Recordando la Guerra de los Seis Días
Más de la mitad de un siglo ha transcurrido desde
la mañana del 5 de junio de 1967, cuando la Fuerza Aérea Israelí desató un
ataque sorpresivo contra la fuerza aérea egipcia, medida que resultó en uno de
los ataques preventivos más brillantes en la historia moderna, y marcó el
comienzo de una guerra que duraría sólo seis días. El Primer Ministro israelí
Benjamín Netanyahu calificó la guerra como “un milagro y una salvación para
Israel.”
Aunque Israel había ganado las guerras en 1949 y
1956, las naciones árabes todavía rehusaban reconocer la existencia de Israel y
continuaban clamando por su destrucción.
El 22 de mayo de 1967, el presidente egipcio Gamal
Abdel Nasser cerró el Estrecho de Tirán y el Canal de Suez para el paso de todo
barco que se dirigiese hacia, o procedía desde, Israel con la intención de
afectar su economía. Cualquier otro país hubiera visto eso como un acto de
guerra, pero el pequeño Israel, cansado ya de guerra, decidió tomar una
solución pacífica de negociación.
Pero la negociación no era una opción para las
naciones árabes. Nasser proclamó el 27 de mayo de 1967: “Nuestro objetivo
básico es la destrucción de Israel.” Tres días después, el presidente iraquí
confirmó: “Nuestra meta es clara – borrar a Israel del mapa.”
Como con todas las guerras anteriores que tuvo que
pelear Israel, se encontraba nuevamente en una posición muy desventajada. Las
tropas egipcias enumeraban en los 80,000, las de Jordania eran como 60,000, las
de Siria eran cerca de 50,000, además de sobre 850 tanques y 600 aviones de
combate entre ellos. Eso representaba más del doble en soldados que Israel,
tres veces más en tanques y cuatro veces más en aviones de combate, y parecía
que los árabes ganarían muy fácilmente.
Conociendo esas cifras tan dispares, los líderes de
Israel decidieron actuar primero, esperando que la sorpresa les diera alguna
ventaja.
Al entrar Israel en otra guerra que no deseaba, la
expectativa de ganar era muy baja. La nación judía estaba desalentada. Cerraron
todas las escuelas. Detuvieron todo transporte público. Los hombres salieron
hacia la guerra y los jóvenes llenaron sacos de arena. Convirtieron las
escuelas en refugios para bombas. Los hospitales estaban listos para recibir
decenas de miles de heridos. El gobierno permitió que los parques públicos se
preparasen para enterrar a unos estimados 10,000 muertos.
Pero seis días después, todos, incluyendo los
judíos, se quedaron atónitos. En 131 horas y 50 minutos, la nación judía
enormemente superada en número por los ejércitos de Egipto, Jordania y Siria,
logró vencer a sus enemigos. Durante esos seis días, entre el 5 y el 10 de
junio, Israel ganó una de las victorias más inesperadas y decisivas en la
historia militar.
Durante el primer día de guerra, el 5 de junio, la
Fuerza de Defensa Israelí logró destruir el 85% de los aviones de combate
egipcios. Los sirios y los jordanos sufrieron pérdidas similares: todos los
aeropuertos y aviones de combate del Reino Hachemita de Jordania fueron
demolidos y la fuerza aérea siria sufrió severas pérdidas.
Cuando la guerra terminó el 10 de junio de 1967,
Jerusalén, la eterna capital del pueblo judío, se encontró nuevamente unificada
bajo su propia soberanía. Incluso, luego de que Judea y Samaria estuviese bajo
ocupación jordana por casi dos décadas, los hijos de los patriarcas regresaron
a los montes y los valles que previamente eran hogar para incontables
generaciones previas. Esa era la tierra ancestral del pueblo judío.
En días subsiguientes, muchos estrategas militares
y analistas alabaron el poder de la Fuerza de Defensa Israelí. Aunque las
tropas lucharon valientemente, el propio Moshe Dayan, comandante de las fuerzas
en 1967, reconoció la sorpresiva victoria como un milagro. Se dice que cuando
Dayan visitó el Muro Occidental, dejó una nota entre dos antiguas piedras. El
mensaje sobre ese pedacito de papel leía: “Obra del SEÑOR es esto; admirable a
nuestros ojos,” citando el Salmo 118:23.
MOTIVO DE ORACIÓN: Alabe al Señor por fortalecer a
Su pueblo y por enviar ángeles delante del ejército de Israel para darles la
victoria sobre su enemigo, en cumplimiento de Zacarías 12:7-9. Dios salvó
primeramente a Judá en mayo de 1948, y entonces en junio de 1967 Dios protegió
a los habitantes de Jerusalén y destruyó a las naciones que vinieron contra
ella.
VERSO BÍBLICO: “El SEÑOR salvará primero las
tiendas de Judá, para que la gloria de la casa de David y la gloria de los
habitantes de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá. En aquel día el
SEÑOR defenderá a los habitantes de Jerusalén… Y sucederá en aquel día que me
dispondré a destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén”
(Zacarías 12:7-9).
Traducido y adaptado por Teri S. Riddering
Coordinadora PPP Centro de Recursos Hispanos
Publicado en junio 11, 2018
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