RECUERDEN


Cuando vi a mi amiga japonesa frente a la estufa cocinando con largos palillos de madera, recordé a mi propia abuela japonesa. Ella también se paraba frente a su gran estufa y  delicadamente sacaba los vegetales fritos de una olla caliente de aceite…como si fuera un ballet de palillos. Mi abuela emigró a Canadá desde Okinawa a los 19 años de edad, esperándole una boda pre-arreglada con un hombre que escasamente conocía, y un nuevo país con idioma y costumbres desconocidas. Ella vio a Okinawa sólo una vez más después de 40 años, y jamás volvió a ver a sus padres.

Una noche, mucho después de que mi abuela había muerto, tuve un sueño con ella. La vi como una joven vestida en su kimono, hermosa pero triste; y la quería consolar de alguna manera. Había un joyero abierto sobre una mesa cercana, así que lo abrí y saqué un collar de perlas grises para ponérselo al cuello. Cuando extendí las manos, el collar se rompió y las perlas corrieron por todo el piso.

Yo creo que esas perlas grises representan momentos en la vida de mi abuela, forjados y embellecidos por las dificultades y las luchas, pero yo tenía la oportunidad de recogerlas y recordarlas. Las memorias son poderosas. Al recordar, podría encontrar fundamentos, raíces y conexiones que darían lustre y profundidad a mi propia vida y la de futuras generaciones.

Un Pacto Conmemorativo:

Sí, las memorias son poderosas, y Dios, en Su infinita sabiduría, presta tremenda importancia a la memoria. La palabra hebrea para recordar es zakar, que ocurre 236 veces en la Biblia. Se puede traducir como: recordar, tener en mente, llevar en el pensamiento, registrar, erigir algo conmemorativo y traer a la memoria.

El concepto hebreo de recordar representa no sólo el ejercicio mental de traer un evento a la memoria, sino que también implica la decisión de tomar una acción como resultado de la memoria. Cuando Dios recuerda, Él también determina y actúa.
Y contrariamente, cuando Dios “olvida,” no es que sea olvidadizo. Tampoco puede borrar algo o a alguien de Su memoria. La palabra hebrea para olvidar es shajak, que significa ignorar conscientemente, no prestar atención o abandonar. Cuando Dios “olvida,” implica que Él pone el rostro en dirección contraria y remueve de allí Su presencia. La palabra hebrea para presencia es paniim, que significa literalmente “rostro.” La bendición sacerdotal de Aarón pide que “el SEÑOR haga resplandecer Su rostro sobre ti…” (Núm. 6:25). Con razón el salmista pedía a Dios: “No me eches de Tu presencia, y no quites de mí Tu Santo Espíritu” (Sal. 51:11). Ciertamente, sin la presencia de Dios, no somos nada.

La primera vez que se menciona la memoria en el libro de Génesis es cuando Dios se acordó de Noé y los demás en el arca, y tomó acción para intervenir y redimirlo. Entonces Dios se acordó de Noé y de todas las bestias y de todo el ganado que estaban con él en el arca. Y Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y decrecieron las aguas” (Gén. 8:1).

Luego, Dios prometió recordar Su pacto con la humanidad: Y Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: ‘Sean fecundos y multiplíquense, y llenen la tierra’” (Gén. 9:15).

“Recuerda, O Señor”:

Registrados en la Tanaj (Gén.-Mal.) encontramos oraciones por algunos de los grandes hombres y las grandes mujeres de Dios. Sus oraciones todas incluyen la palabra zakar, rogando a Dios que los recuerde y actúe pronto en su beneficio. En Éxodo 32, los israelitas habían hecho un becerro de oro para adorarlo. Moisés clamó a Dios para que olvidara el ardor de Su ira hacia ellos: Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel, Tus siervos, a quienes juraste por Ti mismo…” (v. 13). Moisés pidió a Dios que no volviera Su rostro contra Israel, y Dios lo escuchó y decidió no destruir a Su pueblo.

Ana era estéril, y oró fervientemente para que tuviera un hijo. Oh SEÑOR de los ejércitos, si Te dignas mirar la aflicción de Tu sierva, Te acuerdas de mí y no Te olvidas de Tu sierva, sino que das un hijo a Tu sierva, yo lo dedicaré al SEÑOR por todos los días de su vida…” (1 Sam. 1:11). El Señor oyó su clamor y le concedió su petición, y su hijo Samuel llegó a ser uno de los jueces más grandes en la historia de Israel.

El rey Ezequías lloró amargamente ante el Señor cuando supo que estaba enfermo y moría: “Te ruego, oh SEÑOR, que Te acuerdes ahora de cómo yo he andado delante de Ti en verdad y con corazón íntegro, y he hecho lo bueno ante Tus ojos” (2 Reyes 20:3). Dios respondió y le dijo: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas; entonces te sanaré” (v. 5), y le dio 15 años más de vida.

Conmemoración por Liberación:

La palabra hebrea para conmemorar es zikarón, de la misma raíz que zakar (zayin-kaf-resh). En Josué 4, Dios le dijo a Josué que construyera un altar en conmemoración del sitio donde los israelitas habían cruzado el Río Jordán. Él sabía que ellos pronto olvidarían el milagro que habían visto con sus propios ojos, ese partimiento del Río Jordán, así como sus padres habían olvidado el partimiento del Mar Rojo. El Señor sabía que los hijos de Israel necesitarían recordar Su poder y protección cuando entraran a conquistar a los hititas, jebuseos, amorreos y cananeos. Iban a necesitar la valentía que proviene de saber quién era Dios y lo que había hecho por ellos en el pasado.

Por lo tanto, Dios dijo a Josué que construyera un monumento de piedras. Serviría como señal a sus hijos que vendrían luego a preguntar: “¿Qué significan estas piedras para ustedes?” (v. 6). Los padres responderían: “…el SEÑOR su Dios secó las aguas del Jordán delante de ustedes hasta que pasaron, tal como el SEÑOR su Dios había hecho al Mar Rojo, el cual El secó delante de nosotros hasta que pasamos” (v. 23).

Sería una conmemoración de la fidelidad de Dios y Su liberación luego de cuarenta años en el desierto, recordatorio de que no los dejaría ni abandonaría, sino que los bendeciría con futuras victorias cuando cruzaran a Canaán.

Conmemoración en Gilgal:

Doce hombres obedientemente levantaron una gran piedra, cada uno sobre su hombro desde el centro del Río Jordán donde estuvieron parados los sacerdotes, y las erigieron en forma de monumento conmemorativo en la planicie de Jericó, en un lugar llamado Gilgal.

Josué 5:9 dice que Gilgal significa: “Hoy he quitado de ustedes el oprobio de Egipto.” Por cuarenta años, los hijos de Israel habían cargado memorias de sus vidas en Egipto, y esas memorias eran la causa de su continua queja e insatisfacción contra Moisés, Aarón y Dios. En ese caso, se aferraban a las memorias distorsionadas de su pasado, lo que les impedía seguir adelante según los planes de Dios para su futuro. Ellos se lamentaban de la comida y se quejaban del agua. “Ojalá hubiéramos muerto a manos del SEÑOR en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos. Pues nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.” (Éx. 16:3).

Dios escuchó sus quejas y les dio lo que pedían, pero envió “flaqueza en sus almas” (Sal. 106:15, RVG). Les proveyó maná cada día, pero ellos se quejaban de la falta de variedad. “Nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos, de los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; pero ahora no tenemos apetito. Nada hay para nuestros ojos excepto este maná” (Núm. 11:5-6). Las memorias de Egipto habían tergiversado su consciencia de que el Señor no sólo los había liberado, sino que milagrosamente proveía todo lo que necesitaban en el desierto.

Pero las memorias de Egipto finalmente fueron borradas, y se levantó una nueva generación de israelitas. Esa generación ya no se quejaba ni se lamentaba. Ellos llegaron a la tierra de Canaán como guerreros poderosos y victoriosos, listos a obedecer a Josué y conquistar la tierra (Jos. 1:16).

En la década de 1990, el arqueólogo Adam Zertal de la Universidad de Haifa descubrió que Gilgal no fue solamente un lugar en particular, sino una entre varias áreas antiguas donde se reunían los israelitas para adorar. Sugiere que había cinco lugares distintos llamados “Gilgal” en la Biblia. Esos lugares de asamblea tenían la forma de una enorme pisada de sandalia, lugares que Zertal pudo visualizar desde el aire. La forma de la pisada fue creada por medio de una doble fila de piedras alrededor del perímetro, representando la promesa de Dios en Josué 1:3, que dice: Todo lugar que pise la planta de su pie les he dado a ustedes...” Por las piedras en forma de pisada, los israelitas proclamaban la promesa de Dios y reclamaban la tierra como suya. Arqueólogos encontraron un altar circular cerca del dedo grande en la pisada de Gilgal cerca de Jericó. En el centro de la pisada hallaron 12 piedras.

Conmemoración al Señor:

Dios ofrece otra razón por la que el monumento debiera ser establecido en Gilgal:para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano del SEÑOR es poderosa, a fin de que ustedes teman al SEÑOR su Dios para siempre” (Jos. 4:24).

El terror llenó el corazón de las personas que vivían en la tierra cuando vieron los milagros que Dios obraba en beneficio de los hijos de Israel (Jos. 5:1). Dios no se interesaba solamente en que esa joven nación lo conociera, sino que todos los pueblos de la tierra lo conocieran; que reconocieran Su poder y Le temieran.

Israel Recuerda:

El autor judío Lesli Koppelman Ross escribió sobre la importancia del recordar para el pueblo judío y su aguda sensación de la historia. “Es la memoria lo que nos ha permitido perdurar a través de miles de años de historia. Nuestra religión y nuestro pueblo fueron fundados en la memoria colectiva de la revelación en el Sinaí. Las Escrituras nos ordenan que recordemos…Todas las memorias nos definen y nos ayudan a mantenernos enfocados en nuestra meta como misión nacional…El olvido conduce al exilio, mientras que el recuerdo es el secreto de la redención.”

Eli Wiesel, ganador del Premio Nobel y sobreviviente del Holocausto, una vez dijo: “Yo me asombro de la durabilidad del pueblo judío. Su mejor característica es su deseo de recordar. Ningún otro pueblo tiene tanta obsesión con la memoria.”

Cuando uno anda por las calles de Jerusalén hoy día, puede observar a hombres judíos con largos flecos colgando de sus ropas llamados tzitziot, costumbre instituida por Dios en Números 15. Dios dijo a Moisés que esos flecos serían recordatorio al pueblo sobre Sus mandamientos. Habla a los Israelitas y diles que se hagan flecos en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones, y que pongan en el fleco de cada borde un cordón azul. Y el fleco [tzitzit] les servirá a ustedes para que cuando lo vean se acuerden de todos los mandamientos del SEÑOR, a fin de que los cumplan…” (vs. 38-39).

Como hemos notado anteriormente, el hecho de recordar significa más para el pueblo judío que simplemente traer a la memoria y conmemorar un evento histórico. Por ejemplo, celebrar la cena de Pascua judía significa participar activamente en el relato y revivir el éxodo desde Egipto como si ocurriese nuevamente. Con esa memoria activa viene la seguridad de que la liberación que experimentaron sus antepasados tanto tiempo atrás está disponible para la nación de Israel hoy día.

Estatutos Perpetuos:

Levítico 23 describe varias fiestas conocidas como las santas convocaciones de Dios (mo’edim), las que designó para que Su pueblo se reuniera durante ciertos momentos prescritos.

El shabat fue establecido como un día de descanso en que no se haría ningún tipo de trabajo. “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Éx. 20:8). Cuando los judíos y los cristianos quienes celebran el shabat dicen: “Bendecido eres Tú, Señor Dios nuestro, Rey del Universo,” es un recuerdo del reinado, la soberanía y la provisión de Dios. Cuando repetimos las palabras de esa oración semana tras semana, se graban en nuestro corazón y nuestra mente, reforzando la verdad de que Dios es el Creador del universo, y que es capaz de cuidarnos y suplir cada una de nuestras necesidades.

Las tres fiestas de primavera, incluyendo Pascua, Pan sin Levadura y Primeros Frutos, se observan como una sola fiesta (Pésaj) entre el 14 y el 21 del mes de Nisán, el primer mes en el calendario hebreo. Esa semana de celebración trae a la memoria la liberación de los israelitas de la esclavitud hace 3,300 años. La resurrección de Jesús (Yeshúa) ocurrió en la Fiesta de los Primeros Frutos, evento celebrado por los cristianos alrededor del mundo.

Durante la Fiesta de las Semanas (Shavuot), o Pentecostés, el pueblo judío no sólo conmemora la entrega de la Torá a sus antepasados en el Monte Sinaí, sino que se ven a sí mismos como los recibidores de la Torá por mano de Dios. Los cristianos celebran la entrega del Espíritu Santo a todos los creyentes, según registrado en Hechos 2. Yeshúa prometió a Sus discípulos que el Padre enviaría al Espíritu Santo para ayudarles a recordar todo lo que les había dicho. “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he dicho” (Juan 14:26).

En el otoño, Israel celebra tres fiestas más. La Fiesta de las Trompetas (Rosh HaShaná) es la “conmemoración” del sonido de las trompetas. Eso da inicio a los diez días de asombro o arrepentimiento en que las personas vienen ante el Señor en arrepentimiento y preparan sus corazones para el gran Día de Expiación (Yom Kipur).

Cinco días después viene la Fiesta de los Tabernáculos (Sucot), cuando los israelíes recuerdan que vivieron en tiendas temporeras por cuarenta años luego de su éxodo de Egipto. Actualmente, en recordación activa, los israelíes construyen albergues temporeros llamados sucot donde disfrutan sus cenas durante dicha fiesta de siete días. Los sucot se observan por dondequiera: en los balcones, en los jardines, en los estacionamientos y hasta en las aceras. Las débiles viviendas son sólido recordatorio de que, durante sus días de incertidumbre, sólo en el Señor pueden hallarse el refugio y la seguridad.

Dios dijo que esas fiestas son “estatuto perpetuo…para sus generaciones.” El pueblo de Dios no sólo debería celebrar esas fiestas de vez en cuando, sino que las debería celebrar durante los días señalados cada año, recordatorios cruciales de que Su fidelidad perdurará de generación en generación.

Días de Recordación:

Muchas fechas en el calendario hebreo son designadas para recordar, cada una en torno a algún evento histórico en la vida del pueblo judío. Esas son oportunidades para que Israel celebre las victorias, lamente sus pérdidas y recuerde la fidelidad de Dios.

El día más triste en el calendario hebreo se llama Tisha B’Av. El pueblo judío lamenta la destrucción del Primer y del Segundo Templo en el mismo día, pero con casi 655 años de diferencia: en el nueve del mes de Av. También conmemora el informe negativo de los diez espías que Moisés envió a la Tierra Prometida y sus muertes por haberse rebelado contra el Señor (Núm. 13-14).

Yom HaShoá, el Día de la Recordación del Holocausto, recuerda los horrores del Holocausto y los seis millones de judíos que fueron sistemáticamente asesinados por el régimen de Hitler. Para los sobrevivientes del Holocausto, dichas memorias todavía son dolorosas y siempre presentes. Sin embargo, para que no sea olvidada la memoria de dichos horrores que ocurrieron en la Europa cristiana y civilizada del siglo 20, Israel se dedica a la educación del mundo para que lo recuerde. Como una vez escribió el poeta y filósofo George Santayana, “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.”

Este año, Israel recuerda el Holocausto el 27 de Nisán, o el 28 de abril. Los israelíes se reúnen en lugares de conmemoración, como el Memorial Yad Vashem, para alumbrar velas, escuchar a los sobrevivientes hablar de sus experiencias y recordar a los que murieron. Suena una fuerte sirena en el país y los ciudadanos dejan de trabajar, dejan de hacer compra, dejan de conducir, y la nación se detiene en solemne recordación.

En Yom HaZikarón, el Día de Conmemoración israelí, se honra a las víctimas de ataques terroristas y a los soldados y civiles que cayeron en defensa de la nación contra sus enemigos. Las sirenas suenan suevamente, y todo Israel se detiene para llorar y recordar. Los caídos ahora enumeran sobre 23,000, y por lo menos ese mismo número de lágrimas caen ese día por los que quedaron atrás. En la conmemoración de Yom HaZikaron durante abril de 2013, el Jefe de Estado de la Fuerza de Defensa Israelí, el Teniente General Benny Gantz, dijo: “Recordamos con tristeza las vidas que son cortadas tan temprano, cada una de ellas un mundo entero.”

Yom HaZikarón será observado el 5 de mayo este año, el día antes del Día de la Independencia, o Yom HaAztmaút. La ubicación del Día de Conmemoración y el Día de Independencia un día después del otro tiene la intención de enfatizar la libertad que les llegó a tan alto precio gracias a miles de vidas israelíes.

El Precio de la Libertad:

Una de esas vidas preciadas pertenecía al joven Mayor Roi Klein en la Fuerza de Defensa Israelí. Durante la Guerra del Líbano de 2006, Roi se encontró con dos de sus hombres cerca de un poblado en el sur del Líbano. Mientras trataban de rescatar a un compañero herido por camilla, el enemigo les lanzó una granada, y Roi la vio caer. Su acto subsiguiente es materia de leyendas. Inmediata-mente se tiró sobre la granada, gritando “Shemá Ysrael” (Escucha, O Israel) mientras explotó. Ese acto heroico de auto-sacrificio salvó las vidas de los hombres que estaban con él. En ese instante decisivo, Roi Klein sabía lo que tenía que hacer, y no dudó en hacerlo.

“Valentía Más Feroz que la Muerte”:

Durante los meses previos a la Guerra de Independencia, las cuatro comunidades del Bloque de Etzion formaban la primera línea de defensa de Jerusalén por el sur. Bandas de árabes habían impuesto un asedio brutal contra el Bloque a finales de 1947, destruyendo cada vez los convoyes de Jerusalén que intentaban atravesar el bloqueo.

En un esfuerzo desesperado por evitar una catástrofe para el Bloque de Etzion, 35 jóvenes soldados de la Haganá trataron de pasar provisiones médicas y municiones a pie por la ardua ruta de los Montes de Judea. A una hora de su destino, la brigada fue descubierta y fue sonada una alarma, atrayendo a cientos de gangas árabes hasta los montes rocosos, donde los 35 hombres se habían escondido. Luego de una intensa batalla, todos los 35 resultaron masacrados. David Ben-Gurion escribió: “Esos leones de Israel eran una mezcla de espíritu juvenil y gloria, sabiduría superior…y valentía más feroz que la muerte.”

El Dios de Milagros:

En 1967, Israel quedó rodeado por naciones mucho más superiores en poder y equipo militar que éste - Egipto, Jordania y Siria - quienes amenazaron que el Mar Mediterráneo se tornaría rojo con sangre judía. En un fiasco de confusión y mala comunicación entre el ejército egipcio y su comandante superior, Israel decimó a la Fuerza Aérea egipcia. Y en sólo seis días aplastó rotundamente a los ejércitos jordanos y sirios, triplicó su tierra y retomó la ciudad capital de Jerusalén. Fue una victoria tan espectacular y tan inexplicable que los judíos tanto seculares como religiosos simplemente lo atribuyen a “la Mano invisible.” El Dios de Israel había realizado un milagro en beneficio de Israel.

Recordando Quién es Dios:

La saga del continuo desarrollo de la nación de Israel es un mosaico de cientos de historias como éstas de valentía y sacrificio, vinculadas entre sí, revelando el cuadro dramático de quién es Dios para Su pueblo. Así como los antiguos israelitas, nosotros también necesitamos recordar el poder y la fidelidad de Dios para poder continuar adelante. Aunque no veamos el cuadro final todavía, si determinamos recordar esas historias, que a menudo son marcadas por inmenso sacrificio y grandes triunfos, podremos ver un atisbo del plan de Dios para Israel y todas las naciones del mundo. El plan promete ser magnífico, trascen-diendo toda tristeza y dificultad, e infinitamente mayor de lo que podremos pedir o esperar.


Por Kathy DeGagné, Autora de Puentes para la Paz

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