Trabajando Duro, Por Las Razones Adecuadas


Jeff era el nuevo director de una cadena de joyerías. Uno de sus primeros retos fue evaluar el rendimiento de todas las sucursales de la cadena nacional. Mientras revisaba los resultados con su equipo ejecutivo, se sintió confundido acerca de una tienda en particular.

Esta había sido la tienda con el mejor rendimiento de la compañía, ¡pero repentinamente se convirtió en la peor! Cuando Jeff le preguntó a su equipo qué había ocurrido, recibió una respuesta sorprendente: «Oh, esa es la tienda de Tim. Él fue nuestro mejor operador, hasta que encontró al Señor». Jeff mismo es un seguidor de Jesucristo, así que se consternó al escuchar esto y se determinó a investigar el cambio dramático en el rendimiento de esa sucursal.

Al reunirse con Tim, Jeff fue directo con él: «Como cristiano, espero que estés trabajando duro para hacer de ésta la mejor tienda, no la peor. Esperaría que dieras no menos del 100 por ciento, trabajando para el Señor, no solo para nuestra compañía». Jeff se refería a un pasaje de la Biblia que dice: «Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo» [Colosenses 3:23-24 NTV].

Existe una tendencia y una tentación, al considerarnos a nosotros mismos como simples trabajadores para la empresa que nos emplea, y por eso, algunas personas se contentan con hacer lo mínimo posible. Como embajadores de Jesucristo, parte de nuestro testimonio para Él no son las palabras que expresamos, sino la calidad y el compromiso que le damos al trabajo que tenemos ante nosotros. Los seguidores de Jesús deben ser conocidos por actuar diligentemente en el lugar de trabajo.

Escribiendo a los seguidores de Cristo en la antigua ciudad de Tesalónica, el apóstol Pablo dijo: «¿Acaso no se acuerdan, amados hermanos, cuánto trabajamos entre ustedes? Día y noche nos esforzamos por ganarnos la vida, a fin de no ser una carga para ninguno de ustedes mientras les predicábamos la Buena Noticia de Dios. [1 Tesalonicenses 2:9 NTV]. Tenía un mensaje importante para comunicarse, las Buenas
Nuevas de Jesucristo, pero Pablo nunca olvidó las virtudes del trabajo arduo y demostró el compromiso de un creyente con la excelencia. Aquí hay algunos otros principios bíblicos:

Trabaja tan duro como puedas mientras puedas. Habrá un momento en que no podamos trabajar, ya sea por jubilación, discapacidad o —en última instancia— por nuestra muerte. Entonces deberíamos considerar el trabajo que tenemos que hacer como un privilegio, no como una carga. «Todo lo que te venga a la mano hacer, hazlo según tus fuerzas. En el sepulcro, que es adonde vas, no hay obras ni proyectos, ni conocimiento ni sabiduría» [Eclesiastés 9:10 RVC].

Haz bien el trabajo que te asignan, independientemente de lo que sea. Echando otro vistazo a Colosenses 3:23, entendemos que es útil darse cuenta de que Pablo no estaba escribiendo a altos ejecutivos o vendedores de alto rendimiento. Los destinatarios de su carta en su mayoría hacían tareas inmundas, incluso desagradables, como palear estiércol. Entonces cuando les instruye: «Hagas lo que hagas, trabaja con todo tu corazón», les estaba diciendo: «No importa lo que tengas que hacer; da tu mejor esfuerzo a pesar de todo».

Nuestro trabajo es parte del propósito divino de Dios para nosotros. El trabajo puede ser difícil, y en ocasiones desagradable, pero desde el principio, la intención de Dios fue que nosotros le sirviéramos a Él y a los demás a través de nuestro trabajo. «Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica» [Efesios 2:10 NVI].

(Derechos de propiedad literaria 2017, Centro de Recurso de Integridad, Inc.) Adaptado con permiso de "Momentos de Integridad con Rick Boxx,"
© MANÁ DEL LUNES es una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL


Comentarios