El Error de Poner Mucho, en Un Solo Lugar


¿Ha oído hablar de la advertencia contra «poner todos los huevos en una sola canasta»? Esto se aplica a gran parte de la vida, especialmente en el mundo de los negocios. Si se trata de un gran cliente en una empresa con fines de lucro o de un sólo donante importante para respaldar a una entidad sin fines de lucro, cuando sus ingresos provienen de una sola fuente, su organización camina en zona de peligro. Pueden surgir problemas reales si algo sale mal con esa relación.

A veces las pequeñas empresas abren con una cuenta principal. Las cosas van bien; las ventas son altas y el efectivo fluye constantemente, hasta que un día, por cualquier razón, esa cuenta se pierde. De repente, el flujo de ingresos que parecía tan confiable desaparece y todos luchan por sobrevivir.

Otra desventaja de tener demasiada dependencia de un cliente es la influencia que éste puede tener. Siempre que sus ingresos se vuelvan demasiado dependientes de un sólo cliente o donante, puede sentirse presionado para hacer concesiones de negocios poco saludables. Puede ser halagador tener una fuente que invierte tanto en el trabajo que estamos haciendo. Sin embargo, eso puede presentar la tentación de tomar decisiones centradas en ajustarnos a esa fuente, en lugar de permanecer fiel a nuestra misión y razón de ser, especialmente si pudiera poner en peligro esa relación clave.

¿Cuál es la solución? La respuesta es bastante simple: la diversificación. Mi experiencia, y la de los expertos así lo confirman, lo mejor es tratar de limitar a cualquier cliente o donante al 15 por ciento o menos de los ingresos totales. Puede ser difícil decir «no», especialmente cuando se presenta el potencial de un flujo de ingresos muy significativo. Sin embargo, tomar la determinación de «diversificar» mediante el cultivo de una variedad más amplia de recursos puede ser mejor que las consecuencias adversas que resulten de la pérdida de un cliente que constituya la mayoría de los ingresos.

Este es otro ejemplo de la gran sabiduría eterna que podemos encontrar en la Biblia. El rey Salomón abordó este tema en particular cuando aconsejó: «Divide en siete porciones lo que tienes, y hasta en ocho, porque nunca se sabe qué males pueden venir sobre la tierra» [Eclesiastés 11:2 RVC]. Otra traducción lo expresa de esta manera: «Coloca tus inversiones en varios lugares, porque no sabes qué riesgos podría haber más adelante» [NTV].

Hay otras razones para diversificar nuestro trabajo, así como nuestras finanzas. Uno es el deseo, como embajadores de Dios, de tener un impacto más amplio en nuestras comunidades, nuestras ciudades e incluso en todo el mundo. El salmista escribe: «¡Alabado sea el Señor! ¡Qué felices son los que temen al Señor y se deleitan en obedecer sus mandatos! […]Tienen confianza y viven sin temor, y pueden enfrentar triunfantes a sus enemigos. Comparten con libertad y dan con generosidad a los necesitados; sus buenas acciones serán recordadas para siempre. Ellos tendrán influencia y recibirán honor» [Salmo 112:1,8-9 NTV].

Este pasaje habla específicamente sobre la búsqueda de satisfacer las necesidades de las personas que están en desventaja, pero el principio es cierto. Podemos servir más efectivamente, y ser usados por Dios de manera más fructífera, cuando diversificamos el uso de nuestro tiempo, energía y recursos.

Esto nos recuerda la parábola de Jesús sobre los talentos en Mateo 25:14-30. Habla de tres individuos a quienes se confió los recursos de su maestro mientras él se había ido. Dos de los sirvientes sabiamente invirtieron el dinero y le dieron a su amo un rendimiento sustancial. El tercero simplemente ocultó lo que se le había encomendado, y cuando el maestro regresó a su casa, no tenía nada que ofrecer. Si queremos crecer, como empresas, así como en servicio a Dios, necesitamos diversificarnos y fortalecernos en el proceso.

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