El Señor sondea nuestro corazón


(Lea Juan 21:15-23)
Una mañana, a orillas del mar de Galilea, Jesús resucitado preguntó a Pedro delante de sus discípulos: “¿Me amas más que éstos?” (v. 15). Pedro había pensado obrar mejor que los demás, y había negado a su Señor, pero lo amaba, por eso le respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te amo” (v. 15). Entonces el Señor le encomendó una primera misión: “Apacienta mis corderos” (v. 15).
El Señor le preguntó por segunda vez: “¿Me amas?” (v. 16). Esta vez no hizo referencia a los demás discípulos; más bien, puso énfasis en ese amor tan fuerte que hubiese podido conducir a Pedro a dejar su vida por él. Pedro le respondió como la primera vez, con palabras que expresaban su amor por él. Y el Señor le confió una nueva tarea: “Pastorea mis ovejas”.
La tercera vez el Señor empleó las mismas palabras y preguntó a Pedro si lo amaba. Pedro, entristecido, pero conociendo a su Maestro, se abandonó a su perfecto conocimiento: “Señor, tú lo sabes todo” (v. 17). Entonces el Señor le encomendó una última tarea: “Apacienta mis ovejas” (v. 17), y le anunció que a su debido tiempo tendría que dar su vida por él.
“¿Me amas?” Esta triple pregunta que Jesús hizo a Pedro también nos la hace a nosotros. ¿Qué vamos a responder? Abandonarnos al Señor, quien nos conoce perfectamente, es reconocer que él está por encima de nuestras debilidades, que su amor cubre todas nuestras miserias.


(Jesús le dijo:) Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?… Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Juan 21:17

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 1 Juan 4:19


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