BENEFICIOS DE LA MENTORÍA
Profeta, Pastor,
Mentor: "Entonces Moisés llamó a Josué y le dijo
en presencia de todo Israel: 'Sé firme y valiente, porque tú entrarás con este pueblo en la tierra que
el SEÑOR ha jurado a sus padres que les daría, y se la darás en heredad. El
SEÑOR irá delante de ti; El estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no
temas ni te acobardes'" (Deut.
31:7-8).
El joven se
encontraba a orillas del valle de Moab, incrédulo mientras escuchaba con temor
y temblor el discurso que sería la doxología final de Moisés. Desde ese día en
adelante, tendría que continuar sin él. Sería Josué, no Moisés, quien llevaría
a los israelitas hasta la Tierra Prometida. ¿Sería capaz de dirigir a ese
pueblo, derrotar los ejércitos y finalmente establecerlos en la Tierra que Dios
les había prometido? ¡Sí, lo era! ¿Cuántas veces había tenido el privilegio de
recibir de Moisés la revelación que justamente necesitaba? ¿Cuán a menudo se había
quedado asombrado mientras Moisés reflejaba sabiduría divina en su trato con el
pueblo y bajo circunstancias muy difíciles? ¿Cuántas millas había recorrido al
lado de Moisés, observando cada movimiento, aprendiendo de cada palabra? Finalmente,
lleno del espíritu de sabiduría, y recordando la mentoría íntima que recibió de
Moisés, Josué podría seguir adelante. Estaba listo.
Maestro, Pastor, Padre: El anciano rabino y apóstol se
encontraba sentado en la penumbra de su prisión y escribía lo que sería la
última carta de su vida. A lo largo de sus muchos años de ministerio, las
cartas de Pablo habían impartido instrucción, corrección y edificación. Cada
una fue escrita con profundo amor paternal. Ya aprisionado en Roma y
enfrentando una muerte segura, comenzó escribiendo: "Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la
promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo…" (2 Tim. 1:1-2a).
Muchos eran
los pensamientos que inundaban su mente: "¿Las iglesias podrán
continuar sin él? ¿Cómo crecerán en número? ¿Cómo crecerán en el Espíritu?
¿Podrán sobrevivir la intensa persecución?" Luego se sintió fortalecido
por una repentina paz mientras pensaba en el joven a quien le dirigía su carta final:
Timoteo, su discípulo y verdadero hijo en la fe.
Recientemente
me he encontrado en conversaciones de distintos temas que conducen al asunto de
la mentoría. Aunque la discusión se puede
tratar de finanzas, el matrimonio o una profesión, veo el urgente deseo en la
juventud de recibir algún consejo sabio por parte de generaciones anteriores.
De hecho,
un estudio realizado en 2013 demostró que el 45% de la juventud no-cristiana
identificaba la oportunidad de recibir consejo por parte de personas de una previa
generación como muy importante, mientras que el 68% entre la juventud cristiana
identificaba esa oportunidad como muy importante. A través de dicho estudio
podemos ver que, sean cristianos o no, los jóvenes reconocen la importancia y
el deseo de recibir mentoría.
Aún más grande que el deseo de recibir mentoría
es la necesidad
de recibir mentoría.
Otro
estudio realizado por Thom y Jess Rainer en su libro The Millenials: Connecting to America’s Largest Generation [Generación
Milenial: Conectándonos con la Más Grande Generación], halló que los miembros
de la actual generación joven-adulta tienen la tendencia de poseer un sistema
de fe sincretista. Eso significa que toman una porción de fe de varias
religiones o filosofías, y las mezclan para formar su propio sistema teológico.
Esa tendencia también se encuentra entre los que se consideran "evangélicos" o
"nacidos de nuevo." Como resultado, tenemos una generación de jóvenes
cuya religión es menos fundamentada en la Biblia que cualquiera otra anterior.
Muchos de los jóvenes-adultos hoy día creen que uno no
puede saber lo que sucederá después de la muerte, están a favor de matrimonios
del mismo sexo, creen en vivir juntos antes del matrimonio (65%) y se ríen de un
inicio reciente del globo terráqueo. Una encuesta por Pew Research conducido en 2015 evidenció que el 46% de la
generación milenial (nacidos entre 1979 y 2000) provienen de hogares rotos. Eso
significa que casi la mitad de la juventud en nuestras iglesias y comunidades
se ha criado sin una madre o un padre en el hogar. Eso puede implicar que dicha
generación tiene un vacío que muchos en las generaciones mayores pudiesen
llenar.
Fuimos
creados para tener relación unos con otros. Cuando Dios creó al hombre y lo
puso en el jardín, vio que no era bueno que el hombre estuviese solo, y creó a
Eva como su ayuda idónea (Gén. 2:18). Dios ordenó a Adán y Eva que fuesen fecundos
y se multiplicasen (Gén. 1:28).
Dios estableció que la manera principal de
aprender y preservar
Sus mandamientos es por medio de relaciones de
mentoría.
Vemos el énfasis en relaciones cercanas a lo
largo de la Palabra de Dios: en el Tanaj
(Génesis-Malaquías), en las enseñanzas de Jesús y en los Escritos de los
Apóstoles (Nuevo Testamento). Por ejemplo:
"Más valen dos
que uno solo, pues tienen mejor pago por su trabajo. Porque si uno de ellos
cae, el otro levantará a su compañero; pero ¡ay del que cae cuando no hay otro
que lo levante!"
(Ecl. 4:9-10).
"El hierro con
hierro se afila, y un hombre aguza a otro" (Prov. 27:17).
"'Y amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza.' El
segundo es éste: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo.' No hay otro mandamiento
mayor que éstos"
(Mar. 12:30-31).
"En cuanto a ustedes, hermanos míos, yo
mismo estoy también convencido de que ustedes están llenos de bondad, llenos de
todo conocimiento y capaces también de amonestarse los unos a los otros" (Rom. 15:14).
"Consideremos cómo estimularnos unos a
otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos
tienen por costumbre, sino exhortándonos unos
a otros, y mucho más al ver que el día se acerca" (Heb. 10:24-25).
"Lo que también han aprendido y recibido y
oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes" (Filip. 4:9).
Aunque el
término "mentor" nunca se usa en la Biblia, vemos
muchos ejemplos que implican que la mentoría es parte de su perspectiva espiritual.
El concepto de mentoría es por lo menos tan antiguo como el Shemá en Deuteronomio 6:4. Allí, Dios
proveyó una fórmula bíblica de mentoría familiar para asegurar que la fe en el
único y verdadero Dios viviente pase de generación a generación.
"Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro
Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu
corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando
te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando
te levantes. Las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus
ojos. Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas" (Deut. 6:4-9).
Mientras
continuamos estudiando las Escrituras, vemos muchas situaciones de mentoría,
relación ordenada por Dios para producir crecimiento y la transferencia de
sabiduría y experiencia a futuras generaciones.
Veamos
algunas de esas ilustraciones:
- En Éxodo 18, Jetro, el suegro de Moisés,
actuó como mentor luego de observar cómo intentaba resolver todas las
disputas de los israelitas por sí solo.
- Desde el principio de la jornada en el
desierto, Moisés comenzó a ofrecer mentoría a Josué (Deut. 31 y 34). Años
después, Dios escogió a Josué para ser el próximo líder para los
israelitas porque tenía el mismo espíritu de Moisés y había sido preparado
para la posición de liderato.
- En 1 Reyes 19 y 2 Reyes 2, Eliseo estaba
preparado para su ministerio profético debido a su cercana relación con el
profeta Elías. Cuando Elías fue llevado al cielo, su manto recayó sobre
Eliseo, quien recibió una doble porción del espíritu de su mentor.
- El libro de Lucas, en los Escritos de los
Apóstoles, nos dice que Elisabet, madre de Juan el Bautista, dio mentoría
a María luego de conocer que ella sería la madre de Jesús. Elisabet, llena
del Espíritu Santo, afirmó la obra de Dios en la vida de María.
- Bernabé fue mentor de Pablo (Hechos 4, 9 y
11). El apóstol Pablo llegó a ser un gran líder espiritual, y escribió 14
libros de los Escritos de los Apóstoles.
- En Hechos 16, Filipenses 2, además de 1 y
2 Timoteo, leemos que Pablo fue mentor de Timoteo, y describió al joven
como de un mismo pensamiento en su compromiso de servir a Dios. Su
relación con Timoteo era muy profunda, como de padre a hijo.
Vemos otra
importante ilustración bíblica de mentoría en la relación entre Rut y su
suegra, Noemí. Rut tenía una relación tan cercana con Noemí que por ninguna
razón la quiso dejar (Rut 1:16). Como resultado, Noemí ayudó a Rut para que
comprendiese las leyes y costumbres de los israelitas. Juntas, iniciaron una
jornada de discipulado y destino; de mentoría espiritual maternal y devoción
espiritual filial; de sanidad emocional que transformaría para siempre sus
vidas.
¿Será posible
que el apóstol Pablo pensara en esas dos mujeres cuando instruyó a su ayudante
de confianza, Tito, sobre cómo atender a la necesidad de varios grupos en su
iglesia (Tito 2)? En Tito 2:3-5, Pablo claramente dijo que las ancianas deben vivir
vidas santas para que puedan enseñar a las mujeres más jóvenes. Específicamente,
que las mujeres de mayor edad instruyan
a las jóvenes en sus relaciones (que
amen a sus maridos e hijos), en sus cualidades
personales (que sean prudentes,
puras y amables) y en áreas prácticas
(que sean hacendosas en el hogar y sujetas a sus maridos).
Hablando
con los hombres más jóvenes en la
Iglesia, dijo: "Asimismo,
exhorta a los jóvenes a que sean prudentes.
Muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras, con pureza de doctrina,
con dignidad, con palabra sana e irreprochable, a fin de que el adversario se avergüence al
no tener nada malo que decir de nosotros" (Tito 2:6-8, énfasis añadido).
¿Cómo es una Relación de Mentoría?
1. Un mentor modela una vida deseable de
imitar.
Nadie es
perfecto, y nadie debe esperar la perfección de otro. Sin embargo, lo que
produce una relación de mentoría es cuando una persona ve en otra algo que les
hace declarar: "¡Yo deseo lo que tiene esa persona!" Vemos
evidencia de ello en la relación de Noemí con su nuera Rut. Rut pudo admirar la
rectitud de Noemí, y cuando Noemí trató de enviar a Rut y Orfa de regreso a sus
hogares, Rut no la quiso dejar. Se aferró a Noemí y le rogó: "No insistas en que te deje o que deje de seguirte; porque adonde
tú vayas, yo iré, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios" (Rut 1:16).
2. Un mentor no rechaza a nadie por sus
diferencias.
En la
historia de Rut y Noemí, vemos cómo dos mujeres de distintos lugares,
trasfondos y religiones se unieron y forjaron un pacto entre sí y con Dios. No
fueron unidas por razones de sangre, género, raza, religión ni cultura. Noemí
dio mentoría a la joven desde una religión y cultura totalmente diferente.
Tendrían muy poco en común, y Noemí probablemente se identificaría con muy poco
en la vida de Rut. Pero Noemí se dio a la tarea de vivir el resto de sus días
en una relación de mentoría con Rut.
3. Un mentor transmite su pasión por cosas que
le apasionan.
Noemí transmitió
a Rut su pasión hacia Dios. Moisés transmitió a Josué su pasión por el pueblo
de Israel y su deseo de llegar a la Tierra Prometida. Pablo instiló en Timoteo
su pasión por las iglesias y la obra del ministerio. ¿Qué le apasiona a usted?
4. Un mentor provee y fomenta oportunidades
para que su discípulo crezca.
Existe un
antiguo dicho, refiriéndose al arte de la mentoría: "Dime y lo
olvidaré. Demuéstrame y lo recordaré. Actívame y lo comprenderé." Los
mentores efectivos no tienen todas las respuestas. Pero ellos caminan con sus
discípulos por el proceso de descubrir todas las bendiciones y los beneficios
de escuchar y obedecer a Dios.
5. Un mentor ora por su discípulo.
Un mentor
no sólo modela una vida santa, sino que también ora por la persona a quien
sirve en mentoría. Allí es donde las batallas espirituales se ganan o se
pierden. Pablo inició muchas de sus cartas con comentarios de que había estado
orando por los creyentes a quienes enseñaba (Fil. 1:3-6; 1 Tes. 1:2-3, 3:10-13;
etc.). Debemos orar para que Dios nos dé una persona a quien podamos servir
como mentor, además de orar por esa persona durante el proceso.
6. Un mentor enseña a su discípulo para que
enseñe a otro.
Uno de los gozos
más grandes de un mentor espiritual es ver que su discípulo también sirva como
mentor a otras vidas. Pablo dijo a su discípulo Timoteo que las cosas que él
había aprendido en su relación de mentoría las debería enseñar a otros. Pero el
proceso no se detiene allí. Pablo dijo a Timoteo que debe enseñar a sus propios
discípulos para que estos, a su vez, también sean mentores (2 Tim. 2:2).
7. Mentoría y la "Ley de Multiplicación"
El
resultado concluyente de relaciones de mentoría debe ser más relaciones de
mentoría. Vemos esa ley de multiplicación en función desde el mismo principio
del mundo. Luego de terminar de hacer la corona de la creación, al hombre y a
la mujer, Dios les dijo: "Sean
fecundos y multiplíquense…" (Gén. 1:28). Vemos ese mandato por toda la
Escritura. Luego del diluvio en Génesis 9:1, Dios bendijo a Noé y a su familia,
y les dijo que fuesen fecundos y se multiplicasen. Jacob recibió el mismo
mandato dos veces: una vez cuando su padre Isaac lo envió a buscar una esposa
(Gén. 28:3), y por segunda vez cuando Dios le cambió el nombre a Israel: "Sé fecundo y multiplícate"
(Gén. 35:11).
Siempre que había un "nuevo comienzo" en la
historia bíblica, Dios ordenó al pueblo que fuese fecundo y se multiplicara.
Cuando llegamos a la vida y el ministerio de Jesús, vemos una vida libre de pecado,
el cumplimiento de toda profecía bíblica, el cumplimiento pleno de la Ley, además
de Su muerte, entierro y resurrección. ¿Qué mandó a hacer antes de que
ascendiera al cielo? Continuó el tema de la multiplicación. Las palabras son
diferentes, pero el mensaje es el mismo:
"Toda autoridad Me ha sido dada en el
cielo y en la tierra. Vayan, pues, y
hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les
he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del
mundo" (Mateo
28:18-20, con énfasis añadido).
Aquí vemos
el mandato de que fuesen fructíferos y se multiplicasen más allá de la unidad
familiar, llegando hasta los extremos de la tierra, y finalmente alcanzándome a
mí y a usted.
El Reto
Hace varios
años me hablaron del Reto 20/20.
Esta es la manera en que funciona: identifique a una persona (preferiblemente
de su propio sexo) que tenga como 20 años más
usted, y planifique pasar algún tiempo con él o ella. Pregúntele sobre la
lección más grande que haya aprendido en su vida. ¿Qué buenos hábitos le
ayudaron a fortalecer su camino en el Señor? Aprenda intencionalmente de esa
persona. A la misma vez, usted puede conocer a una persona que tenga 20 años menos que usted, con quien usted pueda
pasar algún tiempo de calidad. Enséñele a esa persona la principal lección que usted ha aprendido en su vida. ¿Dónde vio
éxito? ¿Dónde fracasó? ¿Qué le apasiona? Páselo
para adelante.
Cuando
usted se encuentre con su mentor, pregúntele: "Si usted
tuviera mi edad, ¿qué le hubiera gustado saber? Cuando usted sea el mentor, comparta lo que a usted le hubiera gustado
saber a su edad.
Usted está
Cualificado
Hoy tuve mi última sesión con una jovencita a quien he
estado dando mentoría por los pasados 10 meses. Nos habíamos reunido cada
semana por una hora. Discutimos cosas de la vida, la familia y el trabajo. Durante
los últimos meses, ella me dio un leve vistazo de quién es y porqué es como es.
Vi que es una luchadora, y comprendo por qué es una luchadora. Conozco sus
esperanzas y ansiedades respecto al futuro. Reconozco, quizás mejor que ella,
que su futuro está lleno de cosas grandes. A cambio de su vulnerabilidad, yo le ofrecí la mía. La aconsejé desde mi propia
experiencia, y fui transparente para compartir mis debilidades con ella.
Hoy cuando me encontré sentada ante una mesa, vi a una
joven cuyo trasfondo es completamente opuesto al mío. La lógica me decía que no
tenía nada que ofrecerle, que nunca podríamos relacionarnos, mucho menos tener
una amistad cercana. Pero sentí que Dios había ordenado nuestra amistad. Él sabe
que me dará las palabras apropiadas al momento apropiado. Él sabe que yo
escucharé cuando sea el momento de escuchar, orar cuando sea el momento de orar
y llorar cuando sea el momento de llorar. Es así de sencillo. Y Dios sabe que
necesito que ella me enseñe un grado más profundo de compasión y amor.
Debemos recordar que Dios nos ha llamado con un gran propósito, y parte de ese
propósito, aunque nos sintamos cualificados o no, es de ser fructíferos y de
multiplicarnos.
Por Rebecca
Verbete,
Coordinadora
de Jóvenes-Adultos "Zealous8:2"
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