¿Su Dolor Indica un Cambio Necesario?

Hace años, el Dr. Paul Brand junto con Philip Yancey escribieron un libro llamado El Dolor: El Regalo Que Nadie Quiere. Si hubo alguna vez un libro más apropiadamente titulado, es este. Porque ¿quién de nosotros quiere experimentar dolor? ¿Quién lo busca? Y, sin embargo, el dolor es una parte tan importante de la vida real como el sol y los pájaros volando.
Para mí, entre de las formas más comunes de dolor recurrente han sido los dolores de cabeza. No molestias leves, sino los que a veces me han dejado incapacitado para participar en las actividades más comunes.
Hace casi un año y durante un mes, tuve que tomar siete píldoras para el dolor de cabeza, y a la mitad del siguiente mes ya había tomado seis más. Después leí un artículo en el Wall Street Journal titulado "Tú eres lo que no comes." Después de leerlo, me di cuenta de que tal vez yo era un colaborador de mi propio dolor.
Desde entonces he evitado comer trigo (pan y productos con gluten), productos lácteos (leche, queso, helados, etc.),  huevos, azúcar,  soya, cacahuetes (y me encanta la mantequilla de maní extra-gruesa; probablemente esa sea una de las razones por las que mi cuerpo siempre ha sido algo “extra pesado"), o las papas blancas. Simultáneamente  - y no creo que fuera una coincidencia - ya no tengo que tomar píldoras contra el dolor de cabeza después de haber comenzado esta disciplina dietética; He perdido algo de peso, y empecé a sentirme mejor física y mentalmente.
Como alguien sabiamente dijo, Dios mal utiliza el dolor. Y como vi después, mi dolor de cabeza, finalmente me llevó a tomar en serio lo que comía, a perder algo de peso, ser más conscientes de la buena nutrición, y a mejorar mi total bienestar físico. Como señalaron Brand y Yancey en su libro, a pesar de todos nuestros esfuerzos por evitar el dolor, hay ocasiones en las que nos ofrece grandes beneficios.
Reflexionando en esto, me di cuenta de que hay muchos otros casos en los que experimentar dolor puede estar indicándonos la necesidad de hacer cambios. Por ejemplo, las deudas y las presiones por pagar las facturas pueden causarnos mucho estrés, pero el dolor nos puede estar diciendo que es hora de ser más responsables financieramente.
A veces, nuestros trabajos y profesiones nos provocar dolores en nuestras vidas. Esto puede indicar la necesidad de cambiar de trabajo, sobre todo si nos encontramos atrapados en una posición que no nos gusta o que ofrece pocas o nulas posibilidades de ascenso. Pero nuestro "dolor" también podría ser que revele la necesidad de un mayor compromiso con nuestro trabajo, o de buscar más educación o capacitación para hacer el trabajo de una manera más productiva y gratificante.
Al experimentar relaciones dolorosas - con nuestro cónyuge, hijos, compañeros de trabajo o con amigos - esto podría estar mostrándonos la necesidad de cambiar nuestras actitudes, teniendo que ser menos egoístas, entregando más de nosotros mismos, y siendo más considerado con los intereses ajenos. Probablemente no necesitemos romper esas relaciones, sino tenemos que hacer algunos cambios en nosotros mismos para que sean mejores.
Déjame preguntarte: ¿Hay algo de dolor en su vida que Dios puede estar usando para hacer que usted considere el cambio? Después de todo, las Escrituras nos dicen, "Así que nos regocijamos en… nuestros sufrimientos,  porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia,  entereza de carácter;  la entereza de carácter,  esperanza (Romanos 5: 3). Santiago 1: 2-3 añade:"Considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia.”
Puede parecer difícil "regocijarse" en momentos de dolor, pero a menudo una retrospectiva muestra cuánto lo necesitábamos.

Texto de autoria de Ken Korkow, que vive en Omaha, Nebraska, U.S.A., donde sirve como director regional de la CBMC. Adaptado de la columna “Fax of Life”, que él escribe semanalmente. Traducción de Luis Cerviño.

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