Josué: Valiente Guerrero


Comparado con las Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento), los Escritos de los Apóstoles (Nuevo Testamento) contienen poco material sobre guerras y batallas en Israel. Pero entre los versos de Hebreos 11, el conocido capítulo de la fe, encontramos mención de algunos ilustres guerreros de Israel:
“¿Y qué más diré? Pues el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas…” (Heb. 11:32).
Aunque el tiempo no daría para recordarlos a todos, el autor inspirado por el Espíritu Santo sintió la necesidad de asegurar que por lo menos algunos guerreros recibieran una mención honorífica. Aunque la lista sólo es una muestra de los tantos líderes militares de Israel, es curioso que un soldado destacado no fuera incluido en la lista. Ese estimado líder fue entrenado por Moisés, dirigió la conquista de Canaán y estableció la paz para las Doce Tribus según las fronteras definidas por Dios. Fue el hijo de Nun. Su nombre era Josué.
Costumbre Rabínica:
Ya que puede ser importante la falta de mención de Josué, podremos preguntarnos la razón tras ello. Según la costumbre rabínica, no es tan esencial que lleguemos a la respuesta de una pregunta, sino que exploremos la pregunta en sí. El camino que se abre ante la búsqueda es lo que nos conduce al descubrimiento. Por lo tanto, como suele suceder en estudios bíblicos interpretativos, la clave para la comprensión se encuentra en el contexto inmediato. El siguiente pasaje nos dice:
“Por la fe cayeron los muros de Jericó, después de ser rodeados por siete días. Por la fe la ramera Rahab no pereció con los desobedientes, por haber recibido a los espías en paz” (Heb. 11:30-31).
Aunque Josué no fue personalmente nombrado en lo que yo denomino como la “Sala de los Fieles Guerreros,” inmediatamente pensamos en Josué cuando recordamos la manera en que los israelitas dieron vueltas a la ciudad de Jericó. Josué había aceptado su nombramiento como “Comandante de la Fuerza Expedicionaria Israelita en la Campaña de Canaán,” y tomó el lugar de Moisés en dirigir al pueblo hacia el otro lado del Río Jordán hasta la Tierra Prometida. Josué obedeció la estrategia de Dios en dar siete vueltas a la ciudad de Jericó, y finalmente vieron que los muros cayeron.
Enfocando a Rahab: 
Nuestro proceso de descubrimiento provoca otra pregunta: ¿Por qué mencionar a Rahab en vez de Josué? Es cierto que Rahab jugó un papel clave en la historia de la redención de Israel, ¿pero cómo es que una mujer de pobre reputación obtuviese una mención honorífica cuando nuestro héroe Josué fue ignorado? Los que defendemos la inspiración bíblica aseguramos que esa fue la manera en que el Espíritu Santo inspiró al autor, y nos llegó así simplemente porque así lo quería transmitir Dios. Pero todavía tenemos la pregunta de: “¿Por qué Dios lo quiso transmitir de esa manera?”
Una posibilidad es que al poner la atención sobre una mujer heroica, Dios trastornaba el elevado concepto típico de un guerrero masculino. Quizás al quitar los ojos de Josué, podemos recordar que Dios es la fuente de todo éxito del hombre. Esa respuesta es consistente con el tema de que esos hombres lo hicieron todo “por la fe.” No fue el hombre quien hizo que los muros de Jericó colapsaran. Recordemos que Josué fue quién escribió el libro. Francis Schaeaffer dijo que “los libros de Moisés fueron aceptados como normativos al momento de su muerte; y al morir Josué, otro libro fue añadido al canon, el cual representaba la autoridad para el pueblo de Dios.” Cuando Josué escribió su libro, recordó a la fiel Rahab:
“Pero Josué dejó vivir a Rahab la ramera, a la casa de su padre y todo lo que ella tenía. Ella ha habitado en medio de Israel hasta hoy, porque escondió a los mensajeros a quienes Josué había enviado a reconocer a Jericó” (Josué 6:25).
Valiente Guerrero:
La próxima clave para los curiosos en esta investigación se encuentra en los versos que siguen la lista de guerreros, describiendo lo que hicieron. La Escritura continúa diciendo:
“…quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada. Siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros” (Heb. 11:33-34).
Las propias hazañas de Josué abundan en esa descripción de lo que lograron los héroes de Israel “por la fe.” Según las actividades militares mencionadas en ese pasaje, Josué se destacó en casi todas ellas. Veamos más de cerca.
Hazañas de Josué:
Conquistó Reinos… Ningún otro líder en toda la historia de Israel se acercó a la cantidad de victorias que logró Josué en el campo de batalla. Sus conquistas dominaron a siete naciones más numerosas que la suya. El libro que lleva su nombre también narra sus conquistas sobre 31 reyes, todo por la fe:
“Estos son los reyes de la tierra a quienes los Israelitas derrotaron, y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán, hacia el oriente, desde el Valle del Arnón hasta el Monte Hermón, y todo el Arabá hacia el oriente…Estos son los reyes de la tierra que Josué y los Israelitas derrotaron al otro lado del Jordán, hacia el occidente…” (Jos. 12:1, 7).

Siendo comandante, dirigió victorias decisivas contra Amalec, los amorreos y Basán por medio de operaciones que liberaron el lado oriental del Río Jordán para establecer un asentamiento israelita. En todo eso, Josué era un hombre muy modesto.
Hizo Justicia… Según W. Phillip Keller, “la vida entera [de Josué] fue una demostración de intensa devoción a Dios. Su lealtad fue del más alto grado. Su valiente obediencia también dejó un supremo estándar para todos emular. Su fidelidad al Señor ante retos formidables nunca titubeó. Toda su carrera ardía como una llama de intrépida fe para que otros la pudieran seguir.” La justicia que hizo Josué se refleja en su singular discurso de despedida cuando terminó su carrera de servicio militar:
“Ahora pues, teman al SEÑOR y sírvanle con integridad y con fidelidad…escojan hoy a quién han de servir…Pero yo y mi casa, serviremos al SEÑOR.” (Jos. 24:14-15).
Generaciones subsiguientes han escuchado ese llamado de Josué para vivir una vida de servicio justo, y han respondido: “¡Sí, serviremos al Señor!” Todos debemos preferir el camino de la paz por encima del de la guerra, pero siempre habrá aquellos que, como Josué, tendrán que luchar para asegurar la paz para los demás, la que tanto valoramos. Como dijo el previo presidente estadounidense Teodoro Roosevelt: “Si debo escoger entre la justicia y la paz, yo escojo la justicia.”
Obtuvo Promesas… Josué fue obediente a las órdenes de Moisés y fiel a los mandamientos de Dios. Como resultado, fue bendecido para dirigir a Israel en alcanzar las promesas del pacto y el territorio establecido para ellos en la Torá (Gén. a Deut.):
“Cuando el SEÑOR tu Dios te haya introducido en la tierra donde vas a entrar para poseerla y haya echado de delante de ti a muchas naciones…siete naciones más grandes y más poderosas que tú, y cuando el SEÑOR tu Dios los haya entregado delante de ti, y los hayas derrotado, los destruirás por completo…” (Deut. 7:1-2).
La conquista prometida fue lograda a medida que las naciones paganas, una tras otra, fueron entregadas en manos de Josué. Siempre iba a requerir una estrategia de “por la fe,” ya que cada una de las siete naciones eran “más grandes y más poderosas”que Israel.
Apagó la Violencia del Fuego… Josué apagó fuego con fuego. En Hazor, al norte, el rey Jabín había formado una alianza de diez reinos, prendiendo en fuego su ira para consumir al más pequeño ejército israelita que avanzaba desde el sur. Pero Josué apagó el fuego de Jabín ante las aguas de Merom. Entonces dirigió su atención a la capital de Hazor:
“Por ese mismo tiempo Josué volvió y se apoderó de Hazor e hirió a espada a su rey…Mataron a filo de espada a todas las personas que había en ella, destruyéndolas por completo…A Hazor le prendió fuego…Sin embargo, Israel no quemó ninguna de las ciudades que estaban sobre sus colinas, con la única excepción de Hazor, la cual Josué incendió” (Jos. 11:10-13).
Es propio que nos preocupemos por la destrucción total de un pueblo, que era típica de la guerra en tiempos de Josué. Estamos acostumbrados a guerras que intentan contener el daño y la pérdida de vida, pero una guerra en esos tiempos daba por sentado que la victoria equivalía a la aniquilación del enemigo. Josué meramente los dirigía según las normas comunes de la antigua milicia. Pero también vemos la misericordia de Josué cuando limitó la destrucción sólo a la ciudad de Jabín, y no destruyó las ciudades de los reyes confederados.
Siendo débil, se hizo fuerte… Tendemos a pensar que Josué era naturalmente fuerte y valiente. Si así lo fuera, ¿entonces por qué el Señor le tuvo que exhortar tantas veces? 
 “Sé fuerte y valiente…solamente sé fuerte y muy valiente… ¿No te lo he ordenado Yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el SEÑOR tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (Jos. 1:6-7, 9).
El posterior juez Gedeón se percibía a sí mismo como débil e incapaz, pero Dios se dirigió a él como “valiente guerrero” (Jue. 6:12). De la misma manera, Dios impartió valentía a Josué en la víspera de su cruce del Río Jordán, el inicio de una operación militar de gran envergadura que fue atrasada por 40 años debido a la incredulidad de los israelitas. Josué había comenzado su carrera militar como teniente bajo el mando de Moisés. Ya había dirigido a los israelitas en múltiples victorias, pero aquí vemos que estaba en necesidad de una victoria personal sobre el temor. Dios impartió palabras de valentía a ese frágil vaso humano que tenía suficiente humildad como para recibirlas.
Se hizo Poderoso en la Guerra… El record profesional de Josué en la Biblia es tan limpio que uno pudiese pensar que lo malo fue editado. Pero uno debe recordar que la Biblia nunca ignora lo malo de nadie. Es brutalmente honesto respecto a los fracasos de los líderes, junto con sus éxitos. Por eso es importante cuando vemos a Josué con su rostro en tierra luego de la vergonzosa derrota en Ai:
“Y Josué dijo: ‘¡Ah, Señor DIOS! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos después en manos de los Amorreos y destruirnos? ¡Ojalá nos hubiéramos propuesto habitar al otro lado del Jordán!’” (Jos. 7:7).
Josué tenía las mismas dudas que el pueblo, ¡acusando a Dios de haberlos llevado hasta allí sólo para entregarlos en manos de sus enemigos! Pero este fiel soldado-líder enfrentó el regaño de Dios y recibió nuevas órdenes de batalla. Entonces llamó a Israel para que se arrepienta, y dirigió su ejército a la victoria. El resultado de la segunda batalla en Ai es asombroso en su detalle estratégico. Ninguna otra batalla en la Biblia recibe tanta información sobre los movimientos operacionales como esta. Enfatiza cómo Josué se hizo valiente y poderoso en batalla luego de sobreponerse a su temor y su fracaso.
Puso en Fuga a Ejércitos Extranjeros… Tengo el privilegio de dirigir unos tours de estudio sobre los campos de batalla en Israel. Los participantes del tour esperan ansiosamente encontrar al Josué histórico cerca de Jericó y en las planicies del Jordán hacia el este, pero a menudo son sorprendidos cuando descubren que peleó en el Néguev al sur y en el Sefelá al oeste y centro, hasta llegar al Monte Hermón en el norte. 
 “Hirió, pues, Josué toda la tierra: la región montañosa, el Néguev (región del sur), las tierras bajas (la Sefelá) y las laderas…A todos estos reyes y sus territorios los capturó Josué de una vez, porque el SEÑOR, Dios de Israel, combatía por Israel” (Jos. 10:40, 42).
A medida que los ejércitos extranjeros se enfrentaban con los israelitas, vieron en acción al Dios de Josué por medio de grandes granizos que caían del cielo y el sol deteniéndose sobre el Valle de Ayalón. Casi se desmayaban ante las espadas del ejército de Dios, y retrocedían en terror ante el Señor del Cielo y de la Tierra, quien acompañaba a Josué en la batalla. Parece que Josué, siendo también autor, quería que las hazañas de Dios fuesen recordadas más que sus propias hazañas.
El Primer Ministro Ben Nun:
El Dios de Israel, trabajando a través de Su siervo fiel, llevó a Su pueblo por un tiempo de guerras incesantes hasta llegar a un momento de reposo muy necesitado:
“Tomó, pues, Josué toda la tierra de acuerdo con todo lo que el SEÑOR había dicho a Moisés. Y Josué la dio por heredad a Israel conforme a sus divisiones por sus tribus. Entonces la tierra descansó de la guerra” (Jos. 11:23).
Fíjese que Josué “tomó” la tierra e inmediatamente la “dio.” A lo largo de la historia, hemos visto que el poder militar combinado con el poder político es una poderosa receta para la corrupción. El poder ciertamente corrompe, pero este hombre de fe nunca le dio lugar a la corrupción porque se mantuvo fiel a Dios. Fácilmente pudo haberse declarado rey de Israel, pero Josué se vio a sí mismo sólo como pastor del pueblo para dirigirlos a pastos seguros.
Podríamos decir que en su capacidad nacional-política, ¡Josué asumió un papel de servidor público semejante al de un primer ministro del original Estado de Israel! Con su primera orden ejecutiva, el Primer Ministro Ben Nun reprendió a sus líderes tribales por ser lentos en tomar posesión de sus porciones de tierra. No procuró para sí ningún territorio conquistado, asegurando que su pueblo recibiese su herencia primero.
¿Qué Hay en un Nombre?
Una rama de Puentes para la Paz se llama Zealous8:2 (o Celo8:2), que consiste en fortalecer la fe de jóvenes adultos durante su búsqueda de Dios y Su reino en bien de Israel según Zacarías 8:2. Un joven adulto bíblico que modela la justicia a nuestros modernos apasionados creyentes es este mismo discípulo de Moisés: Josué.
“…Cuando Moisés regresaba al campamento, su joven ayudante Josué, hijo de Nun, no se apartaba de la tienda” (Éx. 33:11). 
Este “joven ayudante” apasionadamente buscaba a Dios bajo la tutela de Moisés y no se apartaba del Tabernáculo, donde habitaba la gloria de Dios. Debido a su disposición en ser disciplinado según el corazón de Dios, se destacó temprano en su juventud y fue comisionado para el liderato. Su primera prueba de mando surgió durante una batalla con los amalecitas en el desierto. Con la ayuda de los brazos levantados de Moisés, Josué prevaleció. Cuando la batalla disipó, el Señor hizo un anuncio sorprendente:
“Escribe esto en un libro para que sirva de memorial, y haz saber a Josué…”(Éx. 17:14).
¡El Señor Dios del Universo tenía a este joven líder en mente! Como un buen oficial de alto rango que ama a sus soldados, Dios estaba cuidando a Su siervo Josué. Dios conocía el nombre de Josué y su potencial desde el principio de su carrera.
Considere lo siguiente: Dios conocía el nombre de Josué, y no era cualquier nombre. En nuestros idiomas modernos, a veces no reconocemos el significado de un nombre bíblico. En hebreo, Josué es Yehoshua o Yoshua, que significa: “YHVH [el nombre impronunciable de Dios] es Salvación.” Ese nombre debe sonar familiar a los cristianos que están conscientes de sus raíces hebraicas. Ciertamente, Jesús de Nazaret se llamaba Yoshua o Yeshúa. Según establece Bruce Schein, los cristianos comprendemos que el posterior “Yoshua-Yeshúa” fue la pura encarnación del significado “YHVH es Salvación.” Al comparar las cosas antiguas con la vida y el ministerio del Nazareno, la teología cristiana percibe a Josué como precursor y tipo de Jesús/Yeshúa.
Una Lista Distinta:
Josué no fue nombrado en la lista de los guerreros fieles de Hebreos 11, pero no faltó en una lista anterior de los hombres fieles de Moisés. El gran general había seleccionado personalmente a varios jóvenes para ser oficiales, formando una patrulla especial con la misión de reconocer la tierra de Canaán: 
 “Y Moisés los envió desde el desierto de Parán, al mandato del SEÑOR; todos aquellos hombres eran jefes de los Israelitas. Y éstos eran sus nombres: …de la tribu de Efraín, Oseas, hijo de Nun…” (Núm. 13:3-8).
¿Oseas, hijo de Nun? ¿Qué pasó con Josué? La forma hebrea allí es Hoshía, y eso evidencia que se encontraba en la lista bajo su nombre de nacimiento, que significa “salvación.” Luego de sus éxitos militares y su fidelidad a las promesas de Dios, Hoshía recibió por Moisés una promoción y un cambio de nombre, desde meramente “Salvación” a “YHVH es Salvación” (Núm. 13:16). El joven fue elevado en nombre y rango, y salió a conquistar la Tierra Prometida.
Los cristianos esperamos el día cuando el homónimo de Josué (Jesús/Yeshúa) complete la suprema conquista de esa misma tierra del pacto. Creemos que vino una vez para establecer Su reino espiritual en la misma tierra santa que Josué previamente había asegurado, y que vendrá nuevamente como poderoso guerrero para derrotar al último de los enemigos de Israel.
Un Pensamiento Final:
Al principio nos preguntábamos por qué Josué no fue mencionado en la lista de héroes de Hebreos 11, y hemos explorado algunas posibles respuestas. Podemos agradecer que los antiguos rabinos nos enseñaron a meditar en las palabras que aparecen en el texto. También nos enseñaron a considerar por qué algunas palabras han sido obviadas. La búsqueda de respuestas es un proceso de descubrimiento, a medida que el investigador se acerca al corazón de Dios, quien es Soberano sobre todo lo que es…y lo que no es.
Aunque no tenemos una respuesta definitiva a la pregunta sobre el silencio respecto a Josué en Hebreos 11, yo sugiero un pensamiento final luego de la investigación realizada desde una perspectiva bíblica cristiana: el Espíritu Santo, quien inspiró a Josué en las batallas, es el mismo Espíritu Santo que inspiró al autor de los Hebreos. Quizás el Espíritu intencionalmente obvió a Josué de la lista de los héroes con la precaución de exaltar solamente a un Josué en el libro: a Jesús (Yeshúa-Josué). ¡Dado el carácter humilde del fiel guerrero Josué Ben Nun, dudo que le hubiese molestado que otro Josué se llevara la gloria!
(El Dr. Bill Adams es graduado de la Academia Militar West Point de Estados Unidos en 1981, y sirvió durante una década como oficial de Artillería en el ejército de EE.UU., retirándose en 2001 con el rango de Mayor en la Reserva del Ejército de EE.UU.) 

Traducido por Teri S. Riddering,
Coordinadora Centro de Recursos Hispanos

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