La Iglesia “Sensitiva”: ¿Un Concepto Contemporáneo?
En años
recientes, hemos escuchado mucho sobre iglesias que han abrazado un estilo un
poco más sensitivo y amistoso hacia visitantes inconversos. Su estilo
complaciente ha eliminado algunos estilos de adoración o predicación que
pudieran ser ofensivos al inconverso, especialmente entre la juventud.
Dependiendo de la iglesia, los cambios podrían ser cosméticos o podrían ser más
profundos. Algunas iglesias evitan hablar de doctrinas teológicas que pudieran
ser ofensivas, como el pecado, el juicio y la santidad. Algunas incluso han
removido sus cruces.
Según un
artículo en Christianity Today
[Cristianismo Hoy Día] de agosto 2013 por Dorothy Greco, “Servicios
‘sensitivos’ originalmente prometían atraer y restaurar las personas
‘post-modernas’ al redil. Echaron los sermones exegéticos formales de 45
minutos a través de sus coloridos vitrales, y los sustituyeron con charlas
cortas o relatos que pudieran responder a las ‘necesidades’ de los
congregantes, a la vez que reforzaban la premisa de que seguir a Jesús
mejoraría su calidad de vida. Música de adoración más contemporánea penetró los
medios populares, y ese nuevo modelo influenció a la iglesia para que adoptara
un estilo de música a manera de concierto rock. Finalmente, programas para
grupos demográficos proliferaron para bregar con sus necesidades específicas,
como las Madres de Preescolares y los Motociclistas. Ninguno de esos cambios
realmente era peligroso o mal-intencionado. En el caso de mi previa iglesia, el
modelo ‘sensitivo’ comenzó inocentemente. Los líderes trataron de crear una
amplia entrada [hacia la iglesia] para las personas que de otra manera la
ignorarían a favor de Starbucks.”
En nuestros
tiempos, muchos lo han visto como una movida controversial, criticándola como
una dilución del mensaje del Evangelio. ¿Es un simple asunto de estilo, o
representa un cambio en los valores fundamentales del cristianismo? Los que
defienden las iglesias “sensitivas” lo perciben como una manera amistosa de
atraer a visitantes con la comprensión implícita de que una vez hayan entrado,
verán las verdades más profundas del cristianismo. Sólo con el paso del tiempo
podremos ver el verdadero valor de esa filosofía.
Durante los
primeros años de la Iglesia, los cristianos enfrentaban muchos de los mismos
problemas modernos. ¿Cómo podrían hacer que el mensaje fuese relevante a más
personas? ¿Cómo podrían hacer que ese nuevo grupo de creyentes no-judíos fuese
integrado? El apóstol Pablo parecía defender una nueva forma de ser para los
nuevos creyentes. Poco
después de la época apostólica, los líderes de la Iglesia tomaron muchas
decisiones para que el mensaje fuese más relevante a las poblaciones gentiles
(griegas y romanas), dejando atrás muchos aspectos de la adoración bíblica.
Veamos algunos de los problemas.
Problemas Tempranos en la Iglesia:
El libro de
Los Hechos de los Apóstoles describe el ministerio de la nueva Iglesia en
bastante detalle. Amy-Jill Levine, una profesora de Estudios
Nuevo-Testamentarios en la Escuela de Divinidad de la Universidad Vanderbuilt,
dice: “Uno de los mayores debates en la primera iglesia no era si los judíos
que seguían a Jesús debiesen mantener las reglas alimenticias o no, sino si los
gentiles también las debiesen guardar. La conclusión era que los gentiles no
las tenían que guardar, ya que los mandamientos dados a Moisés en el Sinaí eran
para el pueblo judío, no para los gentiles.”
Hechos 15
habla de asuntos semejantes: “Pero
algunos de la secta de los Fariseos que habían creído, se levantaron diciendo:
‘Es necesario circuncidarlos [a los creyentes no-judíos] y mandarles que guarden la Ley de Moisés.’”
(Hechos 15:5). De esta manera, algunos decían que los creyentes gentiles
tenían que hacerse judíos, porque la circuncisión era como una palabra
representativa de la conversión. La circuncisión era señal de pertenecer al
Pacto con Dios. En el mundo judío, eso es aún cierto: todo varón judío debe ser
circuncidado y de esa manera entra bajo el Pacto, y todo varón convertido al
judaísmo también debe ser circuncidado. Pero según Pablo, no era necesario que
los gentiles se convirtiesen al judaísmo porque Dios ya les había demostrado Su
amor al derramar Su Espíritu sobre ellos.
La autora
judía, Pamela Eisenbaum argumentó que para comprender los escritos de Pablo,
uno debe comprender que el apóstol era un judío que escribía a creyentes
gentiles. “El ver a Pablo como un judío que hablaba a gentiles puede hacer toda
la diferencia para que comprendamos lo que Pablo escribió y por qué lo
escribió. Por ejemplo, vea 1 Corintios 7:19, que dice: “La circuncisión nada
es, y nada es la incircuncisión, sino el guardar los mandamientos de Dios’...” Si uno
recuerda que Pablo hablaba a los gentiles, y que las enseñanzas sobre la ley
judía preservadas en las cartas del apóstol enseñaban cómo aplicaba, o no
aplicaba, la Torá a los gentiles,
entonces los razonamientos de Pablo se hacen mas claros.”
¿Qué quería
decir Pablo con que la incircuncisión era nada? La circuncisión era uno de los
mandamientos de Dios. Eisenbaum continúa diciendo: “…era realmente uno de los
más importantes mandamientos para cualquier judío en el tiempo de Pablo. Pero
era visto como uno de los distintivos como identidad judía, y necesario sólo
para los varones judíos.” La autora argumenta: “El punto de Pablo era que Dios
no requiere lo mismo de todas las personas en todos los tiempos. Por ejemplo,
los sacerdotes tenían que obedecer una serie de leyes de purificación que no
aplicaban a todos los israelitas por igual. Ya que sólo los judíos tenían que
ser circuncidados, los gentiles seguían la voluntad de Dios al no ser
circuncidados.”
Otro requisito para el que se convirtiera al judaísmo era el ser
sumergido en una mikvá (el bautismo
cristiano nace de esa práctica). A manera interesante, aunque Pablo dijo que la
circuncisión no era necesaria para el gentil, continuó practicando el bautismo
(inmersión en una mikvá). Así cumplía con las palabras de Yeshúa (Jesús). Tim Hegg, en su libro The Letter Writer [El Escritor de
Cartas], comenta: “Justo antes de Su muerte, resurrección y ascensión, Yeshúa enseñó a Sus discípulos respecto
a la inclusión de los gentiles (las naciones). Les encomendó a enseñarles lo
que había ordenado y de incluirlos en la comunidad de los fieles de Israel por
medio de la mikvá (Mat. 28:19-20).”
Levine
propone que Pablo no creía necesario que los nuevos creyentes gentiles se
hicieran judíos en base a la teología judía respecto al mundo por venir (la Era
Mesiánica). Según Levine, los gentiles podrían convertirse formalmente, o simplemente
ser temerosos de Dios sin atravesar la conversión si se conducían justamente.
Ella dice: “Pablo, siendo un buen judío, sabía acerca de gentiles justos.
También sabía que el Dios de Israel era el Dios de los gentiles, y que los
gentiles, por ser gentiles, aceptarían esa verdad teológica en los postreros
días. En otras palabras, para Pablo, los gentiles entrarían al Reino Mesiánico
como gentiles; ellos no tendrían que ser judíos para poder tener una relación
correcta con Dios. El Talmud Babilónico, un compendio de la ley judía,
concuerda con él, porque dice: ‘Personas justas de todas las naciones tendrán
parte en el mundo porvenir (Sanhedrin 105a)’”.
En Hechos
15, Jacobo (Santiago) respondió a la discusión y la terminó con una declaración
interesante, luego de enumerar una serie de requerimientos para los creyentes
gentiles: “Porque Moisés desde generaciones antiguas tiene
en cada ciudad quienes lo prediquen, pues todos los días de reposo es leído en
las sinagogas” (Hechos 15:21). Recuerde, en ese tiempo no existían
iglesias. Los creyentes adoraban a Dios en las sinagogas o en sus hogares. La
única otra opción era ir a los templos paganos. Hechos 15 prohibía a los
creyentes no-judíos participar en los ritos paganos (incluyendo orgías
sexuales) de los falsos dioses. Parece que Jacobo asumía que, aunque no se
convertían al judaísmo con la circuncisión, ellos aprenderían sobre la Torá
porque escucharían las palabras de Moisés cada semana en las sinagogas. ¿Será
posible que esa decisión registrada en el libro de los Hechos era una manera de
ser “sensitiva,” como se llamaría hoy día?
Levine
piensa que es probable que el pensamiento de Pablo nacía de su creencia en que
la Era Mesiánica llegaría muy pronto. Pablo pudo haber razonado que era
preferible que los gentiles aceptaran a Dios de manera más fácil, porque más de
ellos podrían llegar al conocimiento del único y verdadero Dios de Israel.
Probablemente no visualizaba que pasarían casi 2,000 años, y que todavía
estaríamos esperando la segunda venida de Yeshúa.
A lo mejor también se sorprendería al ver tan vasta diferencia entre los
cristianos modernos y los de la primera Iglesia. Las diferentes prácticas de
los cristianos (como llegaron a conocerse los seguidores de Yeshúa) y
los judíos imposibilitaban una verdadera comunión entre sí. Eso es
especialmente cierto con respecto a la alimentación. Los judíos que guardaban
la Torá ya no podían comer con los
que comían alimentos prohibidos, incluyendo la carne de cerdo.
Adaptaciones a la
Cultura Romana:
El profesor Skip Moen, de la Escuela
Internacional de Divinidad del Maestro (Master’s International School of
Divinity), enseña que había tres cosas en la fe y práctica judía durante la
época romana que eran vistas como raras (y quizás ofensivas) para los romanos: la
circuncisión (considerada como barbárica), la prohibición de comer cerdo (que
gustaba mucho a los romanos) y la observación del shabat (o sábado) y días festivos (que les parecía una mera
vagancia). El Concilio de Jerusalén removió todas esas piedras de tropiezo.
Es mi
opinión que si los apóstoles pudieran haber visto la dirección en que
terminaría la Iglesia mayormente gentil luego de eso, estarían estupefactos.
Esos hombres judíos que seguían al Mesías judío, que guardaban las fiestas
bíblicas y el shabat, y que honraban
la Tanaj (la Torá y otros escritos sagrados), indudablemente se sentirían muy
incómodos en una Iglesia que radicalmente eliminaría todas las prácticas del
judaísmo bíblico. Estoy segura que nunca visualizaban el día en que los
seguidores de Yeshúa ya no celebrasen
las fiestas del Señor ni el shabat.
¿Podrían haber imaginado que los creyentes gentiles algún día pensaran que
ellos eran el nuevo Israel y que Dios había terminado con el pueblo judío?
Pienso que no.
No
obstante, debemos apreciar el hecho de que Dios dirigía a los apóstoles con una
estrategia para alcanzar al mundo con el Evangelio. “Después de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David que ha
caído. Y reedificaré sus ruinas, y lo levantaré de nuevo, para que el resto de
los hombres busque al SEÑOR, y todos los gentiles que son llamados por mi
nombre” (Hechos 15:16-17, citando a Amós 9:11-12). El plan de Dios era
bueno. Pero en mi opinión, en generaciones por venir, los hombres se alejaron
demasiado del plan de Dios.
Las Próximas Generaciones:
Parece que
la estrategia “sensitiva” de Pablo y los apóstoles produjo mucho fruto. El
número de creyentes se multiplicó en gran manera. Bruce Shelley dice: “Al
principio, evidentemente, los primeros cristianos eran movidos por una ardiente
convicción. El Evento (de eventos) había ocurrido. Dios había invadido el
tiempo, y los cristianos eran cautivados por el poder creativo de esa buena
noticia. Sabían que el ser humano había sido redimido y que no podían guardar
esa noticia de salvación sólo para sí mismos. Esa certeza inconmovible, ante
todo obstáculo incluyendo la muerte, ayuda a explicar el crecimiento de la
iglesia.”
A medida
que creció la Iglesia, la mayoría de los miembros llegaron a ser gentiles, y el
carácter judío de la primera Iglesia comenzó a cambiar. Como es natural, la
cultura de la época comenzó a penetrar la Iglesia. Consideremos algunas cosas
que ocurrieron.
El Shabat:
Uno de los
Diez Mandamientos es que se guarde el shabat.
Sin embargo, el shabat era una realidad
previa a la Ley Mosaica. En el relato de la Creación, Dios descansó en el shabat, el séptimo día. Por miles de
años, los judíos han mantenido ese día sagrado para el Señor. Muchos pasajes
bíblicos mencionan el hecho de que Yeshúa
se encontraba en la sinagoga durante el shabat.
Al principio, la primera Iglesia también adoraba en la sinagoga en el shabat, además de reunirse el domingo en
las casas, ya que era el día de la resurrección de Yeshúa. Luego de cierto tiempo, el domingo llegó a ser el único día
de adoración para el cristiano.
Marvin
Wilson comentó: “Ambos judíos y cristianos reconocían que el domingo era un día
sagrado romano, relacionado con la adoración del sol. Ignacio, el obispo de
Antioquía, indicó que ese cambio comenzó a ocurrir alrededor del año 115 d.C.
Escribió diciendo que ‘ya no vivan para el sábado, sino para el Día del Señor,
cuando nuestra Vida resucitó.’ El Didaché,
un manual de instrucciones para cristianos escrito alrededor del 120 d.C.,
también instruía a los cristianos que se reuniesen para adorar en el Día del
Señor.” Cuán conveniente era para los ciudadanos en Roma que Yeshúa hubiese resucitado en el primer
día de la semana (domingo), porque ese era un día dedicado a la adoración
pagana del sol. Eso facilitaba a los cristianos adorar el domingo, ya que era
algo común y no atraía demasiada atención sobre su grupo.
¿Pero cómo
fue percibido eso por la comunidad judía? Marvin Wilson explica lo siguiente:
“Por siglos, la comunidad judía ha interpretado la decisión de adorar el domingo
como un rechazo de la propia esencia de la experiencia judía, un rechazo de la
Ley. Esa decisión de adorar el domingo hizo que fuese extremadamente difícil,
si no imposible, que el judío prestara seria consideración al mensaje
cristiano, e incluso que entrara en diálogo cristiano-judío con libertad.”
Yo,
personalmente, no tengo problemas con adorar el domingo. De hecho, creo que
debemos adorar todos los días de la semana. Sin embargo, ahora que vivo en
Israel y experimento lo que es adorar el sábado mientras toda la sociedad
detiene su trabajo, me fascina la idea de que Dios diera el shabat como un regalo al ser humano. Era
un concepto revolucionario en el antiguo mundo, y en total concordancia con Su
carácter misericordioso de destinar un día en la semana para descansar. Cuando
viajo al exterior, el shabat es lo
que más me hace falta.
Fiestas Bíblicas:
En los
“Escritos de los Apóstoles” (Nuevo Testamento), Yeshúa, Pablo y otros hacen mención de las Fiestas. Está claro que
celebraban las Fiestas del Señor. Con el paso del tiempo, los cristianos
dejaron esa práctica. Eventos cristianos que ocurrieron durante esas Fiestas,
como la Semana Santa, sustituyeron esa fecha en el calendario. Para el año 154
d.C., en vez de celebrar la Pascua judía como el día en que resucitó el Señor,
los cristianos simplemente celebraban el Día de Resurrección sin referencia a
la Pascua. En la actualidad, muy pocos cristianos de habla inglesa saben que la
palabra “Easter” proviene de la diosa
primaveral Astarte, a quien se ofrecían sacrificios en el mes de abril. El uso
del huevo también era parte de la adoración de Astarte, pero pocos cristianos
reconocen ese origen pagano idólatra. Al pueblo judío, cuya oración principal
es el Shemá: “Escucha, oh Israel,
el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es” (Deut. 6:4), y a quien le era prohibido adorar
a ídolos, eso era escandaloso. Dicho cambio en la Iglesia podría indicar mayor
adaptación a la cultura romana, y quizás también es evidencia de una filosofía
acomodaticia y “sensitiva” durante los primeros siglos. Mi familia (que es de
habla inglesa) se refiere al día como el Día de Resurrección, y enfatizamos el
relato bíblico de la victoria de Yeshúa
sobre la muerte.
Consecuencias:
Las
acciones descritas en este estudio podrían describirse como medidas para
de-judaizar la fe, en vez de medidas anti-judías. Tristemente, así no sucedió
más adelante. Marvin Wilson dice: “Para mediados del segundo siglo, los
escritos de los Padres Eclesiásticos revelan considerable antagonismo entre los
cristianos gentiles y los judíos… La posición de la Iglesia era decididamente
en contra de la Sinagoga. Mientras que una nación gentil tras otra respondía
positivamente a la expansión misionera cristiana, la Sinagoga continuaba aferrándose tenazmente a su fe ancestral, dejando
a una Iglesia cada vez más frustrada y amargada.” Con el paso de los
siglos, la distancia entre la hija cristiana y la madre judía aumentaba hasta
que ya no tenían parecido entre sí, a pesar de que compartían un mismo libro (Tanaj) y una misma fe en el Dios de
Israel.
Hoy día,
muchos creyentes descubren las raíces hebraicas de su fe y cuestionan algunas
de las decisiones de los Padres Eclesiásticos. También procuran maneras de
dialogar y aprender de sus hermanos judíos.
¿Sensitivos?
Parece que
muchas medidas de la primera Iglesia fueron tomadas con una intención de ser
sensitivas. ¿Estaban equivocados? No, ¡al principio, no! De hecho, los Escritos
Apostólicos dejan ver claramente que Dios ordenó el proceso de evangelizar al
mundo gentil. Hoy día, millones de creyentes gentiles están agradecidos a los
apóstoles por haber obedecido la dirección del Señor en llevar su fe en el Dios
de Israel y en el Mesías al mundo. ¿Se desarrollaron actitudes excesivas y
pecaminosas? Yo opino que sí. Gran parte del dolor y la angustia que
experimentó el pueblo judío pudo haber sido evitado. Gran parte del cisma que
se desarrolló entre los cristianos y los judíos pudo haber sido minimizado.
Refiriéndose
Yeshúa a la Tanaj, dijo: “No piensen que
he venido para poner fin a la Ley o a los Profetas; no he venido para poner
fin, sino para cumplir. Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo
y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la Ley hasta
que toda se cumpla. Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos,
aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy
pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los
enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque les digo a
ustedes que si su justicia no supera la
de los escribas y Fariseos, no entrarán en el reino de los cielos” (Mat.
5:17-20). Yeshúa hablaba a una
audiencia judía. No creo que estaba en contradicción con Pablo, porque Pablo
escribió principalmente para los creyentes gentiles. Quizás nuestra comprensión
(o incomprensión) en torno a la cultura de esa época es lo que ha ocasionado que la Iglesia no
comprenda algunos de los escritos paulinos.
Pamela
Eisenbaum, en otro libro titulado Paul
Was Not a Christian [Pablo No Era un Cristiano], dice: “Sencillamente, los
cristianos por siglos han leído a Pablo de manera equivocada. Esa mala
interpretación con un concepto degradado del judaísmo fue lo que condujo con
demasiada frecuencia a las peores manifestaciones de anti-judaísmo cristiano…
Es tan esencial que los lectores modernos noten que Pablo escribió a
comunidades específicas de creyentes, a personas con quienes tenía una íntima
relación. Aún en su propia época, la audiencia
a la que Pablo hablaba no era la Iglesia universal, sino iglesias específicas.”
Debemos recordar que sólo tenemos una mitad de las conversaciones. Las cartas
de Pablo a veces son denominadas como “Literatura de Respuesta Rabínica.”
Respondía a las preguntas y los problemas de las nuevas congregaciones que
fundó. Nosotros no tenemos las preguntas; sólo tenemos las respuestas.
¿Y a Dónde nos Dirigimos?
En nuestros
esfuerzos por llevar las Buenas Nuevas a todas las culturas, debemos ser
cautelosos y no simplificarlo demasiado. No debemos ser tan “sensitivos” que
cambiemos el significado de la Palabra de Dios. No es siempre fácil ser un
creyente en Yeshúa. Muchos han
muerto, y siguen muriendo, como mártires de la fe, aunque en el Occidente no
hemos experimentado ese horror. Sólo deberíamos permitir una filosofía
“sensitiva” si no diluye la verdad bíblica o si no se tergiversa la voluntad de
Dios.
En humildad
y amor, debemos abrazar nuestras raíces, pero sin negar nuestras creencias
cristianas. Debemos discernir en oración entre lo que es una simple costumbre
humana (aunque tenga cientos o miles de años) y la verdad bíblica. Debemos
descubrir el mundo de tiempos bíblicos a medida que comprendamos las verdades
del Reino, que fueron generadas en la tierra de Israel por medio del pueblo
judío con la inspiración del Espíritu Santo. También debemos procurar
desarrollar relaciones genuinas con nuestros hermanos judíos.
Por Rebecca
J. Brimmer
Presidenta
Internacional y CEO
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