Los Valores No Son la Solución
Mi amigo, Roger,
regresó hace poco de un curso de postgrado de seis semanas en una importante
universidad de negocios. El comentario de uno de sus profesores hizo que Roger
reconsiderara sus opiniones personales sobre cómo moldear la cultura en su
negocio.
Siendo un fuerte
creyente en tener valores escritos específicos para su negocio, el pensamiento
de Roger comenzó a cambiar después del comentario de su profesor de que
"los valores no son la solución". Esto le hizo recordar a Roger que
si los valores no se respetan, estos valores no se practican pueden dañar el
negocio, más que no tener valores verbalizados en absoluto.
Al ponderar
Roger acerca de esa cita, se dio cuenta de que si los valores no se traducen en
hechos, no tiene sentido, no valen la pena ni por el papel en el que están escritos.
Tristemente, vemos demasiado manifiesto este tipo de pensamiento dualista en la
sociedad contemporánea. Las personas audazmente profesan ciertos valores con
sus palabras, pero sus acciones dan poca evidencia de que realmente creen en
los ideales que dicen abrazar.
Como dice este
pasaje Bíblico: Santiago 2:17 enseña: "la fe por sí misma, si no
está acompañada por la acción, está muerta". Esto no niega
necesariamente la existencia de la propia fe o de valores. Dice que, aparte de
ser vividos y demostrados por la forma en que nos comportamos en cada área de
la vida, hay incluirlos en nuestro trabajo, de lo contrario los valores que
expresamos tendrán poco o ningún impacto en nuestras empresas o con aquellos
con quienes interactuamos todos los días.
Muchas empresas
han escrito declaraciones de misión o propósito, pero algunas compañías también
han producido declaraciones de valores que exhiben en áreas destacadas y las
discuten periódicamente. Esto sirve para recordarles a todos, desde el CEO
hasta los trabajadores a tiempo parcial, que los valores sirven de base para el
funcionamiento de la organización y cómo se espera que cada individuo la
represente. En el proceso, esto establece una cultura corporativa para guiar
las decisiones y el comportamiento.
A menudo podemos
rastrear los valores corporativos desde las prácticas establecidas cuando se
creó el negocio. Tales valores, sin embargo, pueden cambiar o perderse a lo
largo del tiempo a menos que los líderes los afirmen de manera consistente, los
expresen en forma escrita y luego los practiquen de manera consistente. Para
los seguidores de Cristo, los valores que abrazamos y demostramos deben estar
enraizados en las enseñanzas de la Biblia.
Por
ejemplo, "en todo, haz a los demás lo que quieras que te hagan a
ti" (Mateo 7:12). ¿Es este un valor que permanece en la mente de
todos en la empresa, o solo se practica cuando beneficia los objetivos de la
compañía? ¿Todos enfatizan la honestidad y la integridad en todos los negocios,
incluso cuando hacerlo podría poner en peligro el cierre de una venta o la
finalización de un trato? Aquí hay un ejemplo de lo que las Escrituras dicen
sobre eso: "El Señor detesta los labios mentirosos, pero se
deleita en los hombres que son veraces" (Proverbios 12:22).
Debemos recordar
el adagio, "hablar es barato". Lo que nos permite destacarnos como
embajadores genuinos y fructíferos de Jesucristo es vivir y hacer negocios de
una manera consistente con lo que afirmamos creer. Un lema familiar nos
advierte: "A menos que hablen las palabras en su andar, cuanto menos diga
será mejor".
Como Roger
aprendió, los valores son importantes en los negocios, pero no tan importantes como
alentar (y enseñar) a su equipo a comportarse de acuerdo con esos valores.
(Derechos de propiedad literaria 2017, Centro de Recurso de Integridad,
Inc.) Adaptado con permiso de "Momentos de Integridad con Rick
Boxx,"
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