, tengo que preguntarte: ¿cuántas pruebas más y aflicciones soportarás antes de poder decir, “Mi fe ha prevalecido?”


Una prueba no siempre es el propósito de Dios detrás de nuestras pruebas.

La verdad es que no todas las pruebas son pruebas de fe. A menudo, el Señor esta detrás de algo más cuando estamos en el horno de la aflicción. Ciertamente, mientras más cerca caminas con Cristo y más profundas tus pruebas, mucho más está obrando él en ti para lograr algo más que fe.

Pero no malinterpretes; cuando nuestra fe vacila, pruebas de fe vendrán. Nunca estaremos completamente mas allá de ser probados. Pero aquí está otro de los propósitos de Dios en nuestras pruebas: El Padre está preparando la novia para su Hijo y quiere más de nosotros en nuestras pruebas que mayor fe.

Esta novia va a ser probada severamente y su amor por el novio pasará por el fuego. Su confianza en él será refinada a través de fuegos, inundaciones y aflicciones. Sin embargo, estas pruebas no son cuestión de probar su amor y devoción. Al contrario son para refinar un amor que esta totalmente comprometido. Déjeme explicar.


Esta novia – la elegida amada de Jesús – debe ser consumida por el deseo de estar con el novio. Debe ser apartada de todas distracciones. Debe estar obsesionada por un deseo de estar siempre en su presencia corporal. Pablo se refiere a este deseo cuando escribe de su propio deseo “estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor.” (2 Corintios 5:8) “porque para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia.” (Filipenses 1:21).


Esta no es una fijación morbosa con la muerte de parte de Pablo. El apóstol claramente vivió una vida llena y útil. Pero, él dijo, “Algo en mi anhela estar con el Señor, donde Él esta.” Anhelo estar con Él cara a cara.” Para hacer tal aseveración, Pablo tenía que estar completamente apartado de este mundo y sus atracciones.

Ahora mismo, Dios está preparando un nuevo mundo – un cielo nuevo y una nueva tierra – para su gente. Y esta nueva creación será compuesta de una Nueva Jerusalén incluyendo un hogar para la novia de Cristo. Isaías vio este nuevo mundo que Dios esta creando, y el panorama del cual lo debe haber sobrecogido. Dios dijo a través del profeta, “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra. De lo pasado no habrá memoria ni vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su pueblo gozo.” (Isaías 65:17-18).


Dios está haciendo una declaración poderosa aquí a la desposada de Cristo. Está diciendo, en efecto, “en medio de tu prueba actual, fija esta verdad en tu mente: el mundo presente no es tu hogar. Todo lo que ves, pasara – la tierra, la luna, el sol, y las estrellas. Estoy creando un nuevo mundo donde no hay fuegos, inundaciones, diablos, pruebas ni aflicciones.

¿Entiendes este mensaje? Tu prueba va a terminar, y tus problemas pasaran. Por lo tanto fija tus ojos en Cristo y fija tus afectos en pasar la eternidad con Él en el nuevo mundo. De acuerdo a Él, el mundo en que luchamos ahora con todo su dolor y tristeza, no será recordado cuando ese día llegue. ¡Ni siquiera entrara en nuestras mentes! (Ver 65:17).


Amados, esto me dice que la prueba que muchos están soportando no es el ser probado – es entrenamiento. Estamos siendo preparados para un mundo donde no habrá más dolor. Y ese mundo va a ser poblado con cuerpos nuevos. Pablo nos dice que el cuerpo que baja a la tumba no es el mismo que saldrá de la tumba. Vamos a tener un cuerpo nuevo, uno con el ADN del Cristo mismo.

Abraham es un ejemplo de uno que tenía un enfoque en el mundo por venir. La Biblia dice de el: “Por la fe habitó como extranjero en la tierra… porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (Hebreos 11:9-10).

Abraham pasó una gran prueba de fe cuando en obediencia a Dios, ofreció a su hijo, Isaac en sacrificio. Sin embargo, aún más que su fe probada, Abraham fue apartado de esta tierra – un hecho probado cuando ofreció a su hijo. Él tuvo fe en que había un propósito mayor del que él podía ver. Aquí estaba un hombre verdaderamente en el mundo pero no era parte del mismo, viendo su ciudadanía en otro mundo.


Ahora considera lo que Hebreos dice de Cristo “(Él)… padeció fuera de la puerta.” (13:12). Jesús sufrió como un extranjero siempre en las afueras de la religión formal, en las afueras de la sociedad aceptada. Sin embargo, Cristo también estaba “afuera” en el sentido de no tener lugar aquí en la tierra, tan siquiera para reposar su cabeza. En todo lo que Jesús hizo, siempre miró hacia el cielo.

Como el Salvador y nuestro antepasado Abraham, “Aquí no tenemos ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.” (13:14). Vivimos y trabajamos en esta tierra, pero somos extranjeros aquí; nuestra verdadera patria es la Nueva Jerusalén. Por lo tanto, Hebreos urge, “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su oprobio” (13:13). Hasta que también estemos en las “afueras” del campamento, fuera de la lujuria y el materialismo de este mundo – no estaremos donde nuestro Novio está.

Vivo en un hogar agradable y manejo un carro bueno. Pero continuamente estoy en guardia contra que las cosas materiales tomen riendas de mi corazón. El hecho es que puedes tener una fe poderosa y todavía no anhelar a Cristo. “… y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. (1 Corintios 13:2).


Tristemente, cuando miro alrededor, veo multitudes de cristianos creyentes que tienen fe vencedora, pero no tienen el anhelo de estar con Cristo. En vez, han fijado sus ojos en las cosas de este mundo y en como obtenerlas. Yo encuentro que esas personas no quieren escuchar sobre fijarse en el cielo o ser apartado de este mundo. Para ellos, tal mensaje significa una interrupción de la “buena vida” que ellos disfrutan aquí.

Gracias a Dios, que Él tiene una manera maravillosa de empujarnos fuera de la puerta. Él nos dice, en esencia, “si te voy a entregar a mi Hijo en matrimonio, no puede haber otra atracción en tu vida. Quiero estar seguro que no estás lujuriosamente deseando algo o alguien que no sea Cristo. Tu sueño más excitante, lo que tire más profundo en tu corazón, tiene que ser un deseo de estar con Cristo.


Amados, esto explica muchas de las pruebas profundas de los santos justos que caminan en la fe. Piensa en ello: ¿Cómo sacó Dios a los hijos de Israel de Egipto? Tuvo que ponerlos en el horno del sufrimiento, para llevarlos al punto donde lloraron: “¡Basta de esto! Ya no quiero estar aquí.” Entonces cuando llego la hora en que Dios dijera, “Váyanse,” estaban preparados para desarraigarse y mudarse a la Tierra Prometida.

Dios nos ayude a separarnos del espíritu materialista de estos tiempos y a transferir todo nuestro afecto a la Nueva Jerusalén.

Isaías profetizo que el mundo que Dios estaba creando es un lugar donde sus habitantes se regocijan.

“Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su pueblo gozo.” (Isaías 65:18). La palabra Hebrea para “crear” en este verso significa “traer a la existencia.” ¿Ves lo que Isaías esta diciendo? Dios esta creando no solo un nuevo mundo, sino que también una gente especial. Esta trayendo a la existencia una novia que no solo ha sido apartada de este mundo, pero quien también ha aprendido a salir de las pruebas a través de la alabanza.

El hecho es que nuestros sufrimientos presentes componen una escuela de alabanza. Y todas las maneras que estamos aprendiendo a alabar a Jesús, especialmente en nuestras pruebas, son entrenamiento para ese día glorioso. ¿Qué quiere decir esto para los cristianos que viven con agitación y preocupación constante? ¿Cómo pueden los que viven como si Dios estuviese muerto repentinamente saber como pueden alabar a través de una prueba?


Es muy importante como reaccionamos en nuestra prueba presente. Cuando Israel estuvo en su hora de gran sufrimiento, perdieron la esperanza. Decidieron que no podían aguantar más, así que simplemente se sentaron en el polvo. Aquí estaba el pueblo de Dios, con promesas sólidas como roca, sin embargo se sentaron allí con una cadena alrededor de sus cuellos.

Igualmente hoy, algunos cristianos se dan por vencidos hasta ese punto. Ellos no abandonan su fe, pero dejan de perseguir a Jesús con todo su corazón, pensando, “No puedo vivir bajo esta clase de intensidad. Parece que mientras más me acerco a Cristo, más sufro.” Se preguntan como Pablo podía decir: “Yo me regocijo en mis sufrimientos.” (Colosenses 1:23-24).

Aquí es exactamente como Pablo podía hacer tal aseveración: el había sido llevado al cielo y vio la gloria que nos aguarda. Debido a lo que vio, Pablo pudo abrazar sus pruebas y aflicciones en esta vida, aprendiendo a alabar a Dios a través de cada odisea. Estaba determinado a aprender tener un corazón contento sin importar su situación, y empezó a practicar alabanza en preparación para el mundo por venir.

“… si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse,” (Ro. 8:17:18). A la luz de la gloria que le espera, ¿cuál es su prueba en comparación?

Igualmente, él quiere que tornemos los ojos del sufrimiento presente y los fijemos en lo que vendrá, y eso cambiará todo. Un minuto en nuestra nueva habitación, dice Pablo, no recordaremos lo que vino antes. Su punto es comenzar a alabar ahora, regocijándonos por el gozo que nos espera. “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, [Jesús] sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. (Hebreos 13:15).


Dios ha escogido a aquellos “refinados…no con plata; te he escogido en horno de aflicción.” (Isaías 48:10).

La gente a quien Isaías ofreció su visión de un nuevo mundo acababa de soportar la furia de un enemigo rabioso. Ahora estaban tambaleándose de su tribulación, atados por el temor y el cansancio. Pensaban que Dios los había abandonado y tenían miedo de lo que el futuro les deparaba. Así que ¿qué palabra les envió Dios? Es la misma palabra que le da hoy a su pueblo.

“¡Despiértense! No están deshechos como piensan. El Señor, su fortaleza, esta todavía con ustedes. Así que levántense del polvo del desaliento, y siéntense en el lugar celestial que les he prometido. No han perdido su justicia o rectitud, así que vístanse con sus togas. Sacúdanse, háblense a si mismos, dense un sermón. Y díganle a la carne y al diablo, “Soy más que un vencedor a través de quien me salvó.” (Isaías 52:1-3 parafraseado)

Considera el ejemplo poderoso de los tres jóvenes hebreos a quienes el Rey Nabucodonosor arrojó en el horno de fuego. Estos hombres no estaban siendo probados por su fe; el hecho es, que su fe los puso allí. El Señor claramente estaba detrás de otra cosa. Piensa en ello: los babilonios paganos no estaban influenciados por sus oraciones o sus predicas. No estaban impresionados por su sabiduría y conocimiento ni por sus vidas santas. No, el impacto sobre Babilonia vino cuando la gente miro dentro del horno y vieron a tres hombres regocijando, alabando a Dios en su hora más difícil.


Jesús apareció en ese horno, y creo que sus primeras palabras a los jóvenes hebreos fueron “Hermanos, levántense ahora, pues sus ataduras son aflojadas. Dejen que este gobierno pagano y su gente atea vean su regocijo y alabanza a Dios en su hora de aflicción.

Los hombres hicieron eso mismo y la Escritura dice que Nabucodonosor estaba asombrado ante esa vista. Se levanto apresuradamente, clamando, “¿Qué está pasando aquí? ¡Arrojamos tres hombres en este horno, pero ahora hay cuatro y todas las ataduras no están! Miren, están cantando y alabando a ese cuarto hombre.”

Ese es el impacto que nuestras alabanzas traen durante nuestras pruebas. Así que ¿cómo has estado reaccionado en tu hora de aflicción? ¿Estás tomando de la copa temblorosa, sintiéndote débil, sin poder para resistir al enemigo? Es hora de sacudir las vendas pesadas y levantar manos santas en alabanza a tu Redentor. Estás libre, no importa tu prueba, así que alégrate y regocíjate, sabiendo que el cuarto hombre esta en el horno contigo. Cristo se revelará en tu prueba, y el fuego quemará todas esas cuerdas que te atan.

¡Seguramente no estas siendo probado sino entrenado!
David WilkersonOctober 17, 2005

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