Dar gracias a Dios

El privilegio del creyente en todas las circunstancias es dar gracias a Dios por todo lo que nos da (Romanos 14:6).

–Su primer motivo para dar gracias es el haber sido salvo por gracia, por medio de la fe. Cada uno de nosotros puede dar gracias a Dios porque cuando éramos esclavos del pecado, obedecimos de corazón (Romanos 6:17). La fe obedece, cree en Dios, quien justifica al impío, el cual se complacía en desobedecer la voluntad de Dios.

–El creyente es liberado del pecado y de la muerte: “Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).

–El cristiano ama y sigue a Cristo, su Señor. Le sirve y pelea “la buena batalla de la fe” (1 Timoteo 6:12), pero no con armas, sino apoyándose en la Palabra de Dios. Da gracias por las victorias a veces difíciles que Dios le da: “A Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Corintios 2:14).

–¿Quién puede producir ese celo por el Señor y esa abnegación para hacer el bien, sino Dios mismo? Este es un nuevo tema de agradecimiento: “Gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros” (2 Corintios 8:16). ¡Demos gracias a Dios por la energía, la prontitud que da a los suyos para servirle!

–Pero lo que está por encima de toda acción de gracias es el don supremo del Hijo único de Dios, el Salvador del mundo: ¡“Gracias a Dios por su don inefable”!

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18

¡Gracias a Dios por su don inefable!  2 Corintios 9:15

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