SALMO 90: ¿PESIMISTA O ESPERANZADOR? Una Oración de Moisés, Hombre de Dios
Cuán bellas
son las palabras de este hermoso, pero aparentemente pesimista salmo. Es un
salmo que he leído incontables veces durante los pasados 30 años, y siempre me
ha intrigado el hecho de que es atribuido a Moisés. También he sido cautivado
por las frases asombrosas, las revelaciones y la perspicacia de éste. El Salmo
90 evidencia el poder de las palabras, poder que hace que uno se detenga y
reflexione, que considere profundamente y que sea motivado para tratar de
alcanzar algo, o a Alguien, fuera de nosotros y nuestra actual condición de
vida.
Los Salmos de Moisés:
Las
palabras iniciales, en hebreo, son: Tefilá leMoshe ish haElohim, que
significan: “Oración de Moisés, hombre de Dios.” Así comienza este salmo, el
que algunos eruditos cristianos creen ser el único escrito por Moisés. Sin
embargo, muchos otros eruditos cristianos y judíos creen que es el primero de
entre once salmos escritos por Moisés, que se encuentran en orden consecutivo:
los Salmos 90-100.
Un rabino
del siglo 11, Shlomo Yitzchaki, conocido mejor como Rashi, ofreció una
explicación intrigante. Dijo que estos once salmos corresponden a las once
bendiciones que Moisés declaró sobre las once tribus de Israel, según Deuteronomio
33. La tribu de Simeón fue dejada afuera porque fue responsable por la orgía
que resultó en la muerte de miles de judíos, así descrito en Números 25. Otros
señalan que cada tema en los once salmos se relaciona con cada tribu
específica, y el Salmo 90 va dirigido a la tribu de Rubén con el tema del
arrepentimiento.
De acuerdo
con el Talmud, David tomó prestado de la obra de diez salmistas previos,
incluyendo Moisés, adaptando e incorporando sus escritos en el Libro de los
Salmos.
Ya que
claramente Moisés fue el autor de éste, se puede concluir que es el más antiguo
de los salmos. Y si usted concuerda que los Salmos 91-100 también fueron
escritos por él, entonces estos son los salmos más antiguos en toda la
colección.
¿Cuándo
se Escribió el Salmo 90?
Otro tema
que debemos tratar brevemente es la falta de mención de una época específica en
que se escribiera el salmo. No obstante, la mayoría de los rabinos y eruditos
cristianos creen que probablemente fue escrito cerca del tiempo del fracaso de
Israel en Cades Barnea (Núm. 13 y 14) donde, en vez de entrar a la Tierra
Prometida en fe, los israelitas se tornaron atrás en incredulidad y fueron
juzgados por Dios. Este salmo parece ser la reacción personal de Moisés ante la
crisis. Tornó su rostro a Dios en oración y buscó al eterno lugar de su refugio
y el de Israel. De hecho, años luego, Moisés diría a Israel: “El eterno Dios
es tu refugio, y debajo están los brazos eternos” (Deut. 33:27a).
El gran
predicador bautista de Inglaterra, Carlos Spurgeon, concordó con esa
interpretación, diciendo: “La condición de Israel en el desierto es
prominentemente ilustrativa en cada verso, y sus vueltas, expresiones y
palabras son parecidas a muchas en el Pentateuco.”
En The
Torah Anthology [Antología de la Torá], el rabino Shmuel Yerushalmi
describe el Salmo 90 como “un lamento de la fragilidad del hombre y la corta
duración de sus días.” Aunque ciertamente contiene ese sentimiento, creo que
ese salmo es mucho más que un lamento, ya que contiene revelaciones sobre Dios,
el hombre y la vida que son invaluables para nuestra comprensión, y contiene
oraciones que pueden ser aplicables a cualquier persona de cualquier edad.
Martín
Rozenberg, autor del comentario judío Book of Psalms [Libro de los
Salmos], nos dice que “este salmo debe entenderse principalmente como un poema
sobre la grandeza de Dios.” ¿Cuán importante es eso en nuestros días? El
hombre, en su orgullo, ve todos los adelantos tecnológicos y médicos, y
frecuentemente piensa que es el Maestro del Universo. Pero Adonai es el único
Omnisciente y Omnipotente. Veamos ahora cuán claramente Dios nos hace reconocer
esa verdad.
Dios, Nuestro Refugio:
Es fácil
ver que el Salmo 90 consiste básicamente de dos partes, y los primeros once
versos reflejan una contemplación de Dios y el ser humano.
El salmo
comienza con: “Señor (Adonai), Tú has sido un refugio para nosotros de
generación en generación” (v. 1). ¡Qué verso tan magnífico! ¿No se eleva el
corazón mientras uno lee esas palabras? Fíjese que no dice: “El Tabernáculo ha
sido nuestro refugio,” sino “Tú.” Dios no es sólo una Persona, un Ser viviente
con quien podamos relacionarnos, sino que es un Lugar a donde podemos recurrir,
en donde nos podemos refugiar, donde podemos habitar. David y otros lo
describen como una roca, un escondedero, una torre fuerte, un lugar de refugio
para cualquier peligro o aflicción. En las epístolas, Pablo dice de Dios: “Porque en Él vivimos, nos movemos y
existimos…” (Hechos 17:28a). Dios es el “eterno hogar” de Su
pueblo, el centro de la existencia de Israel.
“…Tú has sido un refugio para nosotros de
generación en generación.” Moisés no tan sólo pensaba en las generaciones que había visto
durante su propia vida. Pensaba en todas las generaciones desde un principio, o
por lo menos las generaciones comenzando con el llamado de Abraham, revelación
que ciertamente recibiría junto con la revelación del evento de la Creación.
Cuán maravilloso era Dios por ser el lugar de refugio para Su pueblo durante
todo ese tiempo.
“Antes que los montes fueran engendrados, y
nacieran la tierra y el mundo, desde la eternidad y hasta la eternidad, Tú eres
Dios” (v. 2). Ese
Dios tan fiel siempre has estado presente. Desde la eternidad pasada y hasta la
eternidad futura, Dios siempre ha existido y siempre existirá. Se menciona a
los montes porque ellos son la parte más perdurable de la tierra formada por
Dios. Me encanta el hecho de que en hebreo dice sencillamente, pero
poderosamente: “desde la eternidad y
hasta la eternidad, Tú Dios,” o
“Atá El.” Dios es el todo en todo; Él
es el único con existencia eterna, un hogar eterno.
Brevedad de la Vida sobre la Tierra:
Moisés toma
un tono de advertencia cuando declara en el verso 3 (NBLH): “Haces que el hombre vuelva a ser polvo, y dices: ‘Vuelvan, hijos de
los hombres.’” La versión Reina-Valera (1960) dice: “Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: ‘Convertíos, hijos
de los hombres.’” Ambas traducciones son correctas, ya que volver al polvo
y ser quebrantado pueden ser sinónimos. Rashi escribió: “Tú vuelves al hombre
hasta que sea quebrantado. Tú causas aflicciones al hombre hasta convertir su
fuerza y arrogancia en fragilidad y humildad. Entonces su orgullo es
quebrantado.” Algunos maestros rabínicos también enfatizan que el verso 3
realmente dice lo siguiente: “Arrepiéntanse, hijos de los hombres. Tú
[refiriéndose a Dios] constantemente recuerdas a los hombres que han de
regresar al polvo de donde salieron, y por lo tanto deben arrepentirse sin
demora. Todo el día, cada día, la diestra de Dios está extendida y recibe a
quienes se arrepientan.” ¡Cómo debe ser comunicado este mensaje en nuestros
días, aunque suene arcaico o sin sentido a nuestros oídos modernos!
“Porque mil años ante Tus ojos son como el día
de ayer que ya pasó, y como
una vigilia de la noche” (v. 4). De esa manera comienza Moisés su lamento sobre la brevedad de
la vida humana sobre la tierra. Vemos un contraste entre la brevedad de vida
humana comparada con la eternidad de Dios. ¡Es sólo como un pequeño “bip” en el
radar divino!
El
Comentario Bíblico Pickering lo dice
de esta manera: “El hombre camina por el escenario de la vida en un mero
momento; es un vaso de barro destinado a desintegrarse en polvo cuando su
pequeña parte ya ha sido jugada… La medida de tiempo humano es un sencillo
minuto para Dios, quien ve toda la historia humana ante Él como un mapa.” Qué
cuadro de Dios y Su habilidad de ver toda la historia humana como un mapa. Ante
Sus ojos, un milenio es como “el ayer ya
ocurrido,” como lo describe The
Jerusalem Bible, o como una vigilia (tres horas) de la noche.
“Tú los has barrido como un torrente, son como
un sueño; son como la hierba que por la mañana reverdece…; al atardecer se
marchita y se seca”
(vs. 5, 6b). Vemos la naturaleza transitoria de nuestra existencia, que queda
barrida como por un torrente que ha arrastrado todo en su camino; como un
dormitar o sueño que dura sólo unos minutos; o como la hierba que brota por la
mañana y se seca al atardecer.
Uno de los
muchos ejemplos que vienen a la mente es la vida de Alejandro el Grande quien,
luego de conquistar gran parte del mundo conocido de su tiempo, murió a la
joven edad de 32 años. La brevedad de la vida humana también frecuentemente
ocupaba el pensamiento de los autores bíblicos. Podemos encontrar muchos versos
al respecto en otros Salmos, en Job, Eclesiastés, Isaías y Santiago.
Consumidos por Su Ira:
“Porque hemos sido consumidos con Tu ira, y por
Tu furor hemos sido conturbados. Has puesto nuestras iniquidades delante de Ti,
nuestros pecados
secretos a la luz de Tu presencia. Porque por Tu furor han declinado todos
nuestros días; acabamos nuestros años como un suspiro” (vs. 7-9). Estos versos claramente
describen la situación de los hijos de Israel mientras cumplían con su
sentencia de muerte en el desierto, pronunciada por Dios cuando rehusaron
proceder a la Tierra Prometida (vea Núm. 14:20-38).
Fíjese que
la ira de Dios los “consumió”; y la Nueva Versión Internacional dice: “Tu indignación nos aterra” (v. 7). Es
trágico que el hombre moderno raramente atribuya las circunstancias adversas de
su vida a la desaprobación de Dios, prefiriendo hablar sobre la nebulosa “Madre
Naturaleza” en vez del Santo y Todopoderoso Dios. Efesios 2:3 y otros versos
dejan ver claramente que los pecaminosos seres humanos viven bajo la ira de Dios.
En hebreo, la palabra “ira” proviene de la misma raíz para “nariz,” alusión a
la manifestación visible de fosas nasales extendidas y respiración raspada de
una persona que está airada. ¡Dicha palabra es una ilustración de la reacción
emocional de Dios ante el pecado y la rebelión!
Por lo
tanto, este verso debe servir como una advertencia para todos. Cuando escogemos
desobedecer a Dios y andar por nuestro propio camino, incitamos Su ira y Su
furor, y nos encontramos barridos, marchitos o consumidos. Y si eso no ocurre,
el verso 9 nos dice que nuestros días pasan como un “suspiro,” obviamente una
manera trágica de terminar nuestra vida. Un suspiro es un aliento profundo y
audible que usualmente expresa tristeza, cansancio o frustración.
“Los días de nuestra vida llegan a
setenta años; y en caso de mayor
vigor, a ochenta años. Con todo, su orgullo es sólo trabajo y pesar, porque pronto pasa, y volamos.” (v. 10). Aquí leemos
sobre la duración ordinaria de una vida. Varios eruditos creen que esta
declaración no pudo haber sido escrita por Moisés, ya que Aarón, Josué, Miriam
y otros vivieron mucho más que cien años. Pero las edades de esos líderes
parecen ser la excepción en vez de la regla. En los días de Moisés, la vida ya
era muy semejante en duración a la nuestra. Es realmente breve, comparada con
la de los hombres en los primeros tiempos, y es como si nada en contraste con
la eternidad.
La
mortandad del ser humano es reconocida no sólo como un decreto divino, sino
también como consecuencia de su propia culpa. Nuestra longevidad y mortandad es
resultado del pecado. Así como lo describió Moisés, podemos ver que una vida
separada de Dios no es nada sino una carga y agonía, y pronto desapareceremos.
La inusual longevidad de 80 años (o quizás más) sólo significa que el hombre
sufre una existencia más larga de “trabajo
y pesar.”
Entonces
el salmista pregunta: “¿Quién conoce el poder de Tu ira, y Tu furor conforme al temor que se
debe a Ti?” (v.
11). Si comprendiéramos la ira de Dios, no desperdiciaríamos nuestras vidas en
actos sin valor. Debemos temer y honrar al Señor, y usar nuestras breves vidas
en esta tierra para Su gloria. Proverbios 9:10 nos dice: “El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR, y el conocimiento
del Santo es inteligencia.”
Sin
embargo, esta valoración tan pesimista de la vida no es la última palabra de
Moisés, sino que es un preludio realista a unas próximas palabras de optimismo.
Ese optimismo puede existir aún ante las severas realidades de la vida, lo que
nos trae a la segunda parte del salmo, donde comienza la oración personal de
Moisés.
Bendiciones de Dios y Anhelos del
Hombre:
“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días,
que traigamos al corazón sabiduría” (v. 12). Este es probablemente uno de los versos más importantes del Salmo
90. Nos enseña cómo responder a Dios correctamente al enumerar nuestros días,
un acto humilde en reconocimiento de la finitud de nuestras vidas sobre esta
tierra. Eso es exactamente lo que he hecho desde que comencé a vivir aquí en
Israel, contando los días y reconociendo la sabiduría de considerar cómo vivir
cada día.
En
los seis versos concluyentes Moisés expresa sus oraciones a Dios, oraciones de
pocas palabras que tienen gran relevancia para nosotros hoy día.
¿Cuán
a menudo usted utiliza las promesas y las oraciones en la Biblia para formular
sus propias oraciones? Hay numerosos ejemplos en las Escrituras que sirven como
guías, e incluso oraciones específicas para la actualidad. Desde Moisés en la
Torá, a David en los Salmos, a Pablo en el libro de los Hechos, hay una
multitud de oraciones que pueden formar la base para nuestra propia vida de
oración cada día. Las oraciones de Moisés en este salmo es un ejemplo perfecto.
Orando el Salmo de Moisés:
“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días…”
(v. 12). Señor,
haznos recordar frecuentemente cuán corta es nuestra vida, cuán maravilloso es
ese regalo, y que la atesoremos cada día y la usemos sabiamente. Rozenberg
comenta: “Al contar los años de la vida, uno a uno, la persona es impresionada
cada vez más sobre la brevedad de la vida.” Ese es un corazón sabio.
“Vuelve, SEÑOR; ¿hasta cuándo? Y compadécete de
Tus siervos” (v.
13). O Señor, ¡acércate nuevamente a mí! No me dejes ahondar en la miseria.
¿Por cuánto tiempo tengo que seguir luchando y sufriendo esto? Por favor, ten
compasión de mí, ya que anhelo servirte y anhelo que mi vida Te sea agradable.
Dios
no deja a Su pueblo cuando peca o cuando lucha, pero a menudo así lo parece.
Cuando nos enfocamos en nuestras circunstancias, nos preguntamos: ¿Dónde estás,
Señor? ¿Cuánto tiempo tengo que seguir vagando solo en este lugar? Pero El sí está allí, así como estaba con su
constantemente errante pueblo en el desierto. Ellos se rebelaron, pero no se
alejaron totalmente del Señor. Dios disciplinó a Israel con severidad, pero
todavía era Su pueblo, y por eso les extendió Su gracia. Dios aún extiende Su
misericordia y compasión hacia nosotros en la actualidad.
“Sácianos por la mañana con Tu misericordia, y
cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días. Alégranos conforme a
los días que nos afligiste, y a los años en que vimos adversidad” (vs. 14-15). Señor, hoy fue un día
difícil y desalentador, pero miro a Ti para que me traigas una nueva
perspectiva y para que me des gozo al día siguiente. Permite que me satisfaga
Tu amor. Me aferro a las palabras del Salmo 30:5b, que dicen: “El llanto puede durar toda la noche, pero a
la mañana vendrá
el grito de alegría.”
Aun cuando
los israelitas vivían bajo la ira de Dios, y todos sobre la edad de 20 años (excepto
Josué y Caleb) estaban condenados a vivir el resto de sus días en el desierto,
Moisés comprendió la naturaleza amorosa y compasiva de Dios, y que el Padre les
podría dar una razón para cantar el resto de sus vidas. Su misericordia estará
con nosotros de igual manera.
“Sea manifestada Tu obra a Tus siervos, y Tu
majestad a sus hijos”
(v. 16). Señor, Te pido que me manifiestes Tu poder en las situaciones que me
rodean. Tus obras del pasado evidencian Tu poder y Tu fidelidad, y Te pido que
me fortalezcas nuevamente. También Te pido que mis hijos y nietos vean Tu
gloria y majestad, y que escojan servirte de todo corazón.
La oración
de Moisés y los israelitas podría haber continuado de esta manera: “Permite que
esa grande y gloriosa obra de liberar a Tu pueblo, que planificaste y
prometiste desde tiempos atrás, sea cumplida y manifestada ante nosotros, a la
vista de todo el mundo.”
“Y sea la gracia [no’am] del
Señor nuestro Dios sobre nosotros. Confirma, pues, sobre nosotros la obra de
nuestras manos; Sí, la obra de nuestras manos confirma” (v. 17). La palabra
hebrea para “gracia” allí es no’am, y
puede significar bondad, complacencia, deleite, belleza, favor, esplendor y
simpatía. Es la misma palabra en el Salmo 27:4, donde David dice: “Una cosa he pedido al SEÑOR, y
ésa buscaré: Que habite yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para
contemplar la hermosura [no’am] del
SEÑOR y para meditar en Su templo.”
Con eso en
mente, podríamos orar de la siguiente manera: “Señor, Te pido que Tu belleza,
favor, bondad y deleite estén sobre mí y junto a mí en todo momento. Tú no sólo
eres un Dios de ira y furor, sino también de misericordia, compasión y gracia.
Te pido que me dirijas y establezcas la obra que Tú has pedido que haga.”
Sin la no’am de Dios, todo lo que los
israelitas intentaban hacer era en vano, como lo que nosotros intentamos hacer,
según el Salmo 127:1. Su no’am es el
secreto para una vida con propósito y una obra perdurable (1 Cor. 15:58).
Por fin, el
pesimismo de los versos 3-12 desaparece, y vemos que una vida bajo el señorío
de Dios (v. 1) resulta en gozo y satisfacción.
Eso es lo
que Moisés aprendió durante los cuarenta años en que caminó con Dios. Adonai
Eloheinu fue su gozo y satisfacción; y era el lugar donde habitaba en su viaje
desde Egipto, al desierto, al Monte Nebo y luego a la gloria. “Señor, Tú has
sido un refugio para nosotros de generación en generación.”
Por Dan
Brown,
Escritor de
Puentes para la Paz
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