Nada a Que Temer — ¿Pero Miedo a Nosotros Mismos?
Fue el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt,
quien dijo en su primer discurso inaugural, en 1933, "No tenemos nada que
temer, sino temer a nosotros mismos". Si hubiera estado vivo entonces,
podría haber tenido la tentación de responderle: "¿Ah, sí? ¡Eso es fácil
de decir! ". Sin embargo, Roosevelt tenía razón, porque el miedo puede ser
una emoción poderosa y paralizante, que nos impide tomar, o intentar oportunidades
prometedoras.
Un amigo, David Sanford, escribió sobre cinco temores que ha visto
que son una plaga de los profesionistas. Éstas incluyen:
• Miedo al silencio (tomarse un tiempo alejándose del trabajo para
reflexionar, volver a visualizar, pensar creativamente y planificar).
• Miedo a compartir (presentar ideas iniciales o borradores muy toscos para que
otros los consideren y critiquen).
• Miedo a vender (promoción de conceptos pulidos, productos, planes, propuestas
y recomendaciones).
• Miedo al rechazo y al fracaso (preocupándose por lo que otros puedan decir
sobre nosotros).
• Miedo al éxito (preocuparse de que los demás puedan esperar más de nosotros
si tenemos éxito).
Prácticamente todos nosotros podemos identificarnos con al menos
uno de estos miedos, o posiblemente con todos ellos. Varios me parecen
familiares. Apartarse del trabajo para pensar, imaginar y planificar a veces va
en contra de mi esencia. "¡Debería estar haciendo algo, no pensando!"
Pero si no hacemos pausas en la actividad frenética, ¿cómo sabemos que estamos
haciendo las cosas correctas o las hacemos de la manera correcta?
Vender nunca ha sido uno de mis puntos fuertes, como aprendí al
principio cuando aún estaba en la universidad. La perspectiva de tratar de
persuadir a la gente para que me comprara un producto a menudo me
parecía como si estuviese tratando de torcerles sus brazos. Y creo que todos
hemos tenido momentos en los que dudamos de seguir adelante, luchando con el
pensamiento: "¿Qué pasa si trato de hacerlo lo mejor posible, y aún así
fallo?"
Es más en esta etapa avanzada de mi carrera, a veces me encuentro
luchando con estos miedos. Luego trato de recordarme a mí mismo las verdades
tales como: "Si no lo intento, el fracaso está garantizado". O, para
reafirmar la Regla de Oro, "Vende a los demás lo que quieras que te
vendan". Pero he descubierto que la verdadera solución para vencer el
miedo no son consignas inteligentes, sino confiar en Dios, su sabiduría y guía.
Aquí hay algunos pasajes que he encontrado útiles a ese respecto:
Fe en la presencia de Dios. Cuando
enfrentamos situaciones y temores desalentadores, saber que Dios está con
nosotros en medio de ellos puede brindarnos confianza y esperanza. "No
temas, porque yo estoy contigo; no mires ansiosamente a tu alrededor, porque yo
soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré; ciertamente te sostendré
con mi diestra de justicia"(Isaías 41:10).
Creer en el amor de Dios. Nosotros, como
hijos de Dios, creemos que Él es soberano, que conoce nuestras circunstancias y
tiene el control. Por lo tanto, podemos confiar en que Él usará todo para
nuestro bien supremo. "Sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El
que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.” (1
Juan 4:18). “Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al
miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «
¡Abba! ¡Padre!»" (Romanos 8:15).
Confía en que Dios puede lidiar con nuestros obstáculos. Cuando los problemas parecen demasiado grandes para nosotros,
tenemos la seguridad de que Dios es más grande que nuestros problemas.
"¿Qué, entonces, diremos en respuesta a estas cosas? Si Dios está con
nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31).
Robert J. Tamasy
© MANÁ DEL
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