ANTIGUO LLAMADO A UNA NUEVA GENERACIÓN
Yo tenía cuatro años cuando mis pies pisaron por
primera vez la madera pulida de un salón de clase dominical en una iglesia
evangélica. De allí en adelante, mi vida fue cultivada en un ambiente donde el
antiguo texto, la Biblia, era algo fundamental. Debido a esa crianza, aprendí
de memoria cientos, y quizás miles, de versos bíblicos. Sin embargo, no fue
hasta que llegué a mi tercera década que comprendí que Dios todavía tiene un
plan y propósito para Israel y el pueblo judío.
Olvidando a Recordar:
A medida que leemos las Escrituras, podemos ver
claramente que Dios habla directamente a Israel, o en torno a Israel, diciendo
que realizará un plan para el resto del mundo por medio de dicho pueblo. ¿Por
qué será que mi generación de cristianos, al igual que muchos otros antes de mí
y posiblemente después de mí, no han podido ver la conexión fundamental entre
Israel y los judíos con el cristianismo?
Creo que la respuesta a esa pregunta se puede ver
fácilmente en el siguiente pasaje de Deuteronomio:
"Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el
SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu
corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando
te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando
te levantes. Las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre
tus ojos. Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas"
(Deut. 6:4-9).
El primer verso de ese pasaje resume la esencia
monoteísta del judaísmo. La unicidad de Dios, ejad en hebreo, es una de
las muchas cosas que compartimos el cristianismo con el judaísmo. Pero según mi
experiencia en la Iglesia, y por muchas generaciones, un gran número de
cristianos ha hecho caso omiso de los mandamientos de Dios en Deuteronomio
6:7-9. El mandato en la Tanaj (Génesis a Malaquías) de enseñar los
mandamientos de Dios a nuestros hijos fue enteramente ignorado o parcialmente
diluido con una enseñanza abstracta o espiritualizada diciendo que esas
instrucciones antiguas ya no tienen validez en la vida moderna.
En julio de 2009, me sorprendió saber que Yeshúa
(Jesús) y Sus discípulos todos eran judíos, y que vivían vidas de acuerdo con
la Torá. Guardaban las leyes de kosher (reglas dietéticas),
celebraban todas las Fiestas del Señor y honraban el shabat. Me
sorprendió aún más el saber que Yeshúa no alegó fundar una nueva
religión, y por muchos años Sus seguidores eran vistos como una rama dentro del
judaísmo. Más adelante, los apóstoles comenzaron a definir la teología
fundamental del naciente cristianismo. Hoy día, muchos cristianos consideran
que los primeros dos tercios de la Biblia son "Escrituras Judías" y
las ven como irrelevantes para los creyentes modernos. Pero si las vemos
(correctamente) como instrucciones inspiradas por Dios para nuestras vidas, así
como hacía la iglesia primitiva, ¿cómo nos hemos alejado tanto de nuestro
fundamento?
En el año 70 d.C., ocurrió un evento catastrófico que
cambió tanto al judaísmo como el cristianismo para siempre, formando un
profundo cisma entre ambos durante los subsiguientes milenios: la destrucción
del Segundo Templo. Eso resultó en la expulsión del pueblo judío de Jerusalén y
ocasionó que la Iglesia Cristiana perdiera una de sus fuentes vitalicias más
importantes: su influencia judía. Ese evento, además de un creciente número de
creyentes gentiles, dio paso a que la Iglesia se desconectara de sus raíces
hebraicas y enseñara a futuras generaciones una doctrina sin fundamento.
Surgimiento de una Nueva Generación:
Aunque la merma en nuestras raíces judías ha sido una
enorme pérdida, el cristianismo no fue el primero en atravesar tal
distanciamiento. Esa experiencia devastadora ocurrió muchas veces aún a los
antiguos israelitas.
En el libro de Jueces, encontramos que el pueblo de
Israel llegó a carecer de un liderato entregado a Dios. Ya casi nadie se
acordaba de los grandes milagros que Dios había hecho en su beneficio. Sólo la
generación anterior había experimentado el partimiento del mar, la cobardía de
los diez espías y la agonizante consecuencia que todos tuvieron que soportar.
Sólo el más anciano de entre esa generación hablaba
del ferviente anhelo que tenían por llegar a la Tierra que Dios prometió a sus
antepasados, la Tierra a la que finalmente llegaron. Sus ojos enardecían cuando
hablaba de la poderosa conquista de Jericó: la marcha, el silencio, las
trompetas, los gritos y el derrumbe de los muros. Eran historias de grandes
victorias, muerte de reyes, derramamiento de sangre, granizo del cielo y hasta
el detenimiento del sol. Pero la Tierra fue dividida y las tribus se
distanciaron a medida que cubrían la Tierra de norte a sur. Con el paso del
tiempo, los ancianos que recordaban tales maravillas fueron reunidos con sus
ancestros.
"El pueblo sirvió al SEÑOR todos los días de
Josué, y todos los días de los ancianos que sobrevivieron a Josué, los cuales
habían sido testigos de la gran obra que el SEÑOR había hecho por Israel"
(Jueces 2:7). Josué murió a la edad de 110 años, "y se levantó otra
generación después de ellos que no conocía al SEÑOR, ni la obra que Él había
hecho por Israel" (v. 10). De allí en adelante, la Biblia dice
repetidamente que "los Israelitas hicieron lo malo ante los ojos del
SEÑOR."
¿Cómo era posible que tales padres viesen tantos
milagros con sus propios ojos, pero no inculcaron ese amor en sus hijos e hijas
hacia Aquel que tantos milagros hizo? Nuevamente, no tenemos que mirar muy
lejos para encontrar la respuesta.
El libro de Deuteronomio describe el momento en que la
nación de Israel estaba a punto de entrar a Canaán. Por última vez, Moisés
trató de preparar al pueblo para su nueva vida allá. En su final discurso, les
dijo: "Amarás, pues, al SEÑOR tu Dios, y guardarás siempre Sus
mandatos, Sus estatutos, Sus ordenanzas y Sus mandamientos. Comprendan ustedes
hoy que no estoy hablando con sus hijos, los cuales no han visto la disciplina
del SEÑOR su Dios: Su grandeza, Su mano poderosa, Su brazo extendido…Pero
ustedes, con sus propios ojos, han visto toda la gran obra que el SEÑOR ha
hecho" (Deut. 11:1-2, 7).
Los que habían presenciado los milagros de Dios fueron
instruidos y ordenados a guardar cada mandamiento, de amar y servir a Dios con
todo su corazón y alma, y a dar testimonio a las generaciones venideras del
único, verdadero y viviente Dios.
Por lo tanto, ¿cómo llegó la nación al punto de que "los
Israelitas hicieron lo malo ante los ojos del SEÑOR?" ¿Eran
suficientemente poderosas las distracciones y atracciones de las naciones
alrededor, con su idolatría y maldad, para que el pueblo se olvidara de
"recordar"?
El Resultado:
Cuando Israel se olvidaba del Señor su Dios, servían a
dioses ajenos, y la ira del Señor ardía contra ellos. En Su ira, Dios los
entregaba en manos de sus enemigos, obligándoles a servir a otras naciones.
Pero cada vez que los hijos de Israel clamaban al Señor, les enviaba un
libertador. Muchas generaciones transcurrieron, y los israelitas experimentaron
un constante "ir y venir," a veces decidiendo adorar al Dios de sus
padres y a veces adorando los dioses de las naciones vecinas.
Por seis siglos después de la muerte de Josué, los
hijos de Israel eran gobernados por jueces, profetas y finalmente reyes. Debido
a su maldad y el deseo de ser como las demás naciones, rechazaron a Dios como
su Rey, e insistieron que un hombre les gobierne como rey. Esos 611 años les
trajeron tiempos de prosperidad y tiempos de derrota. El pueblo también vio las
victorias de su amado rey David y la construcción del Templo bajo el reinado de
Salomón. Algunos reyes eran justos y otros eran malos. Durante los tiempos de
reyes malos, Dios era fiel y les enviaba profetas para llevarles Su palabra de
juicio. Pero durante todas esas generaciones, no hubo un momento en que el
pacto de Dios fuera obedecido en su totalidad (2 Reyes 23:25).
Así como la historia del antiguo Israel, la historia
de la Iglesia ha sido igualmente trágica. Cuando olvidó recordar, rechazó casi
por completo su raíz judía. Eso condujo a muchos años de oscurantismo en la
Iglesia, evidenciados por unos escritos patrísticos repletos de odio hacia el
judío, incluyendo Juan Crisóstomo, San Jerónimo y el muy respetado Martín
Lutero. Sus documentos ocasionaron persecuciones, cruzadas y pogromos contra el
pueblo judío. Tales escritos, enseñanzas y horribles actos condujeron a la hora
más oscura de toda la humanidad: el Holocausto.
Antisemitismo y la Iglesia:
"¿No deben alejarse de ellos (los judíos) porque
son la desgracia común y la infección del mundo entero?" – Juan Crisóstomo
"Primero deben prender fuego a sus sinagogas o
escuelas, y enterrar y cubrir con tierra lo que no pueda ser quemado, para que
ningún hombre pueda volver a ver una piedra o ceniza de ellos. Eso se debe
hacer en honor a nuestro Señor y el cristianismo..." – Martín Lutero
¿Y Qué de Hoy Día?
En la actualidad, muchos cristianos se escandalizarían
con la mera sugerencia de odiar y perseguir a los judíos. Muchos están
totalmente asombrados cuando se enteran de que el Holocausto se conoce
mundialmente como un asedio cristiano contra los judíos. ¿Realmente estamos tan
desconectados de nuestras raíces?
Aunque hemos logrado grandes adelantos espirituales,
todavía vivimos bajo la sombra de nuestros padres eclesiásticos. Muchos en la
Iglesia enseñaron a espiritualizar a Israel y el pueblo judío, o ignorarlos por
completo. Pastores, líderes juveniles y hasta profesores de institutos bíblicos
aún enseñan que la Iglesia ha reemplazado a Israel, y que las promesas y los pactos
que Dios hizo con el pueblo judío ahora pertenecen a la Iglesia. Nos
encontramos en medio de una generación que quizás no haya escuchado tales cosas
directamente, pero son parte esencial de nuestras creencias porque forman base
de muchas enseñanzas que hemos recibido. Muchos líderes cristianos, incluso,
han descartado por completo la enseñanza del Apóstol Pablo en Romanos 11:1-2,
que dice: "Digo entonces: ¿Acaso ha desechado Dios a Su pueblo? ¡De
ningún modo! Porque yo también soy Israelita, descendiente de Abraham, de la
tribu de Benjamín. Dios no ha desechado a Su pueblo, al cual conoció con
anterioridad..."
Mi esposo y yo estuvimos viajando por cuatro años en
todas partes de Estados Unidos, enseñando a los jóvenes en distintos ambientes
cristianos sobre las raíces judías del cristianismo. Abríamos la Biblia y
señalábamos los textos donde Dios dice claramente que no ha terminado con el
pueblo judío y que nosotros, los cristianos, tenemos la responsabilidad de
adherirnos a esa verdad. Vez tras vez recibíamos la misma reacción y la misma
pregunta. Los rostros asombrados de esos jóvenes, criados en la Iglesia y
entrenados para el servicio cristiano, nos preguntaban: "¿Por qué no me
enseñaron eso antes?"
La Solución:
En el año 634 a.C., algo asombroso ocurrió en Israel
cuando un niño llamado Josías se convirtió en rey. La Biblia en 2 Reyes 22:2
nos dice que el rey Josías hizo lo recto ante los ojos del Señor, y anduvo en
los caminos de su padre David.
Cuando el rey Josías cumplió 18 años, el sumo
sacerdote encontró la Torá (Génesis a Deuteronomio) en la casa del
Señor. Luego de escuchar las palabras de la Torá, Josías rasgó sus
vestidos en angustia y reunió a los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo
en la Tierra para leerles las palabras del Libro del Pacto.
Recientemente vi un video por 'YouTube' llamado
"Generación de Josías." Por 3 minutos y 12 segundos, seis jóvenes
apasionados presentan al rey Josías como un "transformador de las reglas
del juego." Ellos hablan acerca de la corrupción que existía en el Templo
durante ese tiempo y de la indignación que Josías sentía por ello. Y entonces
declararon lo siguiente:
"Josías es reconocido por establecer algo
nuevo."
"Josías es reconocido por establecer un nuevo
estándar, una nueva expectativa."
"Redefinió el verdadero corazón de la
adoración."
Luego de 12 años entrenando a
jóvenes adultos para el ministerio cristiano, tengo que admitir que por algunos
segundos quería ponerme de pie y aplaudir el celo de esos jóvenes por la
santidad de Dios. Declaraciones apasionadas como esas pueden impulsar a una
generación para transformar a la Iglesia. Y existen muchos grupos de jóvenes
cristianos alrededor del mundo con ese celo por defender el "nuevo"
estándar de Josías.
Sin embargo, la verdad es que Josías no estableció
nada nuevo. No puso un nuevo estándar ni una nueva expectativa. No redefinió el
verdadero corazón de la adoración. ¿Qué fue lo que realmente hizo? Se paró ante
el pueblo e hizo un pacto con el Señor de guardar Sus antiguos mandamientos y
testimonios. Y todo el pueblo se unió a él en ese juramento de guardar el
antiguo pacto. Josías hizo algo no-convencional, según los estándares modernos
para el crecimiento de Iglesias y ministerios de jóvenes adultos. Hizo un
llamado para regresar a las sendas antiguas, restableciendo los antiguos ritos
ordenados por Dios para el pueblo de Israel.
En este tiempo moderno, cuando muchos expertos parecen
estar inventando nuevas tácticas para alcanzar a los jóvenes de la Iglesia
evangélica, escribiendo libros de ayuda y presentando discursos de motivación,
no necesitamos buscar más allá del propio antiguo texto y el pacto hecho por un
joven adulto, el rey Josías. De él leemos: "Y antes de él no hubo rey
como él que se volviera al SEÑOR con todo su corazón, con toda su alma y con
todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés, ni otro como él se levantó
después de él" (2 Reyes 23:25).
Pavimentando el Camino – El Remanente:
Dios siempre se reserva un remanente, y yo quiero dar
honra a quienes honra merecen: a dos revolucionarios que fueron en contra de
toda tendencia educativa de su tiempo.
Primero, al Dr. G. Douglas Young, erudito y educador
que fundó en Jerusalén el Instituto de Estudios de la Tierra Santa. Fue
grandemente influenciado por sus padres y por un seminario que era muy
pro-israelí. Amaba el idioma hebreo y a Israel, tierra de la Biblia, y se mudó
a Israel en 1964. Debido a ese amor y su deseo por enseñar a jóvenes adultos,
los adiestró en el servicio cristiano para que conocieran el corazón, el pacto
y los planes de Dios con Israel. El Dr. Young enseñó el idioma hebreo y la
Biblia a muchos jóvenes usando la Tierra de Israel como su salón de clase.
En noviembre de 2014, celebramos el cincuentenario de
la obra del Dr. Young en Jerusalén, pavimentando así el camino a Puentes para
la Paz. Dicha organización de gran influencia, que repara y construye
relaciones genuinas entre judíos y cristianos, y educa a la Iglesia sobre las
raíces hebreas, comenzó con este hombre que firmemente creía en educar a la
próxima generación para conocer la verdad sobre Israel y el pueblo judío. Únase
a nosotros en gratitud por su obediencia al Señor.
Aunque en la década de los 60 y 70 no había tanto
simpatizantes cristianos por Israel como hoy día, el Dr. Young no estaba
totalmente solo. Durante ese tiempo, un evangelista llamado Dr. David Allen
Lewis viajaba por todos lados en Estados Unidos con su esposa y joven familia,
compartiendo desde los púlpitos el mensaje de las promesas de Dios respecto a
Israel. Durante su vida, hizo mucho para fomentar y fortalecer las relaciones
entre judíos y cristianos. Tuvo la bendición de reunirse con presidentes
estadounidenses, primeros ministros israelíes y otros líderes de gran
influencia, sirviendo como voz de solidaridad y apoyo por Israel.
Su vida y ministerio continúan llevando mucho fruto.
Fue padre de la actual presidenta ejecutiva de Puentes para la Paz, Rebecca
Lewis-Brimmer, quien continúa compartiendo el mensaje que fue privilegiada de
escuchar incontables veces de niña y adolescente. El Dr. Lewis fundó Cristianos
Unidos por Israel (CUFI), que también continúa uniendo a millones de cristianos
alrededor del mundo en su amor por Israel. Yo tuve la asombrosa bendición,
mientras viajaba por Estados Unidos, de conocer a muchas vidas que fueron
impactadas por el Dr. Lewis, resultando en un profundo amor por Israel. Han
pasado siete años desde su muerte, pero aún continúa vivo su legado.
Llamado para una Verdadera Generación de Josías:
Me parece que estamos muy cerca de un nuevo vínculo
judío-cristiano y de mayor aprendizaje sobre las antiguas sendas instituidas
por Dios. Más que nunca, palpo hambre por la verdad y deseo por santidad entre
los jóvenes adultos. El profeta Joel dijo que vendría un día cuando Dios
derramaría de Su Espíritu sobre toda carne, cuando nuestros hijos y nuestras
hijas profetizarían y nuestros jóvenes verían visiones (Joel 2:28-29). Creo que
estamos en el umbral de ese día.
Un gran ejército se alista, ejército de jóvenes
adultos bajo el poder del Espíritu Santo y armado con una sólida enseñanza
bíblica, dispuesto a enfrentar valientemente cualquier adversidad. Ese ejército
se prepara para pelear la batalla espiritual por conquistar los corazones y las
mentes de su generación respecto a Israel y el pueblo judío. Ese ejército
abrirá paso para un cambio en la enseñanza pronunciada desde los púlpitos, en
pequeños grupos y en seminarios por todo el mundo. Como las generaciones
pasadas, ese ejército se adiestra para impartir la verdad, toda la verdad y
nada más que la verdad. Ese ejército estará lleno del celo de Dios por Sion,
así como Dios dice: "He celado a Sion con gran celo, sí, con gran furor
la he celado" (Zac. 8:2).
Conclusión:
En respuesta a dicha avanzada, le urjo a que haga dos
cosas. Primeramente, le pido que ore. Ore para que la Verdad de Dios penetre
los corazones de nuestra generación de jóvenes adultos y que sea
"normal" que la Iglesia defienda y bendiga a Israel. Y en segundo
lugar, le pido que no contenga su propio celo. Le exhorto a que bendiga a quienes
Dios haya puesto de su lado, tanto joven como viejo, y que sea un cristiano
viviente que ame, honre y exhiba la entera Verdad de la Palabra de Dios.
Por Rebecca Verbeten,
Coordinadora Celo8:2
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