Ponderación Y Preparación de Planes Adecuados
¿Cuáles
son sus planes para el año que viene? ¿Quiere hacer crecer su negocio? ¿Desea
un ascenso, o encontrar un nuevo trabajo más gratificante? Tal vez quiere hacer
un cambio completo de profesión? ¿O quizá su mayor aspiración es convertirse en
una versión mejorada de usted mismo?
A
medida que otro año calendario llega a su fin y otro inicia, es hora de que
muchos de nosotros nos involucremos nuevamente en dos actividades
tradicionales: revisar el año pasado y planificar el nuevo. La planificación
tiene una ventaja sobre la revisión, ya que no podemos cambiar el pasado, solo
evaluarlo. En cambio, en la planificación, podemos comenzar de nuevo,
determinando qué queremos hacer, cuándo, cómo, dónde e incluso por qué.
Un
elemento común de la planificación es el establecimiento de objetivos. Los
planes también son útiles, por supuesto, a nivel individual. Podemos establecer
objetivos para el crecimiento, el progreso personal y profesional, evaluando
dónde estamos y dónde nos gustaría estar en algún momento en el futuro.
Es
posible que deseemos basarnos en los logros de los últimos 12 meses, o buscar
cambios importantes para alcanzar los objetivos que han quedado fuera de
nuestro alcance. El adagio dice: «O estás mejorando o empeorando», por lo que
desarrollamos estrategias sobre cómo mejorar en los próximos días, meses y
años.
Se
han escrito innumerables artículos y libros sobre el establecimiento efectivo
de los objetivos y la planificación, pero rara vez toman en cuenta las
enseñanzas y las pautas presentadas en la Biblia. Estos pueden ser
especialmente útiles para comprender el «por qué» de nuestros objetivos y
planes. Así que para ayudar a participar en este proceso anual, aquí hay
algunos ejemplos a considerar:
Riqueza.
Para muchas personas, la obtención de recursos materiales y económicos es un
objetivo importante, para lograr un estilo de vida deseado. En este sentido,
las Escrituras aconsejan mantener una perspectiva adecuada y realista. «No
te desgastes tratando de hacerte rico. Sé lo suficientemente sabio para saber
cuándo detenerte. Las riquezas desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, porque
les saldrán alas y se irán volando como las águilas» [Proverbios 23:4-5
NTV].
Excelencia.
Debemos esforzarnos continuamente para hacer el mejor trabajo posible, no para
nuestro propio beneficio, sino también para reconocer a quién representamos y,
en última instancia, a quién servimos. «Nosotros somos creación de Dios. Por
nuestra unión con Jesucristo, nos creó para que vivamos haciendo el bien, lo
cual Dios ya había planeado desde antes» [Efesios 2:10 TLA]. «Y todo lo
que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente,
porque ya saben que el Señor les dará la herencia como recompensa, pues ustedes
sirven a Cristo el Señor» [Colosenses 3:23-24 RVC].
Enfoque
correcto. ¿Cómo podemos estar seguros de que nuestros objetivos
están bien concebidos? ¿Cómo podemos estar seguros de que los planes que
formulamos provienen de las motivaciones correctas? «Más bien, busquen
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán
añadidas» [Mateo 6:33 NVI].
Humildad.
Al establecer metas, rara vez consideramos virtudes, como la humildad. Sin
embargo, en muchos casos, esta es una cualidad que garantiza un éxito duradero.
«La recompensa de la humildad y el temor del Señor son la riqueza, el honor
y la vida» [Proverbios 22:4 LBLA].
© 2018. Robert
J. Tamasy - MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL
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