Contabilizar el Costo de una Carrera
Un
artículo de negocios del Times de Los Ángeles me hizo realizar
una investigación sobre el nuevo CEO de una gran compañía aérea. Al cabo de
seis semanas de asumir esta posición, el alto ejecutivo fue hospitalizado tras
sufrir un ataque al corazón. Meses más tarde, durante una ausencia, recibió un
trasplante de corazón. El artículo indicó que poco después de su cirugía de
trasplante, este CEO había decidido volver a trabajar a tiempo completo con las
arduas horas de largo y extensos viajes necesarios para mantener luchando a la
aerolínea.
Al
menos superficialmente, y de acuerdo con el artículo, la meta para él parecía
ser un paquete de compensaciones muy grande que recibiría si él completaba seis
meses consecutivos sin permisos de ausencia. A medida que leía el artículo, me
preguntaban si ¿habría considerado realmente el costo de ganar una recompensa
económica tan considerable, poniendo en riesgo su salud y su recuperación de
una cirugía invasiva muy grave?
Sin
embargo, no es necesario pasar por un trasplante de órganos para reconocer el
impacto que nuestras prioridades de trabajo pueden tener en nuestra vida y la
vida de las personas más cercanas a nosotros. Me imagino que el CEI de la
aerolínea no devolvería el dinero. Probablemente también le gustaba el reto de
dirigir una organización y estaba dispuesto a tomar el riesgo calculado de la
potencial insuficiencia cardíaca e incluso la muerte. Otro artículo sugiere una
alta demanda al ejecutivo de la aerolínea para que vuelva al trabajo a tan sólo
dos meses después de su trasplante de corazón, lo que podría ser considerado un
"acto sin corazón."
Tal
vez usted pueda sentirse relacionado con el dilema de este ejecutivo. Estoy
seguro que sí. El trabajo es a menudo muy exigente y realmente cobrar una cuota
en una vida, incluso para aquellos que disfrutan de buena salud.
Consideremos
lo que la Biblia dice acerca de los costos asociados con nuestras decisiones de
vida. En declaraciones a algunos de sus seguidores, Jesús le daba una
analogía:. "Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una
torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si
tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede
terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán:
Éste hombre ya no pudo terminar lo que comenzó a construir.' "O
supongamos que un rey está a punto de ir a la guerra contra otro rey.
¿Acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil hombres puede
enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? Si no puede,
enviará una delegación mientras el otro está todavía lejos, para pedir
condiciones de paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que
no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo." (Lucas
14: 28-33).
En
otra parte Jesús hizo una declaración definitiva acerca de las prioridades, diciendo: "Nadie
puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al
otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede
servir a la vez a Dios y a las riquezas." (Mateo 6:24).
Hace
más de 20 años consideré los costos y decidí que era hora de dejar que Dios
tomase el control de mi vida. Esto significaba ya no sería un esclavo de mi
negocio; había llegado a comprender que mi relación con Dios debía ser mi
prioridad. Hoy en día, el trabajo sigue siendo importante para pagar las cuentas
y mantener a mis seres queridos, pero también he aprendido a poner mi familia y
a los demás antes que el trabajo. La providencia de Dios me sigue asombrando,
cubriendo todas nuestras necesidades, simplemente al confiar en Él. Como un
"cliente satisfecho" recomiendo encarecidamente que considere también
el costo al enfrentar las decisiones difíciles de la vida.
Por
Jim Langley- ©
MANÁ DEL LUNES es
una edición semanal de CBMC INTERNATIONAL, una organización evangélica sin
objetivos de ganancia, ni filiación denominacional, fundada en 1930.
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